Con el paso de los años realizó un documental al que denominó “La lección argentina” e invitó a la joven misionera a visitar el Viejo Continente donde la sorprendió con la proyección que recorrió prácticamente toda Polonia. Una historia de carencias, de superación, logros y sueños cumplidos.
Wojtek Staron, cineasta y director de fotografía, llegó a Azara para acompañar a su esposa Malgorzata, una profesora enviada por el Gobierno de Polonia para enseñar el idioma y reavivar la cultura de ese país europeo en un pueblo que, como el de Wanda, concentra la mayor inmigración polaca llegada a Misiones después de la Segunda Guerra Mundial. Junto a sus hijos, Janek y Aniela, el matrimonio se instaló en el Club Polaco “Rey Juan III Sobieski” para desarrollar las actividades programadas, a lo largo de dos años. Entre tantos otros chicos, comenzó el cursado Marcia Majcher, una niña de diez años que se ganó el cariño de la familia visitante y trabó una intensa amistad con Janek, un año menor que ella.
El hecho de que la pequeña no pasara por un buen momento emocional ni económico, hizo que se aferrara aún más a los Staron que, años después, la invitaron a conocer Europa, llevaron al cine fragmentos de su vida, y la hicieron parte de sus afectos.
Hoy, a los 21, Marcia, recuerda pero, por sobre todo, agradece ese gesto a partir del cual cree, su vida dio un vuelco importante. Contó que la familia de su mamá, Julia Spaciuk, es de origen ucraniano, y la de su papá, José, polaco, por lo que los seis hijos se criaron entre distintos ritos, aprendiendo a rezar, a cantar y a participar del ballet desde una edad muy temprana.
Cuando cumplió nueve, “me encontré con el abandono de hogar por parte de mi padre y fue justo ahí cuando llegó esta familia. Y se fue dando una relación de amistad con Janek en la escuela, y todos los días por la tarde tenía el cursillo de polaco con la mamá. Iba los martes y jueves, al de niños, y los lunes, miércoles y viernes, al de adultos. Me encantaba estar, y creo que era una manera de suplir el abandono familiar que tenía, pero inconscientemente, en la inocencia de la niñez.Y ellos me abrieron las puertas de su casa. Casi todos los días estábamos juntos”, explicó la estudiante del primer año de la carrera de Comunicación Multimedial en el Instituto Montoya.
Mientras la familia permaneció en Azara, Wojtek filmaba continuamente lo que hacía su primogénito y, de manera indirecta, el desenvolvimiento de Marcia. “Janek iba a jugar al fútbol y yo con él. Después conseguí trabajo en una olería y Janek me acompañaba. Lo mismo cuando iba a la tarefa de yerba, sobre el tractor, a las 5. Era una amistad profunda. Algo muy fuerte para mí. Y en la actualidad es mi hermano adoptivo”, agregó.
Confió que “ellos veían que mi familia la estaba pasando mal. Un día nos cortaron la luz, el agua, y lo único que la profesora de polaco me pedía era que no dejara la escuela. ‘Seguí estudiando. Si nos vamos, veremos cómo podemos ayudarte desde Polonia’”. Esas palabras alentadoras resonaban en los oídos de Marcia hasta que, para desgracia suya, los Staron debieron volver al país porque no les renovaron el contrato. Fue cuando Marcia estaba a punto de cumplir doce.
Pasaron dos años sin que supiera absolutamente nada de los viajeros. Una tarde su vecina le avisó que a las 18 “te van a llamar por teléfono. Andá”. Era Woitek Staron que le comunicaba: “Marcia vas a venir a Polonia. No podía creer. Era algo muy lejano. Nunca había salido de Azara, no conocía Posadas, Encarnación, nada. Vivíamos en el pueblo, y eso era todo. De repente tomarte un avión, ir a Europa, era una cosa que no creía posible. Pero el matrimonio se comunicó con mis padres y luego con el escribano (Carlos Alberto) Zacharski, de Apóstoles, y autorización mediante, junté mis cositas y con catorce años me fui por tres meses”, con el acompañamiento de la Embajada de Polonia.
