El próximo 23 de agosto Güirá Oga cumplirá 23 años de trabajo ininterrumpido en Puerto Iguazú, donde trabaja en el rescate, rehabilitación y recría de animales y se mantiene principalmente con los ingresos que recauda a través de los turistas que lo visitan.
A raíz de la pandemia de Covid-19 sus puertas permanecen cerradas al público pero el trabajo con los animales nunca se detuvo, por el contrario, en cien días recibieron a 86 ejemplares que fueron abandonados ó atropellados, mientras sus directivos analizan la crítica situación económica que pone en jaque su continuidad.
El director y fundador de Güirá Oga, Jorge Anfuso, explicó a PRIMERA EDICIÓN que en lo que respecta a la atención de animales “seguimos trabajando normalmente, como si no existiera una pandemia porque a los animales los siguen atropellando o la gente los entrega porque no pueden tenerlos más y en la pandemia se dieron cuenta que es uno más y es medio molesto”.
A su vez remarcó que llevan una estadística y en ella quedó reflejado que “en 100 días tuvimos el ingreso de 86 animales, la mayoría mascotas que la gente nos ha entregado o que los guardaparques provinciales han decomisado, porque también se producen denuncias de vecinos que en el fondo de su casa, otros tienen monos, coatíes… Estos animales llegaron en diferentes estados, algunos más o menos bien y otros en muy malas condiciones sanitarias”.
Anfuso destacó que entre los animales que recibieron, observaron algunos “animales heridos por caza furtiva, que también aumentó mucho en este tiempo de pandemia. El tema de cazadores furtivos se venía registrando en ocasiones mínimas pero durante la pandemia aumentó el número de animales heridos que encontramos incluso nosotros, como una corzuela herida de un disparo al lado de una ruta y que no fue atropellada. Se ve que el animal en su desplazamiento para ir a morir a algún sitio quedó tendido allí en el pasto”.
Y agregó que “aparecieron carpinchos heridos, que nos trajeron los bomberos voluntarios de Andresito, otras corzuelas y monos con heridas producidas por disparos del rifles o escopetas. Aumentó por ese lado y disminuyó el atropellamiento porque si bien los animales van a estar siempre cerca de la ruta o cruzándola, al disminuir mucho la intensidad del tránsito los autos no circulan con tanta frecuencia y eso hace que haya menos atropellamientos”.
Más de 400 animales
En otro tramo de la charla, Anfuso se mostró preocupado con la población actual que alcanzó Güirá Oga porque “nuestro único sustento es el ingreso de visitantes desde el mismo inicio de Güirá Oga y al estar cerrado nos encuentra con más de 400 animales y los 86 que ingresaron, de los cuales hubo varios decesos porque llegaron muy complicados, con traumatismos graves o heridas bastante serias. Los que llegaron como mascotas están todos, pero son animales que no se pueden liberar porque fueron criados por el hombre, están humanizados y agravan la situación”.
Anfuso manifestó que “habrá que hacer una campaña una vez que pase esta pandemia porque la sociedad toda somos los grandes culpables de llevar a los animales a esta situación, no entienden que un animal silvestre tiene que estar en su habitat natural”.
“En su casa pueden tener un gato, un perro, quizás algún conejo, codornices pero no tener un coatí o un mono que por más que parezcan animales simpáticos son peligrosos que después en algún momento tienen problemas, porque no hay excepciones, y terminan mordiendo a quienes lo han criado”, continuó.
“Es común que pase que cuando lo muerden la gente ya no los quiere más, los mantienen en condiciones sanitarias lamentables y son cosas que quizás podamos aprovechar para cambiarlas. Es algo muy díficil pero debemos cambiarlas porque son parte de la cultura humana de querer domesticar o manejar a animales silvestres para tenerlos en su domicilio. Eso ocurrió desde siempre en el país y en el mundo”, agregó.
Para Anfuso, “quizás puede decirse que en el mundo la situación va mejorando porque ya no van a buscarlos a la vida libre sino que se aprovechan de animales de criaderos habilitados y al comprar un animal así a una gran cantidad de dólares hacen que lo cuiden más. Obviamente que tienen que aprender a sostenerlo y mantenerlos en cautiverio con todas las responsabilidades”.
