“Cambio, cambio, cambio”. Caminar por el microcentro posadeño se asemeja bastante con lo que sucede en grandes ciudades del país por el canto de los “arbolitos”, que acompaña el paso de los peatones en determinados puntos estratégicos.
Ubicados en lugares cercanos a las casas de cambio oficiales, ofrecen el cambio de divisas extranjeras dentro del “mercado negro”. Así, el sonido del “cambio, cambio”, tan característico de la peatonal Florida en el microcentro porteño, se expandió sobre el paisaje cotidiano de Posadas en horario comercial, cuando mucha gente transita por los espacios públicos. Siempre estuvieron en las mismas cuadras, en ocasiones más dispersos y con un perfil más bajo pero, últimamente, crecieron en número y en visibilidad por largas horas. No los para ni el frío ni el calor, ni la lluvia ni el sol pleno de la jornada.
La devaluación del peso frente al dólar y un nuevo cepo cambiario dispuesto por el Gobierno nacional, les dio mayor protagonismo. El negocio de los “arbolitos” mueve miles de billetes diarios, por la desesperación de personas y empresas que prefieren evitar la burocracia y el control de los entes reguladores del Estado, para acudir a las improvisadas oficinas, también conocidas como “cuevas”, o simples mesas de bar sobre las cuales se puede gestionar el intercambio monetario a través de breves movimientos y sin mostrar ninguna identificación.
“Ahora está comenzando el movimiento con los reales (moneda brasileña), eso pasa siempre que se aproximan las vacaciones porque muchas familias viajan a Brasil todos los años. Aunque la crisis económica sea muy fuerte, siempre están los que veranean en las playas brasileñas, porque también saben que si la temporada es complicada para ellos, por escasez de turistas, los comerciantes brasileños y dueños de viviendas de alquiler bajan sus precios en reales”, afirmó a PRIMERA EDICIÓN uno de los “arbolitos” que manejaba al detalle los números de las cotizaciones del instante mientras se explayaba sobre las costumbres que se repiten en cada verano.
“La mayoría elige cambiar y llevar reales. Otros, la minoría, prefieren cambiar su plata por dólares y llevarlos a Brasil para cambiarlos allá. La conveniencia es muy relativa, depende de cómo está el cambio del dólar en Brasil en ese momento del viaje”, agregó.
Para efectivizar el intercambio, compra o venta, de alguna moneda extranjera (dólares, euros, reales, guaraníes) dentro del “mercado negro”, una de las “cuevas” posadeñas se disfraza como una oficina particular dentro de una pequeña galería. Un simple escritorio y una antigua máquina registradora con papel son las únicas herramientas visibles. El dinero permanece en otra parte del inmueble, lejos de la vista, hasta que el cliente muestre los billetes que desea utilizar en la transacción. Así, sin más y en simples segundos, cualquier persona que cuente con el dinero en mano y sin siquiera mostrar identificación, puede comprar o vender moneda extranjera por fuera de los marcos legales. Claro que no existe “garantía” sobre el origen y autenticidad de los billetes ofrecidos y, eventualmente, entregados.
Cabe recordar que, a principios de septiembre, el Gobierno del presidente Mauricio Macri emitió un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), mediante el cual se implementó un “cepo”, para personas físicas y empresas para la compra de moneda extranjera. Entre otros puntos, con el nuevo cepo, los ciudadanos pueden comprar hasta 1.000 dólares por mes en una casa de cambio y hasta 10.000 dólares por medio del sistema de homebanking del banco con el cual se opera habitualmente.
Instalado en la práctica común
En el momento de hacer este informe, los carteles de las casas de cambio mostraban un valor de $61.50 por unidad, para la venta del dólar; y $15 para el real. Mientras que los “arbolitos” ofrecían las mismas monedas por $63 y $15.30, respectivamente.
