La cita es a fines de agosto, en la ciudad de Lausanne, en Suiza. Allí estará Demian Favio Kachuk, en la final del Mundial de Triatlón, organizado por la International Triathlon Unit (ITU). Hace dos años atrás, un destino impensado para él: en 2017, la balanza le devolvía 98 kilos y sus estudios anuales le daban 230 de colesterol. Demian comenzó natación para bajar de peso, después intensificó el entrenamiento en el agua, se compró la bici y comenzó a competir. Apenas dos años después, será el único triatleta misionero en la final del mundo. “Si uno se pone un objetivo lo puede hacer, es decisión personal”, le dijo a EL DEPORTIVO.
Demian tiene 36 años y es oriundo de Concepción de la Sierra. “Mi domicilio legal está allá”, asegura en una charla exclusiva con EL DEPOR. Se hizo un rato para el mano a mano porque por estos días, y con todas las fichas puestas en Suiza, sus entrenamientos son seis veces por semana con un promedio de dos a cuatro horas por día. “Tenemos un acuerdo con mi entrenador Javier Peiretti de dejar como día de descanso a los domingos, porque si no me van a echar”, dice entre risas.
El camino a la World Triathlon Grand Final, tal es su nombre en inglés, comenzó el año pasado. Demian se preparó con todo cuando se puso el objetivo de estar entre los mejores de su categoría de 35 a 39 para definir quién es el más rápido a nivel mundial. Para ello, tenía que quedar entre los cinco mejores en la Final del Campeonato Argentino que, este año, se corrió en Formosa. Y para estar presente en esa cita, tenía que sumar puntos en, como mínimo, tres fechas del Argentino. Se presentó en la fecha de La Paz, Entre Ríos, donde en distancia Standard llegó en el puesto 34º; después participó en San Lorenzo, Santa Fe, donde quedó 14º en la misma distancia; dijo presente en Corrientes donde llegó 4º y, “para ir mejorando el puntaje”, se presentó en Posadas donde también llegó 4º. Con los puntos suficientes en el bolsillo, lo esperaba Formosa. “Para clasificar al mundial se tiene que estar dentro de los cinco primeros de tu categoría”. Como él terminó cuarto, tenía el pasaje asegurado.
La carrera más difícil
La llegada a la meta en Formosa terminó de cerrar una carrera que, para él, había comenzando mucho tiempo antes. “Yo en enero de 2017 era un gordito de 98 kilos con 230 puntos de colesterol”. Esa es la respuesta de Demian cuando la pregunta es cómo fue que comenzó a hacer triatlón. De más joven, todavía en su Concepción natal, su deporte predilecto era el fútbol. A los 15 años jugaba en el Club Atlético Concepción que disputaba la Liga Apostoleña de Fútbol. A los 22 tuvo que mudarse a Posadas donde consiguió trabajo en el Consejo General de Educación (CGE) y al fútbol, como deporte de distracción, se sumó el aikido. Pero todo con fines puramente recreativos, la competencia no era algo que estaba entre sus objetivos en aquella época.
Un día, en un picadito de fútbol, se lesionó el tobillo. Ya recuperado siguió con algunas clases de aikido pero el nivel de exigencia era más de lo que su tobillo podía soportar y dejó. “Comencé a comer poroto negro, cazuela de mondongo” y varias cosas más. “Hasta que me hice unos análisis de sangre y me dio que estaba altísimo el colesterol”, recuerda. Además, un día subió por escalera los dos pisos que lo llevan hasta su departamento y “llegué muerto”. Todo esto ocurrió en noviembre de 2016.
“La doctora Jessica Minadeo me pegó un tirón de orejas por los resultados de mis estudios y comencé a trabajar con una nutricionista. Empecé dieta y natación para ir bajando de peso”, cuenta. Para Semana Santa de 2017 lo visitó su hermano, Martín Kachuk, y le tiró la idea de comenzar triatlón. “Me pareció interesante y en mayo de 2017 cambié natación para bajar de peso a natación para competir, en vez de estar paseando en el agua, buscaba velocidad de a poco”.