Acerca de la cantidad de visitantes que tenían ante de la pandemia en Güirá Oga, Anfuso contó que “fuera de las temporadas (verano e invierno) eran entre 100 y 120 por día y eso nos servía para mantener todo el sistema. Incluso estamos sosteniendo en la Isla Palacios una estación biológica que hemos creado allí”.
En relación a la “Isla” indicó que “se trata de un monumento natural provincial, una isla muy emblemática de los años 50 y que se inundó cuando se hizo la represa pero quedaron unas 160 hectácreas libres. Nosotros solicitamos al Gobierno provincial la autorización y nos cedió para que inauguremos allí la estación biológica Juan Carlos Chébez“.
“En ese sitio estamos trabajando con fauna silvestre, con aquellos animales que están en período de rehabilitación para volver a la vida libre, usamos la isla como un campo de entrenamiento porque le colocamos radio-collares, tenemos cámaras foto-trampas que nos permite monitorearlos en ese lugar, donde hay personal que lo mantenemos”, continuó.
Actualmente en la Isla Palacios “hay un tapir que fue trasladado por el Parque El Puma en enero de este año y antes de fin de año queremos liberarlo porque se está aclimatando en ese lugar, comiendo lo que hay en ese sitio. Hay un gasto par mantener al personal, que son dos por turno”.
“No hemos despedido a nadie”
Sobre cómo sobrellevan este tiempo de pandemia en Güiá Oga, Anfuso remarcó que “tenemos 30 empleados y están cobrando la totalidad del sueldo. No hemos despedido a nadie, nosotros, la familia Anfuso y la Fundación Azara, somos los que estamos poniéndole el hombro a esta cuestión que fundamentalmente es brindarle un servicio a la comunidad porque no nos olvidemos que estamos haciendo algo para que el vecino no tire a la basura un animal silvestre que pueda poner en riesgo a otro vecino”.
Luego siguió diciendo que “estamos atendiendo, alojando (a los animales), con los gastos que eso significa. Si no recibimos a los animales atropellados de otra forma quedarían tirados al borde de la ruta y muchos de ellos están en peligro de extinción y una vez que se terminan no hay vuelta atrás“.
“El esfuerzo que estamos haciendo es bastante importante porque lo que estamos recibiendo del Estado nacional es el ATP con el que podemos afortunadamente paliar el 40% de los sueldos de los empleados bancarizados, pero también tenemos biólogos, veterinarios que siguen trabajando porque su función continúa dentro de Güirá Oga y ellos son monotributistas que tienen otro ciclo de trabajo”.
A nivel provincial hay protocolos para abrir, “que los incorporamos, pero desde que se habilitó la prueba piloto en Cataratas no recibimos ningún llamado de alguien que se interese por visitarnos. Acá el grueso de visitantes siempre fueron turistas internacionales o nacionales”.
“No sabemos si Güirá Oga va a sobrevivir”
Consultado si tienen contacto con la Municipalidad de Puerto Iguazú y el Ministerio de Ecología de la Provincia, Anfuso recordó que “Güirá Oga es un co-manejo entre la Fundación Historia Natural Félix de Azara y el Ministerio de Ecología, no así la Municipalidad. Estamos dentro del ejido de Puerto Iguazú en el Parque Nacional pero lamentablemente estamos sufriendo una situación en la cual no hemos conseguido tener un acercamiento y que llegue una ayuda por lo menos para la alimentación de los animales”.
También reconoció que “hubiera sido para nosotros importante algún aporte porque disminuiría la posibilidad que Güirá Oga cierre definitivamente”.
Advirtió que “no sabemos si después de septiembre Güirá Oga va a sobrevivir y la gran pregunta es ¿qué vamos a hacer con los más de 400 animales que hay en el sitio y muchos de ellos pertenecen a especies en peligro de extinción?. La cuestión de la pandemia llegó en un momento complejo y lo de Güirá Oga es súper crítico”.
Además de las tareas diarias que desarrollan no dejan de lado los rescates, “tenemos intervenciones, por ejemplo, porque cayó un oso melero en un pozo de agua, lechuzas en los techos de una escuela, cuestiones que tienen que ver con animales silvestres que ingresan a domicilios particulares, que eso también hay que hacerlo notar, pero en esos casos uno los toma y como están libres los podemos liberar en cercanías casi automáticamente porque en realidad no deben pasar por un control sanitario, pero hay que hacerlo”.