Este espacio natural se encuentra a nueve kilómetros de la localidad de Sierra de la Ventana -unos 560 kilómetros al sudoeste de la Ciudad de Buenos Aires- en medio de una de las formaciones geológicas más antiguas de América, en terrenos de la familia Dorasio.
Sus paredones de roca dejan ver los plegamientos que se formaron hace más de 250 millones de años en sus 2.700 hectáreas, destinadas a la preservación de más de 700 especies de flora y fauna.
El director de Turismo de Tornquist, Martín Olhaberry, dijo a Télam que “Sierras Grandes, junto al parque provincial Ernesto Tornquist, forma el área más grande de biodiversidad de toda la provincia de Buenos Aires”.
La reserva fue creada en 2013, con un objetivo educativo y para conservar los pastizales pampeanos, se abrió al turismo en 2015 y en la actualidad desarrolla nuevas propuestas de ecoturismo.
El corredor de Ventania, donde se encuentra esta reserva, tiene 180 kilómetros de largo y otros 50 de ancho y alberga 50 especies propias que dependen de la conservación de este ecosistema para no extinguirse.
La iguana de cobre, declarada monumento natural, la culebra serrana, varias serpientes y el sapito de las sierras, son alguna de esas especies.
La reserva se puede recorrer a través de siete circuitos que ofrecen desde caminatas de baja dificultad que bordean el arroyo San Bernardo, escaladas exigentes, travesías en vehículos todo terreno, hasta trekkings hacia cascadas y piletones naturales.
Olhaberry aclaró que estos recorridos “sólo se pueden realizar con guías autorizados, no sólo por el peligro (al que pueda exponerse el visitante) sino para el cuidado del entorno natural”.
Los circuitos turísticos son el Cascada Escondida, el Cueva Florencio, el Piletón Grande y recinto Piedra, el Paredes Rosas, el Cascada Grande, el Cerro Vavacuá y el Cerro de la Carpa.
En torno a estos senderos viven unas 250 especies de gramíneas, 40 variedades de helechos, flores coloridas y algunos cactus, junto a guanacos, pumas, gatos monteses, zorrinos, vizcachas, reptiles, lagartos, anfibios, peces, insectos, mariposas y 120 especies de aves.
El Cascada Escondida demanda una caminata de casi tres horas de mediana dificultad, que remonta el cauce de un arroyo hasta llegar a una cascada con piletas naturales, mientras el Cueva Florencio, de mediana dificultad, arranca en vehículos todo terreno y sigue a pie hasta un yacimiento arqueológico.
El Piletón Grande y recinto de Piedra es un recorrido de unas dos horas por la orilla de un arroyo, desde donde se pueden observar los plegamientos serranos y una pileta natural, en tanto el Paredes Rosas contempla una caminata de esfuerzo medio por la orilla del arroyo San Bernardo, que se interna en un cañadón de paredones rosados.
El Cascada Grande es un recorrido de dificultad alta y de ocho horas de duración, que transita por el cañadón hasta la naciente del arroyo San Bernardo, donde hay cascadas de hasta seis metros.
También el circuito Cerro Vavacuá demanda gran esfuerzo por un camino que llega a una cumbre de 980 metros de altura, desde donde se obtienen las mejores vistas del cerro Tres Picos, con una duración de seis horas, y el del Cerro de la Carpa dura unas diez horas y culmina en una cumbre de 1.060 metros sobre el nivel del mar.
El director de Turismo de Tornquist subrayó que “en estos trayectos por la zona de los paredones de piedra rosada se pueden encontrar cuevas con vestigios del arte rupestre de las comunidades que habitaron esa zona hace más de 6.000 años”.
Dato
El corredor donde se encuentra la reserva tiene 180 kilómetros de largo y otros 50 de ancho. Alberga 50 especies propias que dependen de la conservación de este ecosistema para no extinguirse.