La poda es uno de las técnicas más comunes en la gestión del arbolado urbano en cualquier ciudad del mundo. Sin embargo, una poda mal realizada puede generar daños irreversibles en la salud del árbol, tales como deformación y desequilibrio de la copa, pudrición del árbol, debilitamiento de sus ramas y tronco, e inclusive la pérdida de su sistema de anclaje o la muerte del árbol. Por ello, es importante tener cabal conocimiento para ejecutar una correcta labor de poda.
Razones para podar
En primer lugar, se debe tener presente que todo corte de una rama significa una herida para el árbol. Mientras más grande sea la herida, más grande es el defecto y por tanto mayor es la exposición del árbol al ataque de insectos, hongos y enfermedades, motivo por el cual ninguna rama debe ser cortada sin una razón.
Por otra parte, se deja presente que la poda de árboles es mejor realizarla en ejemplares jóvenes, cuando las ramas son de menor diámetro. En cambio, en un árbol adulto, éste siempre dispondrá de menores reservas de energía para cerrar sus heridas y defenderse contra la descomposición.
Los especialistas recomiendan que la poda de ramas debe ser realizada sólo en casos muy específicos, como los se exponen a continuación:
• Para eliminar ramas secas, muertas, enfermas, débiles, rotas, o con un peligro evidente de fractura o caída que ponga en riesgo las personas, bienes o actividades.
• Para recuperar la forma natural de un árbol que haya sido desmochado o podado de forma inadecuada.
• Para suprimir ramas cruzadas, mal orientadas y/o equilibrar el desarrollo de la planta.
• Para rebajar o elevar la altura de la copa.
• Para eliminar ramas que se encuentren a una distancia menor a 0,5 metros de propiedades privadas y siempre y cuando no se genere un desequilibrio de la copa del árbol.
• Para eliminar ramas que interfieran obras civiles e infraestructuras tales como redes aéreas o alumbrado público.
• Para suprimir ramas que obstaculicen la visibilidad de señalizaciones de seguridad vial como semáforos, circulación vehicular y otros vinculados a la seguridad pública.
• Bajo ningún caso se debe considerar la caída de hojas como una causal de poda o tala de un árbol. Este tipo de causas sólo sirven para justificar el desmoche de árboles urbanos en temporada de otoño.
Elección de las ramas a cortar
Una vez identificada la o las causales por la cual se podará el árbol, se deberá precisar la cantidad mínima de ramas a suprimir, procurando que éstas no afecten la estructura principal, así como también que la totalidad de ramas identificadas no involucre más del quince por ciento (15%) de la copa del árbol.
Salvo por alguna razón fundada y excepcional (por ejemplo, realizar una poda de rejuvenecimiento de un árbol adulto o senescente), se podría realizar una poda de hasta un treinta por ciento (30%) de la copa.
Siempre se debe tener presente que los árboles necesitan de sus hojas para fabricar los carbohidratos usados como energía para su crecimiento y desarrollo. Por tanto, la eliminación de una cantidad importante de follaje puede reducir el crecimiento y las reservas de energía almacenadas.
Es por ello que no resulta recomendable realizar podas extremas o podas antitécnicas, ya que los árboles son sometidos a un estrés severo. Esto quiere decir que el árbol requerirá toda su energía almacenada para producir en el mínimo tiempo posible una nueva copa que le permita fabricar sus nutrientes (por medio de la fotosíntesis).
Sin embargo, este nuevo ramaje estará compuesto de ramas excesivamente largas y débiles, y que en muchos casos el desarrollo acelerado de esta nueva copa termina por debilitar el árbol por completo, aumentando así el riesgo de caída o muerte del ejemplar.
Cuándo podar
Una poda de ramas débiles, enfermas o muertas se puede efectuar en cualquier momento del año. Sin embargo, la fecha recomendada para efectuar la poda de árboles urbanos corresponde a la temporada fría, cuando los árboles se encuentran en el receso vegetativo, en nuestro país entre los meses de junio y agosto de cada año. Esto puede observarse en los árboles de hoja caduca cuando éstos ya han producido la caída total de sus hojas o esté próxima a alcanzarse.
En ningún caso se deben podar ramas vivas ya iniciada la primavera o después de que se haya reiniciado el rebrote. En ese momento, los árboles se encuentran en plena fase activa, por lo que cualquier herida abierta será una vía de entrada directa de agentes patógenos al interior del árbol y causal de pudrición.
Cómo podar
La forma de poda recomendada es la denominada Método Hamburgo (Hamburger Schnitt-Methode), basada en el estudio científico de 750 heridas de poda de diferentes tipos, realizadas a árboles urbanos de varias especies.
De este estudio, se comprobó el tipo de poda menos invasivo para la vida del árbol, y desde 1992 el sistema ha sido integrado en las reglas y regulaciones alemanas para los métodos de cuidado de árboles (ZTV-Baumpflege).
El método señala que todo corte de poda debe ser realizado por fuera del cuello o collar de la rama, desde arriba hacia abajo y en forma oblicua, apuntando hacia la dirección del crecimiento que se desea promover, y a una distancia no mayor a 2 centímetros del cuello, sin que se produzca desgarro de la corteza.
Materiales a utilizar
Para la ejecución de labores de poda de árboles urbanos, se deben usar las siguientes tipos de herramientas para cada tipo de ramas: Tijeras de podar: para ramas de hasta 2,5 centímetros de diámetro. Serruchos podadores: para ramas de 2,5 a 7,5 centímetros de diámetro. Motosierras: para ramas de 7,5 a 10 centímetros de diámetro.
Por ningún motivo se deben utilizar hachas y machetes para la corta de ramas, ya que éstos son altamente propensos a que la corteza se desgarre durante el corte.
Con respecto al uso de productos fungicidas para el cierre de heridas, antes se pensaba que éstas aceleraban el cierre, proporcionaba una protección contra insectos y enfermedades y reducía la descomposición. No obstante, hay estudios que demuestran su baja efectividad, por lo que no es necesario usar este tipo de productos.