“Me reconforta observar que mi llamada provoca una reacción favorable. Esta experiencia me agrada porque hago una acción solidaria y además ocupo mis horas en algo que despertó en mí un costado que tiene que ver con sentir mayor empatía por los demás”, aseguró Oscar.
Como voluntarios de AMIA, padre e hijo están organizados y se dividen las tareas. Mientras Oscar se ocupa de hacer los llamados y mantener conversaciones positivas, de acompañamiento y cercanía, Daniel es el encargado de relevar las necesidades que lee de las anotaciones que realiza Oscar y comunicarlas al área de Voluntariado.
“Orgullo” es la palabra que Daniel elige para describir lo que siente por lo que está haciendo su papá. “Admiro ver a una persona de 80 años queriendo seguir aprendiendo a desplegar cualidades suyas que están ahí, en su ser. Me genera mucho aprendizaje interactuar con mi viejo y ver su empuje para seguir cultivando vínculos”, señaló.
Cuando la cuarentena llegue a su fin, Oscar espera seguir manteniendo el contacto con algunas de las personas que conoció por teléfono, y con quien dice estar compartiendo “momentos muy enriquecedores”.
“Siento que al escuchar a cada persona me convierto en un ser humano solidario y generoso. Me maravilla contribuir al alivio de la soledad de los que están aislados”, reconoce.
La idea de hacer algo juntos por los demás surgió en las conversaciones que padre e hijo mantuvieron cuando viajaron en febrero a Rosario. Con el inicio de la cuarentena, el proyecto se convirtió en realidad.
“Ese día, Dani me preguntó si estaba dispuesto a llamar a personas de su conocimiento (familiares de amigos, gente cercana) para darles una compañía telefónica en estos tiempos tan especiales”, cuenta Oscar. “Le dije que sí y así fue como comencé a vincularme con quienes comenzaron a atender mis llamados”.
Pero la historia no quedó ahí. A los pocos días, Daniel se enteró por las redes sociales que el área de Voluntariado de AMIA estaba convocando a personas para hacer llamados a gente mayor. “Fue una coincidencia extraordinaria que me hizo sentir feliz y agradecido”, indica Oscar.
Así fue como padre e hijo se anotaron como voluntarios de la institución. Y así fue como Catalina, Marta, Ofelia, Lito, Benita, entre otras muchas personas, comenzaron a dialogar con un padre que se siente feliz de compartir una tarea solidaria con su hijo.