Los 50 años en cautiverio de la elefanta Mara están llegando a su fin. En el marco de un extenso operativo de traslado, el sábado 9 de mayo ella dejó para siempre el Ecoparque de Buenos Aires y ya se encuentra cada vez más cerca del Santuario de Elefantes en el Estado brasileño de Mato Grosso.
“En 2017 la Justicia determinó que Mara debía ser trasladada a Brasil y desde el Ecoparque evaluamos muy exhaustivamente las condiciones del santuario para verificar si ella iba a mejorar sus condiciones y este fue el caso. Estimamos que este lugar va a ser rotundamente mejor para ella. No es su hábitat natural, pero las condiciones en las que va a estar se asemejan muchísimo”, aseguró María José Catanzariti, veterinaria que la cuidó hasta el día de su salida del Ecoparque, a la FM 89.3 Santa María de las Misiones, .
“En el santuario viven tres elefantas asiáticas y eso le permitirá pasar sus últimos años con otros animales de su especie”, resaltó.
La experta, quien fue una parte fundamental en la preparación de la elefanta y la coordinación del operativo, explicó que Mara nació en cautiverio, con lo cual en toda su vida se encontró en distintos lugares. Nació en India y desde allí fue llevada a Alemania, donde la vendieron a un circo en Uruguay y desde allí fue pasando por distintos circos de la Argentina hasta que en 1995 la Justicia se la quitó al circo Rodas y fue llevada al Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires. Con el paso de los años se avanzó en buscar un mejor lugar para ella.
Catanzariti indicó que “junto con el juzgado y con una ONG que pregona el bienestar de los animales, nace el objetivo de llevarla al santuario en Brasil y finalmente ahora fue posible”.
La longeva elefanta viaja acompañada por su veterinaria y un cuidador especial. El domingo por la tarde ingresó a Misiones por el puesto Centinela (límite con Corrientes) y, tras atravesar toda la provincia, llegó a Puerto Iguazú. Ayer por la mañana, en la frontera con Foz de Iguazú (Brasil) fue recibida por otro equipo de expertos brasileños a los fines de hacer el recorrido restante.
Es que, si bien originalmente se había planificado la formación de un solo equipo de traslado, debido a la actual situación sanitaria se decidió dividirlo en dos: el primero conformado por personal del Ecoparque y el segundo por personal técnico del Santuario de Elefantes.
Cuando llegue allí -se estima que podría ser mañana si todo sale bien, ya que los tiempos estarán determinados por el buen estado de Mara- habrá recorrido 2.700 kilómetros.
Pero Mara no va a entrar directamente al nuevo lugar, sino que deberá pasar por un período de aprendizaje porque ella siempre estuvo bajo cuidado humano y ahora debe aprender esas nuevas conductas. Por eso en principio estará en un lugar de diez hectáreas en contacto con gente especializada en elefantes asiáticos.
“De a poco se verá si es buena la interacción. Allí hay otras elefantas asiáticas y eso le permitirá contacto con individuos de su misma especie”, indicó la médica veterinaria, emocionada por su partida pero también muy feliz por el histórico traslado.
La odisea está siendo posible luego de tres años de arduo trabajo para organizar el desplazamiento considerado como un hecho “histórico” en la materia, dada su complejidad sanitaria, logística y administrativa.
De acuerdo al informe de Catanzariti, la despedida de Mara, por causa de la cuarentena, sólo contó con la presencia de un grupo de activistas y de algunos vecinos desde sus balcones.
La primera en dejar el país
Mara era la única elefanta asiática del Ecoparque porteño, pero compartía su recinto con otras dos de origen africano: Kuky y Pupy, dos hermanas nacidas en el Parque Kruger de Sudáfrica.
Aunque tiene entre 50 y 54 años, se espera que pase algunas décadas en el santuario ya que la esperanza de vida en cautiverio para esta especie es de aproximadamente 75 años. Llegó al antiguo zoológico porteño el 16 de octubre de 1995, producto de un decomiso judicial por la quiebra del Circo Rodas.
Es la primera elefanta en dejar Argentina para ir a un santuario. Allí la espera una nueva vida en la tierra colorada, altas e interminables montañas, selva verde, mucho verde y cielos estrellados, que desconoce porque dormía bajo techo de ladrillos y sobre el cemento.