Pasado el efecto “freezer” inicial, la demanda por carne vacuna durante la cuarentena se mantiene firme. Las familias almuerzan en casa, cosa que no sucede habitualmente, vendiéndose muy bien los cortes para milanesa, para olla o cacerola, hamburguesas y salchichas, según remarcó el analista Ignacio Iriarte.
Aunque el volumen total de la demanda del comercio interno se mantiene alto, hasta ahora, ha bajado mucho la compra de asados y parrilleros, cortes llamados de consumo social porque ha caído drásticamente el número de reuniones de amigos o familiares los fines de semana.
También está la caída muy fuerte de la demanda de cortes finos por parte de restaurantes y parrillas (lomo, bife de chorizo, ojo de bife, tapa de cuadril), que son de muy difícil colocación en el mercado doméstico, y más aún en las actuales circunstancias. Este sobrante de cortes finos tiene una salida, pero limitada, a través de las ofertas de las grandes cadenas de supermercados; aún bajando significativamente sus precios, es difícil vender esos cortes en el mercado local. A esta oferta se le agrega el volumen de Hilton que no se puede exportar y se intenta vender en el mercado interno.
Por otra parte, ha aflojado la demanda por achuras de consumo (molleja, chinchulín, tripa gorda), muy afectadas por el cierre masivo de restaurantes y parrillas.
Así las cosas, puede decirse que la demanda del consumo interno, considerando las muy particulares circunstancias actuales, se presenta relativamente firme, pero hay un excedente de algunos cortes (asados, cortes finos) que han empezado a sobrar y son congelados por frigoríficos y carnicerías.
De todos modos, es una cuestión de precios: si se baja lo suficiente el precio al público, el consumo en la Argentina termina absorbiendo físicamente todo lo ofertado, como se demostró con el cierre de las exportaciones durante los años de gobierno kirchnerista, opinó Iriarte.
En cuanto a los canales de venta minorista, se observa una mayor participación del supermercadismo, en relación a meses anteriores.