¿En aquellas personas adictas al juego ¿hasta dónde incide? ¿de qué es capaz?
Es una patología que puede llegar a abarcar un 05 a un 2,5% de la población que juega, es decir, que tiene una baja incidencia y una baja prevalencia. Pero lo que es importante es que la segunda parte, hasta donde esto compromete al ser humano, a la familia, a la sociedad toda. El compromiso es muy grande. A diferencia de otras enfermedades, en general, cuando se padece una enfermedad clínica, quien padece es la persona inmediata que lo acompaña, la esposa/o, la madre, los hijos, por lo general queda en el núcleo familiar pequeño, cuatro o cinco personas. Sin embargo en estas patologías, sobre todo las adictivas conductuales, la problemática compromete a muchas más personas. Uno de los elementos de mayor dificultad en el manejo mientras se padece este tipo de situaciones, es el dinero. Por lo tanto, eso es, en esta sociedad de consumo, lo que puede comprometer a mucha gente (allegados, amigos, vecinos, familiares de segundo o tercer grado). Por eso es importante la difusión de esta patología.
Cuando el dinero se acaba ¿hay quienes incurren en cuestiones delictivas?
Como el intermediario es el dinero en esta situación adictiva, es muy frecuente que cuando el sujeto ya no puede disponer del dinero para ocio o para tiempo libre como cualquiera de nosotros podríamos disponer, cuando se le acaba ese dinero, apela a otro tipo de recurso económico, como puede ser el dinero para gastos familiares, para el estudio de sus hijos, para la supervivencia, incluso para la comida. Cuando se acaban también esas alternativas, se llega entonces a la etapa delictiva que es, en general, una de las últimas etapas de la enfermedad.
¿Es posible prevenir? ¿Cómo nos damos cuenta? ¿Cómo evitamos?
Hablamos de adicción cuando el sujeto pierde la posibilidad de libertad frente a un consumo, en el caso de las adicciones a sustancia, o a un comportamiento, en el caso de la adicciones comportamentales. Un científico español (Echeburúa y Corral) indicó que cualquier conducta placentera puede llevarnos a una adicción. Ya no hablamos sólo del juego, sino de las compras, del sexo, de las mascotas, entre otras. Cualquier situación que al ser humano le causa placer.¿Cuándo nos damos cuenta que estamos en riesgo, que estamos transitando el camino del peligro? Cuando empezamos a perder el control sobre esa conducta. Cuando ya no somos libres frente a la decisión de tomar -de lo que hacemos o no lo hacemos- y nos vemos impulsados forzosamente a cumplirlo. En ese momento, cuando perdimos la libertad, cuando nos volvimos adictos (adictus viene del antiguo latín y griego, que significaba esclavo), cuando nos volvemos esclavos de ese comportamiento, es cuando entonces estamos transitando peligro. ¿Cuándo debemos tomar nosotros medidas?. En general, quien padece la problemática, es el último que se da cuenta. Uno va siendo tolerante consigo mismo creyendo que siempre podrá manejar la situación. En lo cotidiano, podemos usar el ejemplo del cigarrillo. Cuando empezamos a fumar -hace 45 años que no fumo pero voy a ser un fumador durante toda mi vida porque no podré volver a tocar un cigarrillo porque soy vulnerable-. Cuando empezamos a fumar siendo jóvenes, siempre pensábamos dejar de fumar cuando se nos diera la gana. Fumo un poco más, ya voy a dejar, y cuando queremos darnos cuenta, cuando realmente tomamos conciencia del problema, ya no lo podemos hacer solos. Por eso es importante la información. Aparecen los familiares, los amigos, los allegados, que preocupados frente a la conducta, es cuando empiezan a consultar. Por eso la primera consulta, en general, no es del paciente, sino que es del entorno.
¿Cuál es el justo límite?
