En tiempos de cuarentenas y distanciamiento social en el mundo, el día de San Patricio se vio opacado este año, sin procesiones juveniles ni brindis con cerveza artesanal, los elementos que tradicionalmente conmemoran al patrono irlandés. Es que desde hace unos días, Misiones se sumó a la lista de las provincias y países que ponen en cuarentena a su población y por ende, los bares y boliches cancelaron los festejos.
Salvando esta coyuntura extraordinaria, lo cierto es que en los últimos años la popularidad del festejo ha alcanzado tintes planetarios. Y en nuestra provincia este día no pasa para nada desapercibido. Pero ¿de qué se trata esta celebración?
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, la antropóloga social Ana María Gorosito Kramer explicó que “para los que están lejos de esos calendarios festivos globalizados, quizás sea sorprendente que las juventudes argentinas celebren con tanta algarabía un nuevo aniversario de la creación de la República de Irlanda. Que la fiesta concentre más energía y fastos que los tradicionales 9 de julio y 25 de mayo, con un menú alternativo a éstas: el locro y las empanadas reemplazados por la cerveza y el pescado frito, o mejor, ‘beer’ más ‘fish and chips’. Aparentemente en la Argentina se mantiene sólo el ‘beer’ de la combinación y lo demás, como dijo San Martín, ‘no importa nada’”.
“Un santo amigable”
Para la antropóloga social, es posible que las juventudes no celebren justamente el republicano aniversario irlandés, “sino al Santo propiamente dicho. Del conjunto de santos populares argentinos, San Patricio es el más amigable, aunque tal vez es el menos eficaz a la hora de las ayudas celestiales, que otros de nuestro acervo: San Cayetano, San Expedito, San Judas Tadeo, más localmente San La Muerte –si se me permite- y otros de reciente concentración devota, como San Francisco, de auxilios específicos, como San Antonio, o de arrobada admiración estética y no tan espiritual, como San Sebastián”, analizó Gorosito Kramer.
Un festejo revolucionario
Acerca de cómo surgió este fenómeno que convoca a miles de jóvenes misioneros y millones de creyentes y no tanto en todo el mundo, “aparentemente los 17 de marzo las tabernas deberían estar cerradas, por orden gubernamental. De modo que emborracharse ese día constituyó un acto de rebeldía popular contra la opresión, la injusticia y la explotación de las masas. Esos son valores bien juveniles, como todos sabemos, aunque nadie se atreva a acuñar lemas tales como ‘Cerveza y Revolución’”.
Por último, Gorosito Kramer explica que “la globalización ha traído festejos nuevos, rituales nuevos, fechas memorables en el calendario, por ahora claramente demarcadas por una frontera invisible pero no menos eficaz: la frontera de las clases sociales. El San Patricio es tan argentino como los viajes a Miami, la vida en los countries, el veganismo y los viajes iniciáticos a la India. La clase media, real o aspiracional, por ahora está contenida en esos espacios, a veces custodiada por los porteros de los locales bailables (‘vos pasás, vos no pasás’), o por rugbiers proclives al emprendedurismo. En tiempos de coronavirus, una costumbre regional y popular va instalándose en las redes: ‘Si el alcohol en gel es bueno para las manos, probemos con la caña con ruda. Que el alcohol también inmuniza por dentro’. Si la hipótesis no es verdadera, al menos la inspiración es bien de acá. Y se dice en castellano, que en cuanto a lengua, ‘es una que sabemos todos’”, sentenció.