Con una superficie total de 14.000 kilómetros cuadrados, el Delta del Paraná es el quinto más grande del mundo y el único que no se encuentra en contacto directo con el mar ya que desemboca en el Río de la Plata, de agua dulce, por lo que posee un microclima especial para la flora.
Este pulmón verde es también una reserva acuífera formada por los sedimentos que arrastra el Río Paraná desde su nacimiento en el territorio brasileño hasta la desembocadura del Río de la Plata, y alberga dos secciones de islas declaradas Reserva de Biosfera por la Unesco.
En la Reserva se conservan ciervos de los pantanos, carpinchos, lobitos de río, gatos monteses, coipos y pavas de monte; así como los últimos restos del monte blanco o selva ribereña y bosques de ceibo en recuperación.
Se puede navegar por ríos y arroyos y descubrir una atmósfera intimista y diferentes paisajes donde conviven las construcciones tradicionales en forma de palafito sobre pilotes de los habitantes locales en armonía con un entorno de ceibos, juncales, cañas, sauces, álamos y frutales.
También hay una amplia variedad de hospedajes, restaurantes y actividades para el turista, a los que se llega en catamaranes de paseo, lanchas taxi o colectivas.
Allí se practica remo, navegación a vela, kayak y natación; además de “safaris fotográficos”, avistajes de aves y visitas a casas-museos que pertenecieron a figuras de la cultura nacional.
Una tendencia creciente es visitar el Mercado de Frutos, un paseo de compras en el que se destacan los productos frescos, los muebles, los objetos de diseño y artículos de decoración de mimbre o madera realizados por productores y artesanos locales.
El elegido por artistas e intelectuales
Intelectuales, artistas, políticos y escritores vivieron en las islas enclavadas en el Delta del Paraná, atraídos por la quietud de esta “Venecia fluvial” argentina entre juncos, camalotes y muelles.
Allí aún se conserva una antigua casa de madera dentro de una imponente estructura de vidrio que perteneció a Domingo Faustino Sarmiento y que hoy es un museo y biblioteca.
Rodeada por un parque inmenso, la vivienda está edificada sobre palafitos, posee dos habitaciones y una sala principal donde se pueden ver el mobiliario perteneciente al prócer sanjuanino: su cama, una colección de fotos y un pintoresco cuadro del barco de vapor Talita, en el que se movilizaba.
El Delta del Tigre también atrajo al escritor Haroldo Conti, donde hoy se puede visitar su Casa Museo sobre el Arroyo Gambado con entrada libre y gratuita, y donde se pueden ver libros, instrumentos de navegación, cuadros y otras reliquias del novelista.
Una de las casas del periodista y escritor Rodolfo Walsh, “El Edén”, sobre el río Carapachay, es hoy una propiedad privada cuyos dueños rinden homenaje al escritor con una placa y un árbol que lleva su nombre.
Aunque no pueda visitarse, también en el Delta se encuentra la hostería “El Tropezón”, en la confluencia entre el Paraná de las Palmas y el Canal de la Serna de San Fernando, inaugurada a principios de 1928 y escenario del suicidio del escritor Leopoldo Lugones.
Pese a que no hay una casa de Roberto Arlt por visitar, el autor del “Juguete Rabioso” y de “Aguafuertes del Delta” paró un tiempo en el Recreo Tres Bocas y fue habitué de la vida nocturna del Canal de San Fernando, a punto tal que pidió que sus cenizas se esparcieran en la confluencia del Río Capitán y el arroyo de Abra Vieja.
A la vez, el artista plástico sanfernandino Xul Solar compró una casita en Villa La Ñata, ubicada a metros de la confluencia del río Luján con el canal Villanueva, a donde iba con su compañera Lita una o dos veces por semana, al principio, hasta que en 1957 se mudó definitivamente.
Hoy es un museo llamado Li Tao, nombre que Xul inventó, al unir “Li”, por Lita, su mujer, con Tao, filosofía china.
En 1936, el poeta Oliverio Girondo y su pareja, Norah Lange, comenzaron a pasar sus veranos fuera de la ciudad, en una casa en el Delta del Paraná, bautizada como La recalada.