Su “familia adoptiva” la esperó en el aeropuerto con el mate y le dijo que tenía una sorpresa. “Me coloqué el tapado y las botas que me regalaron porque salí en diciembre con mucho calor y llegué con 18 grados bajo cero, y nos fuimos al cine. Cuando observo, Janek y Marcia estaban en la pantalla. ¡Yo no podía creer!”.
Es que todo lo que Woitek filmó a lo largo de los dos años de permanencia en Azara, lo volcó en un documental en el que “no sólo se ven las carencias económicas por la que atraviesa la localidad sino como un chico extranjero, que no hablaba español, se vía obligado a aceptar ese tipo de condiciones de vida e insertarse en una sociedad totalmente diferente a la suya. Muestra lo que era mi vida. Como yo, con diez años, buscaba las posibilidades de obtener un sustento para mi familia, porque era lo que me había tocado. Tenía un hermano más chico -los más grandes estaban en la onda de la adolescencia y no acompañaban tanto- entonces era como encontrarme sola, ya que mi mamá padecía problemas de salud”.
De esta manera “me descubrí en el cine en un documental que en español se denomina La lección argentina (Argentynska lekcja), que se estrenó en el Festival Nuevo Horizonte, en Varsovia”. En esos tres meses que permaneció en Polonia, junto a una asociación recorrieron cárceles, iglesias, cines, “mostrando lo que se vive en la otra punta del mundo. Tuve las mismas sensaciones y emociones encontradas recientemente en Berlín, donde tuvimos la suerte de mostrar una producción local”.
Camino a la fama
En 2016, Staron regresó como coproductor de la película “Una especie de familia”, de Diego Lerman, en coproducción con Telefe. Se filmó en 25 de Mayo y Marcia acompañó como asistente de producción. Fue su primera experiencia laboral en la que descubrió cómo funcionaba el cine, el rodaje, qué rol tenían los actores dentro del set, qué rol tenía un técnico, un eléctrico, la guionista, el asistente de dirección. “Me fui puliendo. Conocí todas las áreas y me fascinó todo”, confesó.
Estuvo en Buenos Aires, donde intentó estudiar en la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC), pero como el cursillo de ingreso se extendía a lo largo de un año, “me di de baja y me vine. Trabajé un tiempo haciendo fotografía con Federico Thomas y con Aron Lértora filmamos la encrucijada, en diciembre de 2018”.
A principios de 2018 salió el rodaje de la película que tiene el título argentino “Nieve” pero que a nivel internacional se denomina “FarFromUs”, del productor local Santiago Carabante, y la productora general es Navis Films, con codirección alemana (las dos directoras alemanas Verena Kuri y Laura Bierbrauer residen en Argentina).
Tras el casting, tuvo la suerte de quedar seleccionada para ser la protagonista de la película donde interpretó un papel “bastante trascendental para mí porque me conectó conmigo, con mi vida personal, que fue el hecho de ser madre sin serlo. En mi vida real no parí pero crié a mi hermano menor y en la película Ramira da a luz a su hijo pero no se hace cargo. Lo abandona, lo deja con la abuela, se va y cuando el chico tiene tres años vuelve a buscarlo. En el regreso de Ramira a la tierra colorada se dan una serie de desencuentros con la familia, la búsqueda de quien es ella, qué necesita para ella. Fue un personaje bastante fuerte pero que me ayudó a entender, capaz, un poco el hecho que la maternidad no siempre es como vemos desde afuera. Fue genial trabajar con Carabante”.
“Nieve” se estrenó en febrero pasado en el 69º Festival Internacional de Clase A de Berlín, uno de los mejores del mundo audiovisual. Durante esos diez días en Alemania “experimenté algo hermoso. Como misionera y con mi historia personal, es inexplicable lo que se siente estar en un país de primer mundo, en un festival de cine de tal categoría, mostrando lo que hacemos en la tierra colorada. Me eriza la piel, el corazón, porque siento tanta pasión por Misiones, por lo que se hace acá”.