Los justos límites se aprenden desde la infancia, y se aprenden con el ejemplo. No es tanto lo que se le dice a los hijos sino lo que se hace frente a los hijos. Siempre que mostremos justos límites frente a nuestros hijos, estamos enseñándole justos límites. No podemos nosotros ser unos descontrolados respecto a lo que son las conductas y pedir que nuestros hijos sean controlados. Esto se ve actualmente, por ejemplo, con el consumo de drogas, de medicamentos, y de alcohol. Los padres se ven autorizados a poder excederse en el consumo de alcohol pero los jóvenes no. Si no mostramos control frente a los jóvenes y a los niños, tampoco ellos van a aprender a controlar.
¿Qué hay de las adicciones a Internet, al celular?
Previamente habíamos hablado sobre aprendizajes oportunos y correctos. Tenemos que hablar de las nuevas tecnologías y del buen uso de las nuevas tecnologías. De la misma manera que mi madre me corrigió y me enseñó a manejar el balero, hace 70 años, de la misma manera es como se debe enseñar el uso de las nuevas tecnologías. Que exige todo un esfuerzo, que exige toda una dedicación, que exige tiempo, fundamentalmente. Y esto es lo que diferencia a la mamá de hoy con mi madre. La mía disponía de más tiempo. Hoy la sociedad exige a cada uno de nosotros mucho tiempo, por el tema de la superación laboral. Entonces, este es uno de los inconvenientes. El tiempo madre y el tiempo padre que se le debe dedicar a los hijos, es lo que está fallando hoy para que esto pueda desarrollarse mejor. Pero, de todas maneras y, afortunadamente, se puede suplir con conocimiento. Todo exige una estrategia y una regla. Sabemos que los niños pueden acceder a las nuevas tecnologías pero no deben excederse más de dos o tres horas diarias, y que el teléfono celular no debe superar al palito. Siempre hablo del juego del palito. ¿qué era el juego del palito? Aquello que yo hacía cuando era niño. Este era el avión más importante del mundo, pero esta era el arma más poderosa del mundo, o esto era con lo que iba a tratar de atacar al indio que me perseguía. El juego del palito era la fantasía que ese niño depositaba en un objeto. Es lo que nunca debe morir, la fantasía en el juego. Por eso digo que la nueva tecnología no debe superar nunca al entretenimiento del palito. O sea, favorecer que los niños hagan vida al aire libre, vida de descubrimiento, con su padre, con su abuelo, transitar el mundo de las piedras, de la naturaleza. Esta es una forma de compensarlo. Muchos me dicen, pero si usted le da a elegir entre el celular y el palito, los chicos eligen el celular. Y yo le digo que no, porque el celular no deja de ser celular, en cambio el palito se va transformando permanentemente en muchos objetos. Y si nosotros los enseñamos a ellos que pueden transformar el palito, se van a dar cuenta de la riqueza del palito y de la riqueza de ese juego.
“Afortunadamente, las autoridades del IPLyC SE entendieron la necesidad que existe de la difusión de los conceptos de las adicciones conductuales, comportamentales, que no están incorporadas en la currícula médica y que es necesario, por lo tanto, formar gente del equipo de salud para que ellos puedan receptar las inquietudes que esta patología puede traer”.
Se está perdiendo creatividad…
Me gustaría que veamos la realidad desde otro punto. Recordarán muchos su niñez, cuando iban a almorzar con su padre y su madre, y como ambos se pasaban el tiempo y sacrificando incluso su propia comida, para enseñarle a comer, para enseñarle a cortar o para utilizar el tenedor. Hoy el papá lo que hace es darle el celular a su niño para poder comer en paz, tranquilo, y poder hablar con su esposa. O le da el celular a su hijito para poder ver el partido de fútbol, en un canal River y en otro, Boca. Quiere decir que el oficio de padre, la tarea de ser padres, es muy compleja, difícil, es un rol que se debe asumir con mucha responsabilidad. Nosotros somos los encargados de trabajar en estas cosas porque aquí comienza la prevención.
El temor es que no haya margen para la posibilidad de un cambio…
Creo que hay que ser más optimista, en el sentido que el ser humano siempre tiene posibilidades de resiliencia, de surgir. En general las alternativas de solución tienen que ver con la información, por eso estos cursos son importantes. Y tienen que llegar no sólo a los profesionales de la salud, sino a toda la sociedad. Tenemos que tratar de formar a los profesionales para que después ellos puedan ir a hablar con juntas de padres y madres de las escuelas, hacer ese tipo de desarrollo para que socialmente vaya habiendo una transformación y protección social.
