“Tal vez sea tiempo de pensar en un salario universal que reconozca y dignifique las nobles e insustituibles tareas que realizan; capaz de garantizar y hacer realidad esa consigna tan humana y tan cristiana: ningún trabajador sin derechos“, reclamó el Sumo Pontífice.
La idea de un “Salario Universal”, que impactaría especialmente en el universo de la economía popular que agrupa a los trabajadores informales, ya estaba presente en un sector del Frente de Todos y la había expresado públicamente ayer el diputado nacional Itai Hagman, cercano al líder de la CTEP, Juan Grabois.
En su misiva, el Sumo Pontífice hace un reconocimiento al rol que cumplen las organizaciones sociales en medio de la “guerra contra el COVID”, y las define como un “ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras”, “sin más sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo”.
Sobre las consecuencias económicas y sociales que la pandemia de coronavirus está desencadenando en el sector de trabajadores informales, consideró que “los males que aquejan a todos”, a ellos “los golpean doblemente” porque “viven el día a día sin ningún tipo de garantías legales que los proteja”.
“Los vendedores ambulantes, los recicladores, los feriantes, los pequeños agricultores, los constructores, los costureros, los que realizan distintas tareas de cuidado. Ustedes, trabajadores informales, independientes o de la economía popular, no tienen un salario estable para resistir este momento … y las cuarentenas se les hacen insoportables“, señaló, poniendo el foco en las mayores dificultades para cumplir el aislamiento social en los barrios populares.
“Qué difícil es quedarse en casa para aquel que vive en una pequeña vivienda precaria o que directamente carece de un techo. Qué difícil es para los migrantes, las personas privadas de libertad o para aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones. Ustedes están ahí, poniendo el cuerpo junto a ellos, para hacer las cosas menos difíciles, menos dolorosas. Los felicito y agradezco de corazón“, enfatizó.
El papa Francisco tiene una aceitada relación con dirigentes de organizaciones sociales, en particular de Argentina como Grabois y el jefe del Movimiento Evita, Emilio Pérsico; y de hecho encabezó tiempo atrás tres encuentros con movimientos populares: dos en el Vaticano y uno en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
“Sé que muchas veces no se los reconoce como es debido porque para este sistema son verdaderamente invisibles. A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado. Tampoco ustedes tienen los recursos para realizar su función. Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico”, describió el jefe de la Santa Sede.
Francisco lamentó que persistan las desigualdades “incluso en momentos donde se acaban todas las excusas para sostener privilegios”, pero valoró que pese a la “impotencia” que eso genera en los trabajadores de la economía social, sigan “trabajando por sus familias, por sus barrios, por el bien común”.
En esta línea, invitó a los movimientos sociales a pensar en “el después” porque, según aseguró, “esta tormenta va a terminar y sus graves consecuencias ya se sienten”.
“Quiero que pensemos en el proyecto de desarrollo humano integral que anhelamos, centrado en el protagonismo de los Pueblos en toda su diversidad y el acceso universal a esas tres T que ustedes defienden: tierra, techo y trabajo”, manifestó el Papa.
Y concluyó: “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro”.
Fuente: Agencia de Noticias NA.