Desde hace un tiempo establecieron que el 8 de diciembre, Día de la Virgen, fuera el día del reencuentro. Pero lo vienen haciendo desde hace casi veinte años. Son los vecinos de los barrios Tiro Federal, Usina, Pira Pytá, YPF, El Brete, y zonas aledañas, que necesitan recordar cómo era su vida antes que el agua avanzara sobre sus terrenos. “En nuestro sector, que era la parte baja, el Paraná se comió unas 20 cuadras de nuestra idiosincrasia”, manifestó Julio Ramón “Tuti” Pintos (65), quien con el paso del tiempo se convirtió en vocero de otros tantos lugareños que corrieron la misma suerte.
Recordó que el “movimiento” se comenzó a sentir “cuando mi generación tenía 17, 18 años. En 1969, 70, se empezaron a hacer las primeras reuniones, los primeros censos, para saber quiénes iban a quedar afectados. Para nosotros era algo maravilloso porque los asistentes sociales eran de la zona, eran capacitados por la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), que nos mostraban y contaban que eso, indefectiblemente, iba a pasar. Promocionaban que íbamos a ir a lugares donde tendríamos todo lo que carecíamos ahí, como agua potable, energía eléctrica”. De su barrio, que quedaba en Sargento Cabral y Santa Catalina, iban a buscar el agua a la canilla pública que estaba en la usina, a unas doce cuadras de la vivienda. “En casa eramos siete hijos. Lo que cuento de los Pintos, es lo que le pasó a todos los vecinos. Hasta que nos dimos cuenta que la obra avanzó, que el agua fue llegando. Hubo gente que se resistió porque no veía respuesta en lo que prometieron”, agregó.
“Para todos nosotros fue traumático. De tener el río ahí e irnos a cualquier parte. Él era nuestro amigo, nuestro confidente, nuestro alimento. La diversión, era nuestra vida. Eramos siete y con el escaso sueldo de policía de papá, tirábamos pan duro al agua y con la bolsa de hacer los mandados sacábamos cuatro o cinco kilos de pikii y era el almuerzo o cena asegurada”, narró, al intentar describir lo que fue ese desapego forzoso. A la vera del Paraná, eran como una gran familia. “Todos trabajábamos. En nuestro caso, vendíamos diarios, salíamos a las 4 y al salir a repartir, la vecindad a lo mejor no te compraba pero no te dejaba pasar sin preguntar si querías una taza de mate cocido o una chipa”, narró, y agregó que “llegado el momento de levantar campamento, en la casa quedaba él junto a sus padres Telmo y Anita (86)”, que reside en el barrio A 3-2.
Sus hermanos: Pedro, Mirta, Rulo, José Orlando, Félix Oscar, Norma, ya se habían ido.
Después de varios años de haber sufrido el desarraigo, viviendo en distintos barrios, “nos encontramos en las cancha de fútbol y surgieron esas ganar de reencontrarnos, de extrañar esa convivencia con los vecinos, de rescatar esas cuestiones que se fueron perdiendo”.
La “juntada” se inició allá por el 2000 por iniciativa de Luis Medina, hijo de una caracterizada familia del barrio Tiro federal, que quería hacer un homenaje a su padre, Don Felix Medina, un hombre que quedó prendido en el recuerdo de muchos lugareños por sus enseñanzas de la vida y en el deporte, principalmente, el fútbol. En principio fueron unos pocos, la mayoría futbolistas que se encontraban en las distintas canchas de Posadas. Arrancó como un rito, con un asadito, que se venía repitiendo año tras año, y “cuando nos dimos cuenta éramos 50”. Y como si fuera un llamado a la necesidad de mantener vigentes las costumbres, las vivencias, fueron creciendo en cuanto a la convocatoria porque los que se enteraban querían traer a su familia a fin que participe y “compartíamos el almuerzo en algún club, siempre gracias a la voluntad y predisposición de los dirigentes de Luz y Fuerza, del Club de Educación, del Tokio, el Sarmiento, el Racing.
Y durante siete años nos juntamos así, traíamos nuestro avío, contábamos anécdotas. Llegamos a ser 900 en una organización a pulmón”. Pintos admitió que por diversos motivos, “fuimos flaqueando en la organización y para que todo eso no quede en recuerdos, de esa misma juntada surgió la idea de conseguir una plaza que nos represente. La Virgen de Fátima, que estuvo en el fondo de la canchita de fútbol, que nos unía en aquellos tiempos y que era parte de la procesión en canoa, nos volvió a cubrir con su manto”, relató.
Actualmente, cuentan con el Centro de Encuentro, que se halla en la plaza ubicada allí en la esquina donde se encontraba uno de los emblemas de los barrios, “El Tiro Federal”, en Almafuerte y Primero de Mayo. Y allí se reencuentran cada 8 de diciembre. La jornada se lleva adelante gracias a la invalorable participación de un grupo de vecinos representantes de los diversos exbarrios: “Algunos somos quienes caminamos todos esos tiempos hermosos vividos antes de la llegada del agua, otros son descendientes que nos acompañan y aprendieron de nuestros relatos sobre nuestra hermandad con el río, las fiestas en el balneario El Brete, las familias reunidas en nuestras canchitas de fútbol, nuestras escuelitas, definidas por nuestra idiosincrasia como una facultad donde se forjaron grandes personajes de la Cultura, el deporte y que pasearon nuestras vivencias por Misiones, el país y el mundo”.
Según Pintos, “nuestro compromiso con la memoria, con el arraigo va de la mano de excepcionales vecinos como Lili López, “Minga” Martínez, Emi de Godoy, Luis Fleitas, el padre Yiyo, quienes conforman el equipo que hace que sea posible mantener vigente este encuentro. Quedamos muchos todavía quienes tenemos esa necesidad de juntarnos, de expresarnos hasta que se apague la lucecita allá en el fondo”. Con cada regreso y al mirar al horizonte, se nubla la vista e invaden los recuerdos. La herida se cicatriza pero sigue.