Desde la catalogada prisión de mayor seguridad del país, el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza, Néstor Fabián Rojas habría tomado la decisión y dio las órdenes para intentar uno de sus golpes o ataques de mayor crueldad e impacto. “Hay que matar al juez”.
El macabro plan que el presunto sicario y narcotraficante paraguayo de 54 años pergeñó en cada detalle, fue desmantelado por los investigadores y peritos de Gendarmería Nacional pero bajo las órdenes que el juez de Instrucción 1 de la Primera Circunscripción Judicial, Marcelo Cardozo, emitió a partir de las cuatro detenciones -tres misioneros y otro ciudadano paraguayo- que se produjeron en Garupá y Posadas, el martes 26 de mayo pasado.
Fuentes consultadas por PRIMERA EDICIÓN remarcaron que de los once teléfonos celulares secuestrados, uno de ellos arrojado al techo de la vivienda de la avenida Nazareno a 200 metros de la avenida Moreau de Justo (exruta 213) en el barrio Libertador que fue allanada y donde se secuestraron armas automáticas, equipos completos de efectivos del GEOF de la Policía Federal y ropa de empleados de una empresa de televisión digital, entre otros elementos, se descubrió el proyecto en ciernes del “Negro” Rojas, buscaba montar un operativo para asesinar al juez de Instrucción 3 de Posadas, Fernando Luis Verón, quien lo imputa por el doble crimen del barrio Tacurú (jueves 17 de diciembre de 2015), supuesto ajuste de cuentas narco que le costó la vida al misionero Sebastián Vega (36) y al paraguayo Rodrigo Ibarra (27).
El intercambio de órdenes y detalles entre Rojas y uno de estos cuatro detenidos fue determinante de acuerdo a los registros obtenidos hasta el momento.
Los propios investigadores de Gendarmería se lo habían adelantado al juez Cardozo, el viernes de la semana pasada, y éste se lo comunicó de inmediato a Verón, pero también al presidente de la Cámara de Apelaciones en lo Penal y de Menores de Misiones, José Alberto López, ya que entre las imágenes de inmuebles que debían “hacerle inteligencia” aparecía el de este magistrado.
“Hay que hacerle seguimiento desde temprano, desde que sale de la casa al trabajo, hasta un semáforo y chau”, dijo Rojas a su interlocutor misionero de 35 años y detenido bajo custodia de gendarmes del Escuadrón 50 “Posadas”.
Las desgrabaciones y extracciones de mensajes de la aplicación Whatsapp también dejaron en claro que Rojas tenía planeado que el crimen lo concretaran dos asesinos a sueldo brasileños, presuntos integrantes del Primer Comando Capital (PCC) organización mafiosa con origen y base en San Pablo, pero con patas ya sedimentadas en suelo paraguayo y que de la mano de Rojas intentarían amedrentar e imponerse en Misiones para dominar todas las rutas posibles para el narcotráfico y contrabando de cigarrillos, principalmente dominar ambos ríos, Paraná y Uruguay para que todo el estupefaciente que cruce por y se produzca en Paraguay llegue a los principales centros de consumo, pero también a los puertos hacia Europa.
“Yo traigo la gente y voy a mandar a preparar los cilen (sic)”, remarca Rojas en otro mensaje y se refiere a los sicarios brasileños y a las armas que pretendía facilitarle para el homicidio al mejor estilo de la ciudad de Medellín de los años ’80 y ’90 en que el cartel de Pablo Escobar disponía a discreción veloces asesinos en motocicletas.
Precisamente, como medio de movilidad habría solicitado a las “patas locales misioneras” que consiguieran dos motocicletas Honda Twister 250 o vehículos de características similares, versátiles para escapar entre el tránsito fluido.
