“Para algunos es un duende que los protege. También se lleva a los chicos que no son bautizados. Eso le pasó a mi sobrino: estaba toda la familia dentro de la casa, todos dormidos, la casa cerrada. Ya entrada la noche, vino un vecino y trajo al niño, a quien encontró en medio de una planta de un patio baldío. Estaba bien, solo asustado. Fue algo inexplicable. Como no estaba bautizado, mi padre nos dijo que fue el Pombero”, relató Lucía, del barrio Caballeriza de Oberá.
“Yo nunca lo vi, tampoco quiero verlo, pero creo en su existencia”, afirmó la mujer, quien recordó que “cuando éramos niños nos contaban sobre el Yasy yateré, que es un niño bonito, muy rubio. Muchos aseguran haberlo visto, sobre todo en las colonias, al mediodía en la época de tarefa o trabajo en la chacra. No sé si era para darnos miedo, muchos dicen que se utilizaba antes para que los niños duerman la siesta, pero yo no quisiera encontrarme con ninguno de ellos”, subrayó la mujer.
Muchas son las historias similares: Lucho, un joven de veinte años, asegura que su tío fue salvado en el monte por una de estas figuras mitológicas. “Él se había lastimado y no podía moverse, fue cuando apareció un hombrecito y lo ayudó a salir. Me dijo que fue el Pombero, por eso a partir de ahí llevaba al lugar cigarrillos y los dejaba cada noche. Cuando volvía al día siguiente no estaban”.
“A mí me cruzó el lobizón”, afirmó Tomás, un trabajador que vive en el barrio Hultgren. “Entro a trabajar a las cinco de la mañana y, como voy caminando hasta el centro, salgo a la madrugada, todavía es oscuro. Una vez, cuando pasaba la plaza del barrio, escuché un ruido que me dio escalofríos. Miré hacia el lugar de donde provenía y vi como una bestia gigante, negra, no era un perro sino mucho más grande. Me quedé paralizado, pasó cerca de mí y pego un salto hasta desaparecer. Fue un salto extraordinario, estoy seguro de que era el lobizón, un animal normal no podría dar semejante salto”.
Espectros
Pero entre las leyendas urbanas se destacan también las apariciones fantasmagóricas, como la que cuenta una y otra vez un remisero de la ciudad: según él, subió a una pasajera frente a un local bailable y al llegar al Cementerio Sueco, frente a la dirección que le había dado como destino, desapareció mágicamente y sólo vio la figura de una mujer diluyéndose entre las tumbas.
También Pedro, un albañil de mucho oficio, comentó que “un cliente me pidió que arreglara la tumba de un familiar. Estaba trabajando con un ayudante cuando vi que a unos metros venía una dama vestida de rojo seguida de un señor muy elegante. Le dije a mi ayudante: ‘Esos seguro van a darnos algún trabajo’, y seguí en mi tarea. Cuando volví a alzar la vista, estaba junto a nosotros el hombre, quien me saludó muy amable. Le pregunté por la mujer y me dijo que vino solo, a visitar la tumba de su señora. Le volví a decir ‘pero había una señora con usted’ y me negó absolutamente. Después que se fue, miré la foto de la tumba que fue a visitar y era la mujer vestida de rojo que había visto”. Después de veinte años, el albañil escuchó a alguien contar lo mismo que a él le había ocurrido.
¿Alguien en el puente?
Desde hace tiempo hay quienes sostienen haber visto a una persona caminando a un costado del puente del arroyo Yazá, por la ruta nacional 14, en el tramo Oberá-Campo Viera, y que de repente desaparece.
Incluso en uno de los casos, hace poco más de seis años, un automovilista creyó que embistió a una persona que estaba sobre la cinta asfáltica, por lo que se lo comunicó al primer policía con el que se encontró, pero éste le manifestó que su auto no tenía ninguna señal de golpes. Igual fueron hasta el lugar y no encontraron nada.