Los derechos en materia género y la visibilización de problemáticas que durante mucho tiempo estuvieron silenciadas por los esquemas patriarcales, fueron sin dudas los avances más importantes en la última década.
Es así que vimos como se conformaron movimientos como el “Ni una Menos” para protestar contra los femicidios y el “Me too” para denunciar la agresión y el acoso sexual en la industria del entretenimiento, que inspiró a miles de sobrevivientes de todo el mundo a denunciar a sus agresores.
También vimos la organización de luchas por distintas reivindicaciones como el paro internacional de mujeres del 8 de marzo contra la precarización laboral y la violencia, además de las marchas por el aborto legal, seguro y gratuito y para la implementación de la Educación Sexual Integral en las escuelas.
A todo esto se sumó la irrupción de la mujeres en la vida política y la ocupación de roles de poder en espacios que tradicionalmente fueron reservados para hombres.
En este contexto, surgieron leyes de paridad de género en ámbitos de representación política, como la que fue sancionada por el Congreso en el 2017, y la necesidad de repensar las políticas públicas en cuestiones vinculadas al género por lo cual a fines de 2019 se creó el nuevo Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades.
Pero ¿qué se necesita para que las mujeres puedan acceder a cargos de conducción?
Consultada sobre el tema la diputada provincial de la UCR, Ana Minder, quien el año pasado se convirtió en la primera mujer autoridad en la Cámara al ser electa como vicepresidenta segunda por sus pares, consideró que “todavía queda mucho por hacer para convocar a las mujeres a una participación política real y efectiva”.
“Las leyes del cupo femenino primero y de la paridad después, garantizaron un lugar al cual antes era muy difícil de acceder. Yo tengo 30 años de conducción política y nunca estábamos las mujeres entre las prioridades al momento de la toma de decisiones”, recordó.
Asimismo, opinó que “todavía está faltando promover y empoderar a las mujeres para que tomen un rol más protagónico y salgan a pelear por el poder”. “Está garantizada la paridad de género en la cuestión legislativa, pero siguen quedando otros espacios donde todavía se nota un disvalor importante o una diferencia en cuanto a los lugares que ocupa cada una”, indicó.
En este sentido, la legisladora señaló que lo que falta es “más información para incentivar la participación. El poder todavía se concibe como algo masculino, eso es algo cultural y atraviesa tanto a hombres como a mujeres. Creo que esto se puede cambiar mediante la organización de talleres, charlas y la formación de liderazgos. Soy consciente de ello porque en los armados de listas, por ejemplo, cuesta que las mujeres peleen por los espacios. La paridad y los roles en la política son nuevos paradigmas que se dan en el mundo y tenemos que acompañar a las mujeres para que estos se den de manera efectiva”, aseveró.
Igualdad y empoderamiento
Al respecto, también habló la presidenta del Partido Obrero de Misiones, Olga Aguirre, quien sostuvo que “la militancia política para la mujer trabajadora es difícil porque aparte de trabajar tiene que atender a la familia”.
“El cuidado de niños, enfermos y ancianos recae de manera casi exclusiva en las espaldas de las mujeres trabajadoras”, explicó.
Aguirre contó su experiencia en la militancia dentro de uno de los partidos más tradicionales de la provincia. “Comencé a militar en el Partido Justicialista donde el lugar que tenían relegado para las mujeres era muy nefasto. Las decisiones siempre las tomaban otras personas desde arriba y los militantes de base siempre quedábamos afuera, eso se agravaba en el caso de las mujeres que siempre quedaban relegadas al área social”, recordó.
Posteriormente, la abogada se unió a las filas del Partido Obrero de Misiones donde logró ser candidata en las elecciones del 2015 y también en el 2017. A su vez, dentro de este espacio, el año pasado consiguió ser la primera mujer candidata a gobernadora en la historia de la provincia.
“Las mujeres tenemos que lidiar con una sociedad educada a través del Estado en una estructura con valores conservadores; un Estado alineado con las iglesias tiene consecuencias en el sistema de educación, en la salud, y todo eso se traduce en un bagaje cultural donde el machismo y el sometimiento de la mujer queda a flor de piel y forma parte de la sociedad”, señaló.
Por todo esto, sostuvo que para que las mujeres puedan ocupar estos roles se requiere “igualdad en el ejercicio de los derechos adquiridos”.
“Las mujeres hemos adquirido la igualdad jurídica, hablando principalmente de occidente, es decir que no hay una excepción que dice que cobrás menos por ser mujer, pero en la realidad eso no se tradujo en la igualdad del ejercicio de esos derechos consagrados en la ley porque en la práctica tenemos un montón de obstáculos que tienen que ver con la cuestión de género”, observó Aguirre.
Apreció que “para participar de la militancia política y sindical las mujeres necesitan de trabajo, independencia económica y guarderías ya sea en los lugares de estudio o laborales”.
“El Estado es responsable de esta situación en la que estamos porque no sólo educa a la sociedad en valores retrógrados de la iglesia, sino que también precariza a las trabajadoras y resiente la posibilidad de participación política de las mujeres”, expresó.
La clave es la organización
A su turno, la secretaria general adjunta de la Asociación de los Trabajadores del Estado (ATE) de Misiones, Mirian López, comentó que “las mujeres dieron un salto cualitativo muy grande en cuanto a participación”. No obstante, adujo que “se debe cambiar la mentalidad machista”.
“Hay muchos tabúes en la parte sindical, incluso en las mismas mujeres, ya que se piensa que es una actividad neta y puramente exclusiva de los hombres. Por supuesto que ellos también tienen que acostumbrase a nuestra presencia, discutimos de igual a igual y tenemos la misma tarea. Por lo tanto, necesitamos que se nos respete y que nos den los lugares que nos merecemos”, indicó.
Aclaró que en el mundo sindical “no por ser mujer se tienen privilegios” y destacó la importancia de la igualdad. “Yo soy una mujer, una trabajadora y una militante en igualdad de condiciones y quiero que se me respete como tal. Si estoy al frente de una asamblea de trabajadores y me comunico al igual que los hombres, quiero que se me dé el mismo lugar”, apuntó.
En este sentido, López enfatizó que la presencia de los colectivos de mujeres fue fundamental para la irrupción de estas en los espacios políticos y sindicales. “Hay muchas mujeres que todavía no se animan a participar porque tienen miedo. No es tarea fácil. La herramienta fundamental es la organización. Este colectivo de mujeres que funciona dentro de ATE y CTA, es muy importante porque gracias a estos hoy muchas ocupamos lugares importantes, allí las mujeres nos empoderamos, sacamos dudas, planteamos ideas y apoyamos entre nosotras”, concluyó.
Por Diana Fernández