De pandemia a milagro
Las mismas voces en contacto con este Diario señalaron también que el “milagro” paradójicamente lo produjo la pandemia mundial de coronavirus, ya que entre el 13 y el 20 marzo se desprende de los archivos digitales el plazo en que debía concretarse el ataque. El 19 de marzo las fronteras internacionales se cerraron en la región y los sicarios no habrían intentado siquiera acercarse ante el estricto control de fuerzas desplegadas en los tres países.
El otro factor de suerte y destino lo jugó el control vial del Escuadrón 50 sobre la ruta nacional 12 en Garupá el martes 26 de mayo cuando fue interceptado el automóvil en el que el presunto cómplice de Rojas se movilizaba y en el que ocultaba un arma automática, además de conducir un vehículo denunciado por robo.
Durante esa mañana se desprendieron datos de investigadores y se detuvo a un paraguayo ligado a este posadeño domiciliado en la zona sur.
Este sujeto estaba también con armas sin autorización para tenerlas, pero mayor fue la sorpresa al mediodía de la misma jornada cuando en el inmueble del barrio Libertador, con piezas de alquiler, fueron despertados dos hermanos, uno de ellos soldado del Ejército Argentino, quienes en su poder tenían pertrechos del GEOF (Grupo Especial de Operaciones Federales) de la PFA, un fusil M16 de fabricación estadounidense y municiones suficientes como para cometer una interminable seguidilla de crímenes.
Aunar fuerzas
De los teléfonos celulares que se obtuvieron en estos procedimientos se obtuvo el dato que hace 48 horas (el lunes por la noche) motivó un cónclave de jefes de fuerzas de seguridad, provinciales y federales, en la Jefatura de Policía de Misiones.
La situación ya no se baraja como alerta, es una alarma encendida, según remarcaron las fuentes para brindar cobertura de custodia a funcionarios judiciales involucrados, sino también avanzar en ubicar cualquier nueva complicidad o intenciones similares en la región.
El “Negro” Rojas fue trasladado a la prisión federal de Ezeiza el jueves 24 de octubre de 2019 luego de que la Policía de Misiones abortó otro de sus planes delictivos, intentar fugarse de la Unidad Penal de Puerto Rico. Fue el equipo especializado del Servicio Penitenciario Provincial el que montó el operativo para reubicar al paraguayo.
Un mes antes, en un control de Gendarmería en el cruce de la ruta nacional 105 y 14 en San José, fueron detenidos tres brasileños a bordo de una potente camioneta Honda CRV y transportaban siete pistolas, como también ropa de la Policía Federal Argentina. En esta causa también se sospecha de la estructura del PCC.
El piropo a la novia
Pero el doble crimen del barrio Tacurú y ahora el plan presunto de asesinar a un juez, no son los únicos problemas judiciales para Rojas.
También está imputado por el asesinato del mecánico Aldo Andrés Cantero (31) ejecutado de cuatro balazos alrededor de las 20 del domingo 5 de agosto de 2018, en una vivienda de la Fracción 91 del Lote 89 de Gobernador Roca. A la mañana siguiente y cuando aún peritos trabajaban en la escena del homicidio, se descubrió una fosa debajo de un taller de herramientas lindante donde se acopiaban 1.800 kilogramos de marihuana prensada.
De acuerdo a la pesquisa, antes del crimen Cantero y Rojas habrían bebido y compartido almuerzo y la tarde sin problemas.
Hasta que discutieron por un supuesto piropo o comentario de Cantero hacia la compañera sentimental del paraguayo y éste le disparó a la cabeza.
Ocho días después en el complejo hotelero La Aventura en Posadas, Rojas fue atrapado junto a su entonces novia, una menor paraguaya de 15 años.
“Soy yo, no se equivocaron, soy el Negro”, dijo entonces Rojas cuando tomaba mate y fue rodeado por efectivos de la Dirección Homicidios y del GIR de la Policía, como también de la SAIC del Poder Judicial, bajo la supervisión de Carlos Giménez, entonces juez de Instrucción 7 (hoy camarista del Tribunal Penal 2).