Como detalle de color, los chicos llegaron en ese auto al acto de colación para recibir su diploma en El Soberbio. La llegada rompió con el protocolo habitual y causó sensación en la comunidad educativa, la cual festejó en medio de aplausos, sorpresa y alegría.
La reparación había entrado, además de las prácticas, en otro grupo de materias mediante las cuales los alumnos pudieron llevar adelante el proyecto final para recibirse: Taller de Mecánica Técnica, taller de Termodinámica y Ajuste Mecánico.
“La refacción del auto entró como parte del proyecto final para terminar el secundario, la verdad es que trabajaron muchísimo, tuvieron que hacer uso de su ingenio y creatividad porque no contaban con recursos y en algunos casos hasta idearon herramientas por no tener las necesarias”, elogió el director del colegio, Sergio Vallejos.
“El coche es propiedad del padre de uno de los alumnos, y por eso lo sintieron como propio. La reparación que compete a las materias de los chicos fue la parte mecánica y eléctrica”, detalló el directivo al remarcar que la chapa y pintura no entraba como requisito para aprobar las materias más importantes.
Las reparaciones
Bajo supervisión docente, los siete alumnos de sexto año debieron arreglar el arranque, distribución, puesta a punto, regulación de válvulas, embragues, frenos, parte eléctrica básica para echar a andar el motor y que el alternador genere electricidad, arreglo de la bomba de agua, cambio de aceite y filtro, entre otros.
Ludmila Rodríguez flamante ex alumna de la EPET 39 e integrante del equipo, contó a PRIMERA EDICIÓN algunos aspectos del proyecto de fin de curso.
“Es un coche que no se fabrica más, creo que modelo ’78, y estuvo varios años en un garaje sin funcionar”, comenzó.
Los docentes Juan Pablo Bella y Alfredo Yunes tuvieron la idea, “nuestro compañero Alan Fernández tenía ese auto en su casa, que estaba fuera de circulación porque había que arreglarlo y ya no se conseguían los repuestos, básicamente. Ademas había que hacerle limpieza de motor, y también del carburador para presentarlo en nuestra expo”, explicó.
“El auto quedó funcionando y se encuentra en perfectas condiciones. Quedó tan bien que con ese auto los egresados de sexto año nos presentamos a recibir el diploma arriba del coche”, contó Ludmila todavía sorprendida con la hazaña.
“Nos quedamos muy satisfechos y gratificados con cómo quedó nuestro trabajo final y quedará por siempre en nosotros la forma en que llegamos con el auto, portando una bandera con el escudo del colegio”, evocó.
Después de la fiesta de finalización de clases se coronó todo el trabajo con un paseo por el pueblo.
“Se trató de una gran sorpresa, no sólo para nuestros compañeros de otros cursos sino para todo el pueblo”, remarcó.
Sin descanso
Para llegar con las reparaciones hicieron falta muchas más horas que las habituales de las cátedras. Impulsados por el desafío, todos los chicos estuvieron poniéndole mucha energía, desde la mañana hasta la noche.
“Nuestros profesores debían aprobar nuestros conocimientos sobre entender el funcionamiento de un motor y de tener una idea de cómo arreglarlo o por lo menos detectar cuál es el problema que tiene”, explicó la chica.
“Fue complicado, es un auto que se dejó de fabricar ya no hay piezas para comprar y tuvimos que arreglarnos con lo que cada uno tenía o podía aportar”, dijo sobre la experiencia.