Marcia cree que esta vivencia hizo que terminara de definir su profesión. Por estos días “estoy tratando en enfocarme más en lo que es la producción audiovisual, que es una rama de la carrera, que es lo que más me llama la atención. Pero también descubrí el lado artístico que tengo, que es poder desenvolverme delante de una cámara y poder sorprender a la gente. Nunca me esperé que en Berlín, determinadas personalidades resalten la actuación. Me pareció genial y me enriquece las ganas de seguir trabajando para lograr un mejor desenvolvimiento artístico”, interpretó la joven, que se acostumbra a ponerse metas cortas pero firmes.
Después de todo, “dejo que la vida me lleve un poco. Quince días antes del Festival de Berlín no sabía que iba a asistir porque no tenía los fondos. Me di un poco por vencida, y a último momento el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM) financió mi participación, por lo que estoy muy agradecida. Y se da un poco así. Mi vida en general se da un poco así. Por ahora estoy acá, disfruto, ser simple, sencilla, que es lo que me gusta y conectarme con gente de la misma calaña. Pero si se da la posibilidad de ir y trabajar allá también voy a aprovechar porque soy una persona que no desaprovecha nada”, apuntó quien quiere ser actriz y directora de cine porque considera que “ese sería el sueño hecho realidad”.
Como algo natural
A poco de cumplir 16 años, Marcia viajó por segunda vez porque estaba buscando la ciudadanía polaca. Encontró los papeles de su abuelo, se conectó con la Embajada, trabajó, reunió el dinero y logró que le extendieran el pasaporte polaco. Hace poco más de veinte días regresó de su sexto viaje a Europa.
“Saliendo de Azara, que en un momento no tenía para comer, que hasta hace tres años su mamá vivía sin luz. Todo se puede. Si pude, todos podemos, depende de la actitud con la que uno se enfrente a la vida”.
Después obtuvo la ciudadanía y cursó parte de sus estudios en Polonia. Luego siguió en el colegio “Cristo Rey”, de Apóstoles, y se recibió en el Bachillerato Provincial 32, en su pueblo natal. En la biblioteca pública de Azara hizo un taller de polaco para enseñar el idioma a los pobladores.
“Estoy tratando de conseguir fondos para seguir ampliando y que los chicos tengan la posibilidad de descubrir algo más. Con el Concejo Deliberante trabajamos para tratar de desarrollar la cultura e incentivar el deporte, que son cosas fundamentales para el desarrollo de una localidad”, acotó.
Asegura que en su Azara todos “me reciben muy bien”. Los chicos con los que compartía el comedor de la escuela pública, hace quince años, dicen: “¡Marcia está por el pueblo!, vienen, me abrazan, me cuentan que me escucharon por la radio o me vieron en la tele. Ellos saben que soy la misma de siempre y se acercan con la misma naturalidad. Eso es lo que me gusta y es una señal que estoy haciendo bien las cosas”, rememoró quien tiene su domicilio en Azara y “lo voy a seguir teniendo”.
“Creyeron en mí”
Su familia polaca se siente orgullosa de ella y de sus logros. “Me dicen que admiran el empuje que tuve y que con el paso de los años no me apagué. Estamos siempre en contacto pero cada vez que los veo es lindo ver el brillo de sus ojos, como diciendo: hicimos las cosas bien con esta chica. Me siguen apoyando, aconsejando y me retan cuando es necesario. Siento que se sacrificaron por mí, que apostaron por algo que era incierto, del otro lado del mundo. Tenían que volverse y creyeron en mí, creyeron en mi capacidad. Hoy en día tener a alguien que crea en vos, incluso en lo peor, en tus situaciones extremas, creo que fue el sostén más fuerte que pude haber tenido. Ellos estuvieron en los peores y mejores momentos de mi vida”, se emocionó.
Muchas veces piensa qué sería si los Staron no aparecían en su vida. “Capaz iba a cursar en Azara y no iba a rendir de la forma que correspondía, o iba a abandonar la escuela, iba a tener un hijo o me iba a dedicar a otra cosa e iba a renunciar al futuro. Por eso siento que toda esa superación se la debo a ellos. La persona que soy, lo bueno y lo malo que hice, le debo a ellos. Esa cosa de justiciera, de hacer las cosas bien, de ser correcta, y tener a Dios sobre todas las cosas en mi vida, se la debo a ellos”, sentenció.