Del viejo fonógrafo de 1877 a los nuevos softwares de grabación y reproducción de sonido, mucho cambió. El clásico tocadiscos, los casetes, walkman, Cds y MP3 fueron los antecesores de la actual “música a la carta”: un nuevo modelo de consumo de música que, a través de aplicaciones web, aloja su material en la nube. Allí, los usuarios pueden crearse un perfil para escuchar la música que deseen, cuando quieran y donde quieran.
“Cada dispositivo de grabación tiene su propia virtud y defecto, no hay uno que sea mejor o peor”, contó a PRIMERA EDICIÓN Uriel Lansky estudiante en ingeniería de sonido. En este sentido, explicó que “cada dispositivo trabaja el sonido de maneras diferentes. La industria del audio avanza gracias a las innovaciones, aunque esto haga que siempre se pierda algo en el camino”.
¿Vinilo o CD?
Del vinilo, se dicen muchas cosas. Que en él “se escucha una especie de ruido de fritura o que tiene un sonido más natural, o menos graves o que tiene menos potencia que un CD”, dijo Uriel.
Con el CD, la historia es diferente: “La gente que grabó en CD se dejó llevar por el volumen y es por eso que hoy se cree que cuanto más fuerte se grabe y se escuche, es mejor. Y es que el medio digital te permite eso”, explicó.
Las formas de reproducir música también cambiaron. “Es imposible comparar un parlante de los años 70 con un sistema de sonido actual”, afirmó y siguió “antes, el límite del volumen era físico. Por ejemplo si con el tocadiscos querías subir el volumen, la aguja que presionaba el vinilo lo rompía. Ahora, no hay límites y eso hace que, al ponerle más volumen, el sonido se comprima y la calidad se vaya perdiendo”.
“Va en contra de la calidad del audio”
A raíz de esto, en el 2000 “se comenzó con una movida que propuso bajar los volúmenes de la música para tener más calidad en el audio. Plataformas como Youtube, Spotify y otros streaming de música, hacen ciertos tratamientos al audio para bajar o subir el volumen dependiendo de cada uno. Eso permite que todos los temas dentro de esa plataforma, tengan un volumen estándar de escucha”, explicó.
Entonces… ¿qué es mejor? “Antes, para grabar una banda sí o sí tenía que ir a un estudio que tenga un buen equipamiento. Los músicos grababan los sonidos que entraban en una consola donde se mezclaban. En una misma cinta se grababan 24 canales como máximo”, contó. Como el precio de la cinta era muy elevado, sólo grababan aquellos que podían pagarlo y que tenían experiencia musical. “Iban muy asesorados al estudio porque sino perdían plata”, sostuvo.
Para Uriel, esto es una ventaja porque “te obliga a ser bueno para grabar porque era casi imposible arreglar los errores después”. Sin embargo “también es una desventaja porque era más difícil, y mucho menos accesible que ahora”.
Con la llegada de las innovaciones tecnológicas, no sólo se hizo más fácil grabar las canciones, sino que también permitió tener infinitos canales. Eso significa que “ahora podés grabar y re-grabar el mismo canal las veces que quieras. Además, lo que tocás podes reemplazarlo, cambiar los sonidos, editarlo… es todo mucho más fácil”.
Volver al vinilo
Pese a tantas innovaciones, desde hace unos años, los amantes de lo clásico decidieron desempolvar y volver al viejo tocadiscos. ¿Es la moda vintage o realmente hay diferencias en el sonido?
“Creo que tiene un poco de los dos, por un lado es porque se está volviendo a lo vintage, pero por el otro creo que la gente se dio cuenta que la calidad del vinilo era buena”, sostuvo Uriel.
Sin embargo, más allá de la calidad, lo que cambió en realidad es la forma de escuchar música. “La gente de los 80 se sentaban a escuchar el disco completo. Iban a la disquería, compraban el disco, llegaban a la casa y lo escuchaban 3 veces seguidas, sin pausar ni cambiar el tema: se preparaban para escucharlo”, explicó.
Hoy, en cambio, la música suele sonar de fondo mientras vamos al trabajo o limpiamos la casa. “Podemos escuchar un tema de tres minutos, pero es difícil que escuchemos un disco entero sin interrupciones y prestando completa atención a la melodía”, continuó.
Grabación en casa
Hoy en día, y gracias a las innovaciones en los sistemas de reproducción y grabación de sonido, se hace cada vez más común que artistas emergentes se hagan conocer en plataformas web con grabaciones caseras.
Es el caso de la ahora reconocida Billie Elish que, actualmente, deslumbró en los Grammys por tener el álbum del año, grabación del año, canción del año y mejor nuevo artista. La joven artista grabó su primer single a los 13 años junto a su hermano.
La canción “Ocen Eyes” la hicieron con un improvisado set de grabación en la habitación que compartían. Según comentaron en medios locales, los hermanos Billie y Finneas Eilish grabaron su primer disco en su casa porque alquilar un estudio era “demasiado caro” y “faltaba luz natural”, por lo que apostaron por el dicho: “yo me lo guiso, yo me lo como”, al que ahora se suma “y me lo premian”.
Luego de la canción, el disco entero y EP se hizo de la misma manera. La compartieron en la plataforma SoundCloud y su estilo de voz único más la simpleza, la llevó al éxito de la música pop. En su primer año tuvo más de dos millones de reproducciones en Spotify.
A pesar de los récords que no para de romper y las giras por todo el mundo, Eilish no pierde piso, de hecho, sigue viviendo en casa de sus padres, y que eso la ha ayudado mucho a seguir siendo quien era antes de volverse famosa.
Productor y artista
Para Uriel, la relación entre productor y artista no cambió. “Lo único que se modifica es que tenés que pensar para quién y para qué hacés la música”, aseguró el estudiante.
Nuevos sistemas de sonido
Actualmente todos los sistemas de grabación y reproducción de sonido trabajan de manera similar. Según el estudiante de ingeniería en sonido, los más utilizados son los DAWs Pro Tools, Cubase o Nuendo y la elección de uno sobre otro, es por cuestión de gustos ya sea en el manejo del software, o por la comodidad.
“Yo ahora trabajo con Pro Tools porque me acostumbré, me sé unos atajos y me parece mucho más rápido”, aseguró Lansky.