“Vendemos más caro sí, pero la diferencia de comprarnos a nosotros es que te evitas el papeleo de la burocracia o, para los que manejan mucho dinero, el problema de los cepos”, justificó el “arbolito” que pidió el anonimato a este Diario a cambio de su testimonio. Remarcó: “No sé muy bien si está permitida la compra y venta de divisa sin autorización, pero todo el mundo sabe que es algo que está instalado en la práctica hace mucho tiempo. Si realmente lo quieren controlar no lo van a poder hacer. Nosotros estamos acá todos los días, no importa el frío, que llueva, o haga mucho calor”.
“Los turistas son buenos clientes, siempre. Los que ya estuvieron en Buenos Aires saben que les conviene buscar `arbolitos´. Otros clientes comunes se nos acercan porque no quieren pasar por el banco o dicen que prefieren evitar aparecer en el radar de la AFIP”, señaló.
En relación al clima social por la crisis económica, comentó: “Últimamente se nota mucho nerviosismo en la gente, por las corridas bancarias, hay un clima latente ahí en la calle, se siente algo como que en cualquier momento está por reventar. Es mucha la gente que vive muy pendiente del dólar, aunque nunca haya visto uno de esos billetes, porque los argentinos ya somos así, se relacionan los precios de todas las cosas que consumimos a lo que pasa con el dólar y por eso toda la inestabilidad que viene desde hace unos meses complica bastante”.
Otra estrategia cambiaria también se volvió parte de lo cotidiano de la ciudad. En las mismas veredas, incluso a corta distancia de los ingresos a las casas de cambio y su correspondiente custodia policial, se mueve un grupo que va rotando, entre 10 a 20 personas, la mayoría jóvenes, que cortan el paso de quienes caminan por allí para ofrecerles una sencilla forma de ganar dinero.
Esto consiste en ingresar a la casa oficial y cambiar una determinada cantidad de dinero para ellos. El tope ofrecido de pago es 300 pesos, que se gana la persona que acepta realizar la operación cambiando un monto equivalente a los 1.000 dólares, el tope permitido por el Gobierno nacional. El reclutador de “potables interesados” que necesitan los 300 pesos, se dirige a otro que saca de su mochila un fajo de billetes que totalizan 61.500 pesos. El destino es cambiarlos por 1.000 dólares.
Así, el reclutador aclara que “no hay ningún problema con la AFIP, ni nada, es solo entrar y retirar el dinero, como si fuera algo tuyo. Cuando salís nos das los dólares y te pagamos los 300 pesos”. Cada movimiento es celosamente vigilado, dentro y fuera de la casa de cambio, por eso incluso se animan a decir a modo de despedida “si tenes más amigos que quieran 300 pesos mandalos para acá”.
Prohibiciones vigentes
Para el Banco Central de la República Argentina, “podrán operar libremente en el mercado de cambios todas las personas humanas o jurídicas y los patrimonios y otras universalidades (por ejemplo: fideicomisos, fondos comunes de inversión, sucesiones indivisas, uniones transitorias de empresas, agrupaciones de colaboración empresaria, consorcios de cooperación u otros contratos plurilaterales asociativos)”. Seguidamente, la comunicación del BCRA establece que “en todas las operaciones de cambio, canje y/o arbitraje que se cursen por el mercado libre de cambios (…) deberán intervenir entidades financieras o cambiarias autorizadas por el Banco Central de la República Argentina, en adelante entidades, debiéndose cumplir en todos los casos con las disposiciones que resulten aplicables a cada operación”.
El Central estableció que “las operaciones de cambio serán realizadas al tipo de cambio que sea libremente pactado entre las partes”, y que “las entidades deberán dar cumplimiento a los requisitos de identificación de sus clientes y registro de las operaciones ante el BCRA según el régimen informativo correspondiente. Los incumplimientos en el envío de la información estarán sujetos a la aplicación del artículo 41 de la Ley de Entidades Financieras”. Así, “las entidades deberán cumplir con las normas sobre `Prevención del lavado de activos, del financiamiento del terrorismo y otras actividades ilícitas´”, indica la normativa.