¿Hay personas vulnerables a ser adictas, más que otras?
La vulnerabilidad es básica y fundamental en esta cuestión de las adicciones. No cualquiera se vuelve adicto. Se vuelve adicto justamente aquel que es vulnerable. Tiene que ver con factores biológicos, socioculturales, familiares, sociales, políticos, religiosos. La prevención se debe hacer con un amplio margen social, se debe trabajar en muchísimos aspectos porque hay sujetos que son vulnerables en un aspecto, pero lo podemos reforzar en otro aspecto. Es decir que puede ser biológicamente vulnerable, pero que nosotros socialmente lo podemos apoyar y reforzar. O al revés. Hasta donde la sociedad, en acciones que aveces ni piensa, puede estar haciendo prevención de las adicciones.
“Estamos acostumbrados que los cursos de este tipo son casi exclusivos para médicos y/o psicólogos. Por dos o tres años que venimos trabajando con el IPLyC se, lo venimos haciendo dirigido a todo el equipo de salud. Es decir, con esto hacemos un especial hincapié en la invitación para médicos, psicólogos, asistentes sociales, acompañantes terapéuticos, pero sobre todo, enfermeros”.
¿Las adicciones en general son curables?
Uno supera las adicciones. En medicina el tema de la cura está permanentemente en análisis. Lo importante es poder superar la adicción. Comenté que era fumador. Superé mi adicción al cigarrillo pero me tengo que cuidar, y lo seguiré haciendo el resto de mis años. Entonces, uno supera, uno deja de sufrir, deja de padecer las consecuencias del fenómeno adictivo, pero deberá cuidarse siempre.
A mi me costó horrores. Empecé a fumar a los 11 años. Era el más chico del curso. Entre con 11 e ingresé a la universidad con 16, siempre fui el más chico, y uno de los factores fue la vulnerabilidad, la necesidad de ese niño de sentirse mayor, y tratando de adoptar patrones conductuales de los más grandes. De todas maneras me costó muchísimo dejar. Intenté mucho. Pasé por tratamiento médico, psicológico, pero digo que a mi lo que me curó la adicción o me hizo superar fue un papel. Cuando digo que fue un papel refiero que fue el papel que me entregó el bioquímico con el resultado de un gravindex positivo de mi esposa, de su primer embarazo. Cuando leí que estaba embarazada, metí la mano en el bolsillo, saqué los cigarrillos, los tiré y nunca más fumé. Yo no podría ser un padre que fumara delante de sus hijos. Sí podía ser un médico que fumara delante de sus pacientes, pero no de sus hijos.
“Insistimos que la invitación sea para los enfermeros porque ocupan un lugar clave en el equipo de salud y, sobre todo, porque son, en general, los primeros receptores de las inquietudes familiares y sociales de cualquier tipo de patología adictiva”.
Hay una idea que los adictos son débiles…
Hay un preconcepto que los adictos son malos. Son sucios, son viciosos, son pobres, son tontos, son imbéciles, son delincuentes. Este es el estigma. Es con lo que tenemos que terminar. La adicción es una enfermedad, entonces a esto lo debemos tratar con la seriedad que exige una enfermedad, y sobre todo, no dejar de hacer la consulta frente a cualquier duda. Y aprovecho para hablar sobre el tabaco y el alcohol. Cuando tengamos problemas, esas personas que no pueden controlarse no son delincuentes, no son malos, son enfermos. Hagamos la consulta oportuna. Y si no es el paciente, por lo menos el familiar, que consulte a un médico. Hoy la medicina avanzó mucho respecto al tema, por eso hablaba de la riqueza de los cursos, y de la necesidad de ampliarlos no solamente al ámbito médico y psicológico sino también a todo el equipo de salud, que puedan asistir sobre todo -insisto- los enfermeros, que los vamos a esperar con los brazos abiertos.