La vida es el bien más preciado y el que la ley defiende por encima de todos sus valores. Un joven de 27 años la perdió durante la madrugada de ayer en el barrio Villa Alta de esta ciudad, y según indican los primeros datos y las fuentes requeridas, fue por un balazo en el pecho y otro en la espalda cuando intentó robar dos focos de bajo consumo de la vivienda de un comerciante del rubro autopartes.
Cristian Damián Pereira murió a media cuadra del inmueble al que habría entrado a robar en plena madrugada de ayer, alrededor de las 2, sobre la calle Sargento Cabral (entre Vera Peñaloza y Juan Bautista Alberdi) detrás de la Escuela 200 “San Ignacio Loyola”.
Conocido como “Buchecha” (cachete o mejilla en portugués), junto a su hermano de 22 años decidió robar las luces, pero en el intento habría despertado al propietario de la vivienda quien, se sospecha, tomó un arma de fuego -pistola calibre nueve milímetros- abrió la ventana de su cuarto en el frente del inmueble y gatilló cuando observó la presencia de un desconocido.
Pereira buscó escapar, tal como lo habría hecho su familiar que estaba en la vereda, pero las fuerzas no le dieron para más de cincuenta metros. Se desplomó en la angosta vereda detrás del establecimiento escolar. Su cuerpo fue hallado por el portero que escuchó los estampidos y se acercó al lugar donde vio al vecino frente a su casa y que le indicaba que habían intentado robar en su casa.
El cuidador de la escuela dio aviso a los efectivos de la comisaría Segunda. Los alertó que en el piso yacía un joven ya sin reflejos. A simple vista se notaron las lesiones de bala y se dio intervención al juez de turno quien ordenó autopsia y la detención del comerciante de 43 años.
La aprehensión se concretó a la par de las órdenes de allanamiento a la vivienda del sospechoso. Ya que este se había dirigido a su comercio de la avenida Italia y allí fue arrestado.
Dentro de su hogar en tanto, fue secuestrada una pistola nueve milímetros marca Thunder, cuya portación y tenencia legal (salvo autorización especial) es exclusiva para miembros de fuerzas de seguridad.
Además fueron incautados un pistolón de fabricación casera, dos cargadores de nueve milímetros marca Bersa, 86 balas del mismo calibre, 92 de 380, 20 de 38 y tres cartuchos de escopeta calibre 24.
En la habitación desde donde se efectuaron los disparos se hallaron dos vainas servias, además de un plomo incrustado en lado interno del muro frontal de la casa. De acuerdo a fuentes consultadas, esta munición aunque deformada por el impacto corresponde con el calibre nueve milímetros. Al respecto resultará clave la autopsia para determinar cuántas municiones hay dentro del cuerpo de Pereira.
Vale remarcar que el portero señaló que lo despertó el ruido de al menos dos disparos. La víctima fatal no tenía arma de fuego alguna, sólo entre la ropa fue encontrado un cuchillo dentado de cocina.
Al sospechoso se le realizó el hisopado en las manos para la prueba de absorción atómica. Pericia técnica que registra la presencia de los componentes de la pólvora: plomo, bario y antimonio.
No se pudo determinar, pero cabría la presunción que antes de ser detenido el comerciante se lavó las manos y se podrían haber borrado rastros.
En cuanto a la imputación legal provisoria que el magistrado Brites podría iniciar el expediente se baraja “homicidio en exceso de legítima defensa”, ya que el presunto ladrón invadió la propiedad privada y pudo haber puesto en riesgo la vida de terceras personas.