Generalmente cuando hablamos de un espectáculo de ballet se nos viene a la cabeza una función, con el imponente despliegue de bailarines, luces y música. Todo en un ambiente cálido y ceremonial donde el público disfruta de la más pura belleza de la danza sobre las tablas.
Pero en ocasiones se pasa por alto el trabajo que realiza un gran equipo de profesionales antes de que se levante el telón. Algunas personas, incluso del ambiente artístico, desconocen que en el Parque del Conocimiento funciona un taller de sastrería donde se desempeña un equipo de especialistas que realiza todo lo concerniente a vestuarios y zapaterías para el elenco de ballet clásico.
El taller
Se gestó en 2010 y, desde entonces, mujeres comprometidas y apasionadas por el arte de la costura y el diseño están al frente de este espacio que funciona en el subsuelo del Parque del Conocimiento. Allí trabajan varias horas al día las modistas Natalia y Mónica Gruber y Analía Gil junto a la diseñadora Pamela Galian y la vestuarista Soledad Mosqueda, quienes supervisan el vestuario y los detalles de cada prenda de danza para que los bailarines puedan brillar en cada espectáculo que se desarrolla en el Teatro Lírico. Ellas son las encargadas de confeccionar los vestuarios para las obras clásicas entre las que se destacan “El lago de los Cisnes”, “Bayadera”, “Don Quijote”, “Giselle” y “Danzas Polovtsianas de la ópera Príncipe Igor”, por nombrar algunas.
La diseñadora de vestuario Pamela Galian contó a Primera Edición que los trabajos que se hacen son muy delicados y todo artesanal, algo que hacen muy pocas personas en el país. “Todos los trabajos que hacemos para el ballet se producen acá, no hay nada que se tercerice. Es un trabajo complejo. Desde que se plantea una obra se estudia todo, desde la parte estética que el ballet clásico debe respetar, hasta las improntas que tienen que ver con situaciones personales del bailarín”, explicó.
Aseguran las trabajadoras que es una labor que se hace en conjunto con otras áreas ya que el vestuario va acompañado desde el maquillaje hasta la iluminación. También se hace un estudio minucioso a cada bailarín, porque hay cuestiones estéticas que en ballet se debe respetar para reforzar los atributos de los artistas en el escenario. Todas esas secuencias previas se van puliendo hasta llegar al resultado final y eso requiere de mucho compromiso del equipo.
Al respecto Galian agregó: “Tengo que entender cada obra, meterme en la cabeza del que está montando la puesta en escena para poder reflejar lo que él quiere. Para cada espectáculo hay un trabajo previo muy largo que se realiza con todos los equipo y en el que se estudia todo para llegar finalmente a mostrar armonía”.
Puntadas con pasión
Cuando hay una producción se trabaja de sol a sol, en muchas ocasiones se llevan los trabajos a los hogares y no hay descanso. Otras veces también se demora el envío de telas para la confección de los trajes y esto implica que las profesionales deban trabajar a contrarreloj para que la indumentaria llegue a las obras que, en muchas ocasiones, cuentan con un gran número de artistas, pero aseguran que es parte de la magia antes de comenzar el show.
Después de tanto esfuerzo, y mucho trabajo, que a veces incluye lágrimas, todo desaparece en el momento que salen los bailarines al escenario. Es muy lindo el trabajo que realizamos y nosotras nos sentimos privilegiadas porque hacemos lo que nos gusta. No es fácil, pero nosotras le ponemos todo la pasión y el compromiso que requiere cada función”, cerró Galian.
Por su lado, Natalia Gruber expresó: “Para mi es un placer trabajar acá por el tipo de trabajo que se hace, quizás necesitamos que las condiciones sean un poco mejores en cuanto a salario y equipamiento, pero es un trabajo que nos gusta y lo hacemos con mucha dedicación y compromiso. En la provincia no hay quienes hagan este trabajo. Nosotras nos capacitamos con los mejores maestros de sastrería del Teatro Colón, como es el caso del maestro Héctor Luengo, quien luego nos enseñó a incursionar en esto, a dar nuestros primeros pasos. Con él aprendimos hacer unos tutú con una técnica que muy pocos logran en el país”.
A su turno Analía Gil hizo hincapié en que “es un trabajo que sin dudas nos apasiona, y es muy importante destacar que nos preparamos y capacitamos para hacer los vestuarios, hacemos prendas que en otro lugar no se consiguen. Pero a su vez no escapamos de la situación que atraviesa el país, difícil y complicada. Pero a pesar de eso estamos acá, cumpliendo con nuestro trabajo”, cerró.
Zapatero, a tus zapatos
De la zapatería del Parque salen todos los calzados de los bailarines y actores. Es 100% artesanal. Es un trabajo fundamental en cada puesta en escena. Al frente del taller se encuentran Rafael Román, Sebastián Verón y Maximiliano Garcete, quienes hacen ese trabajo preciso y delicado hace más de cuatro años.
Román contó que comenzó primero siendo bailarín del ballet. “Después me interesó investigar el armado de los zapatos de danzas. En un principio era un autodidacta y después comencé a perfeccionarme con el maestro José Romero, que es zapatero del Teatro Colón y quien fue el encargado de las capacitaciones”, contó. “Aquí hacemos todos los zapatos para el ballet, menos lo que sean de punta ya que para la elaboración se requiere de una infraestructura y mucha mano de obra”.