Un lunes nublado y con un poco de llovizna fue el día festivo para esta ciudad, recordando a sus patronos San Pedro y San Pablo. En medio de la cuarentena, la parroquia homónima se vio limitada en su aforo y la tradicional procesión debió ser sustituida por una recorrida en auto por la ciudad, con la imagen de los santos a bordo de una camioneta.
Durante la jornada se celebraron distintas misas, pero la central fue a las 10. Antes, con la presencia del párroco Julio Centurión, Juan Ruiz Díaz y las comunidades vecinas, así como también de la intendenta María Eugenia Safrán, concejales y el obispo de Posadas, Juan Rubén Martínez, se descubrió en la entrada de la iglesia San Pedro y San Pablo una placa en homenaje al sacerdote Francisco Cichanowski, tan venerado por los fieles apostoleños, quien falleciera en 2019.
La pequeña ceremonia fue acompañada por familiares del padre Francisco y algunos fieles.
Celebración diferente
Sin la multitudinaria presencia de personas que suele caracterizar a este día, no faltó tampoco la venta de empanadas, pollos al horno, platos dulces y -ya por la tarde- pastelitos. Con las restricciones debidas al coronavirus, los grupos de ballet locales optaron por distintas formas de participar en las celebraciones, como el “Nasz Balet Apóstoles”, cuyos integrantes asistieron a misa y luego se prepararon para grabar un video alusivo a la fecha.
Durante la misa central, el obispo Martínez recordó a San Pedro y San Pablo como “dos grandes que dieron la vida” y pidió que, a su semejanza, “nosotros también tengamos el compromiso de brindarnos a los más necesitados”.
“Debemos mucho a la generosidad de los fieles”
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, el cura párroco local, Julio Centurión, señaló que “bastantes personas siguieron de manera online la Novena y, en cuanto a este día, quiero destacar la presencia de la gente, que a pesar de que no pudo asistir a misa como antes, vino a donar comestibles, elementos sanitarios para los más pobres y para las ventas para que pudieran salir fiestas patronales”.
“Todo salió así, con la sumatoria de la generosidad de la gente, en este tiempo se notó mucho la cercanía de las personas a la parroquia para colaborar”, destacó.
Agregó: “Con respecto a la venta, fuimos de acuerdo a las donaciones, por suerte fue mucha y con eso se pudo hacer pollos al horno, empanadas, platos dulces, pastelitos… Con este dinero la idea es mantener a los empleados, no apuntamos a ninguna construcción que teníamos prevista”, aclaró.
Por otra parte, también comentó cómo la Iglesia está siendo fundamental a la hora de contener a las personas en lo emocional en esta situación de pandemia: “Se nota mucha fobia en docentes o personas grandes, estamos trabajando con los profesionales de la salud y también con los estudiantes, que varios abandonaron sus carreras y debemos apuntar a eso. Otro tema son las adicciones, que se agudizaron durante la cuarentena y que en conjunto con la Municipalidad debemos ahondar” en la prevención y acompañamiento, concluyó.
Un poco de historia
Los primeros registros de una capilla en Apóstoles, germen de la actual iglesia de San Pedro y San Pablo, datan de 1898. Su ámbito de tarea pastoral comprende toda Apóstoles, inclusive sus colonias.
El 28 y el 29 de junio son considerados un momento sagrado por los habitantes locales, porque se conmemora el martirio de esos dos santos que alcanzaron a toda la tierra conocida con su pregón.
Estos mártires, en su predicación, daban testimonio con un desinterés absoluto y dieron a conocer la verdad hasta morir por ella y el amor a Dios.
No hay que olvidar que la localidad -que se creó en el siglo XVII con gente procedente de la reducción de Apóstoles de Caazapaguazú, destruida por los bandeirantes, tomó en 1644 el nombre de Santos Apóstoles San Pedro y San Pablo.
Apostillas parroquiales
En el marco de los festejos patronales, el historiador local Mario Zajaczkowski mencionó a este Diario la figura de José Hipólito Reboratti, un vecino siempre muy relacionado con la Parroquia San Pedro y San Pablo.
Escribió más de 200 publicaciones periodísticas con datos históricos locales y, en virtud de ello, el padre Francisco Cichanowski le encomendó la tarea de ordenar el Archivo Parroquial.
De esa minuciosa tarea surgió el libro “Pequeña Historia de la Parroquia San Pedro y San Pablo”, terminado en 1987 pero publicado recién en 2008.