Pasaron 15 años desde el boom de los cibers. Una época en que en cada cuadra había uno. En ese entonces, era usual que el encargado del ciber tuviera que despachar a los clientes: “¿Tenés máquina?”, “las tengo todas ocupadas”. En el mejor de los casos, se esperaba 15 minutos a que se desocupe una, y sino se sabía que a pocos metros podría tener más suerte.
El costo y las dificultades que representaba acceder a una conexión de Internet hogareña, hicieron de este negocio, un éxito mundial.
Pero con el tiempo esto cambió. Los precios se volvieron accesibles, los servicios mejoraron y, finalmente, llegó la conexión de Internet a los teléfonos. En poco más de una década, la tecnología “se comió” al negocio millenial.
“La falta de competencia me beneficia”
Pese a que sorprende ver un ciber abierto, todavía es posible encontrarlos en la ciudad. Es por ello que PRIMERA EDICIÓN habló con William Thompson, dueño del “Ciber House” (Av. Cocomarola 7388) quien inauguró su negocio hace casi diez años. “Lo abrí cuando era la época de los cibers, la gente venía a chatear o usar el Fotolog y más adelante el Facebook”, contó a este medio.
Antes, “había muchos más cibers en el barrio. Hace poco cerró el último y ahora mi ciber es el único del barrio”, aseguró con cierta satisfacción ya que explicó que la falta de competencia, lo beneficia.
Pese a la caída de sus exrivales, el negocio de William no decae: “La llegada de Internet afectó un poco el negocio pero yo siempre me adapté”, dijo. Y en efecto, su negocio estaba lleno. Chicos de entre 10 a 17 años estaban concentrados en sus videojuegos online como Apex Legends, Fortnite y el clásico Counter-Strike.
Adaptarse para sobrevivir
Actualmente, los ciber se reinventaron. Ya dejaron de dedicarse únicamente al servicio de máquinas con conexión a Internet. Locutorios, servicios de fotocopia e impresión, videojuegos o incluso bar-café, son incluidos en sus locales.
“Siempre voy renovando las máquinas. Tienen placas más potentes, más memoria y procesadores más rápidos para soportar los juegos”, explicó William. Además, contó que “en época de clases los chicos siguen viniendo para hacer sus trabajos e imprimirlos acá”.
Quizás la supervivencia de “Ciber House” se deba también a su ubicación, ya que se trata de una zona donde la conexión a Internet todavía no llegó a todas las familias.
De una u otra forma, aquel negocio que nos introdujo en el mundo virtual, todavía sigue en pie, manteniendo a sus fieles clientes. Porque aunque la “banda ancha” dio la libertad para conectarte a la red desde casa, estos espacios, ofrecen algo más: la posibilidad del encuentro. No se trata del lugar, sino de la experiencia.
Pioneros cibernéticos
“Confe” fue uno de los primeros cibers en Argentina. Por la cantidad de computadoras y su particular decoración llamaban la atención a cualquiera que pasara por allí. Pisos de metal, cables a la vista y luces de todo tipo, simulaban el interior de una nave espacial.
La hora, que antes oscilaba entre un peso o dos, ahora sale 20 pesos con descuentos por más tiempo.
Los mismos clientes
Si bien es cierto que las conexiones privadas permitieron que ya no exista la necesidad de ir a salas compartidas para conectarse y que muchos negocios hayan cerrado, el modelo como tal no despareció. Se reinventaron.