En diciembre de 2017, después de un año de ahorro, pudo comprarse la bicicleta de competición y el 7 de enero de 2018, en Eldorado, fue el día del debut. “Fui a mirar la competencia de unos amigos, había ido como su chofer, y de casualidad querían armar un equipo para la prueba de postas y faltaba un nadador. Yo tenía mi antiparra, tenía todo en el auto, así que ese fue mi debut en competencias de triatlón”. Sólo siete días después, el 14 de enero, se presentó en la primera fecha del Torneo Misionero en el que quedó 9º en el ranking general. En marzo de 2018 comenzó a trabajar con un entrenador y en la final del Misionero salió primero.
Siguió la preparación: en mayo de ese año se fue a correr al desierto de Fiambalá y participó del Torneo Misionero de Duatlón. En junio, en el Santa Cecilia Trail, se lesionó y estuvo tres meses parado, con la inscripción asegurada para el Iron Man de Buenos Aires que se iba a realizar en noviembre. “Ya tenía suspendida la carrera” pero gracias al trabajo de Miriam Cracco, su señora y también kinesióloga, y el profe Claudio Viñas que ayudó con un plan de ejercicios, “faltando un mes y medio para la competencia volví a empezar. Fue como volver a empezar porque sólo nadaba. Otros que me ayudaron con el ánimo para superar la lesión fueron Ariel Potschka, Fabián Chichanoski y Javier Viñas. Son triatletas también y que ya tienen un largo camino en el triatlón”.
El día del Iron Man llegó, viajó y pudo correr. Completó el kilómetro 900 de nado, los 90 de bicicleta y 21 de pedestrismo en cinco horas y media y fue el segundo más rápido entre los once misioneros presentes. “Como vi que seguía teniendo resultados en mi rendimiento, cambié de entrenador y me puse como objetivo el Campeonato Argentino, ahí vi que mi cuerpo aguantaba entonces le empecé a dar un poco más fuerte y me salió bien”. Más que bien: se va al Mundial en Suiza.
¿Cómo salen los estudios ahora?
“Estoy impecable, en marzo entré en el programa del CePARD donde tenemos una psicologa y una nutricionista deportiva y me siento superado porque pasé de ser un gordito con colesterol a tener pantalones con talle de casi 60 y a tener que regalar toda mi ropa”.
Demian es la prueba de que quien quiere, puede. “Muchos dicen que están pesados, que no quieren correr, que están cansados pero el que quiere lo puede hacer. Si uno se pone un objetivo lo puede hacer, es decisión personal. Pero siempre con responsabilidad, hay que hacerse estudios médicos dos veces al año y estar siempre atento a la parte médica”, aconseja el hombre de 36 años que bien sabe de lo que habla.
¿El objetivo en Suiza? “Correr las dos distancias, no ir a buscar un resultado puntual sino tratar de hacer el mejor rendimiento posible en las dos carreras y disfrutar de la experiencia de participar de un mundial. Después, si hay otra oportunidad para ir a otro campeonato del mundo, sí ya iremos con objetivos más específicos”. Demian ya corrió la carrera más difícil y la ganó. Ahora lo espera Suiza. Y él, que sabe de metas, va por más.
Lo que se viene en Suiza
Demian clasificó en dos distancias para la Copa del Mundo: el 31 de agosto estará en Sprint, donde debe recorrer 750 metros nadando, 20 kilómetros de ciclismo y 5 de pedestrismo; y el 1 de septiembre en Standard donde deberá exigirse al máximo para cumplir los 1.500 metros a nado, los 40 kilómetros de ciclismo y los 10 de pedestrismo. “Las puedo correr porque el reglamento lo permite, dice que las largadas deben estar a 24 horas de distancia desde la hora de la otra largada. Va a ser la primera vez que voy a correr dos competencias en dos días, siempre corrí de una semana a otra”, adelanta. Esta es la explicación del entrenamiento a full de seis días a la semana.
En Suiza se coronará todo el esfuerzo de la temporada. Cuando se puso el objetivo de clasificar a la cita mundialista, Demian fue cubriendo cada uno de los aspectos para poder estar: preparó su bicicleta con todos los detalles técnicos que necesitaba para estar a la altura, se federó en la Federación Argentina de Triatlón y mantuvo e intensificó el entrenamiento. “Traté de ir cubriendo todos los requisitos posibles que necesitaría para clasificar al mundial y se dio”, afirmó.