Desde su creación en febrero de 2016, la Dirección General de Métodos Participativos de la Comuna capitalina cuenta con un centro de mediación comunitaria -conformado por abogados, mediadores y psicólogos- que concurre dos veces por semana a cada uno de los 10 Centros Integradores Territoriales (CIT) en que se subdividió la ciudad al comienzo de la actual gestión.
En esos tres años, fueron atendidos alrededor de 1.800 casos, de los cuales unos 600 terminaron en una mesa de diálogo. Es que “la gente recurre a nosotros hasta por temas de jubilaciones e incluso por conflictos intrafamiliares, porque la situación del país es muy compleja y un tema banal puede escalar hasta un conflicto. Pero nosotros intervenimos exclusivamente en conflictos vecinales, que tienen que ver con medianería, filtraciones, usos de espacios comunes, residuos, ruidos molestos, tenencia de animales y convivencia en general”, explicó Carlos Quintana, director del área, en entrevista con PRIMERA EDICIÓN.
Al respecto, el funcionario describió como “increíblemente llamativo cómo varían las prioridades en función de cada zona” de la ciudad.
Así, los conflictos por filtraciones y medianería entre viviendas concentran aproximadamente un tercio de los procesos iniciados en Miguel Lanús y la mitad de los de la chacra 32-33 e Itaembé Oeste.
En este último también se registran numerosos problemas de convivencia vecinal, ítem claramente el predominante en Santa Rita y Dolores Sur, donde representan casi el 50 por ciento de los casos.
En Dolores Norte, en cambio, existe un variado origen de los conflictos, mayoritariamente por cuestiones de medianería. Y en Villa Urquiza no se destaca una referencia dominante en cuanto al origen de los problemas.
En Itaembé Este, el abanico de conflictos también es amplio y diverso, aunque son la basura y las filtraciones los más recurrentes.
Similar panorama se presenta en el céntrico Riberas del Paraná, donde filtraciones, tenencia de animales y convivencia vecinal se “reparten” en partes iguales más de la mitad de los episodios registrados en la Dirección municipal.
Por último, en Villa Cabello, uno de cada cinco casos tiene que ver con filtraciones y otro con convivencia vecinal, mientras que también son llamativos los episodios que involucran los ruidos molestos (15%) y el mal uso de los espacios comunes (13%).
Lo más común son los problemas individuales, “desde uno que le molestaba que el caballo del vecino estaba suelto y todos los días se encontraba con sus excrementos en la puerta de su casa, hasta otro que se enoja porque el vecino le mira feo”, pero también los hay colectivos.
Por eso, la mediación no se circunscribe sólo a conflictos entre vecinos, sino también con otras áreas municipales y con entes autárquicos o de la provincia como el Ente Provincial Regulador de Agua y Cloacas (EPRAC).
“Al principio fueron todos muy escépticos a sentarse en una mesa de diálogo, pero hoy al menos se prestan a escuchar al otro”, se congratuló Quintana.
Dos “hitos”
Siempre según datos oficiales de la dependencia, de las más de 600 mesas de diálogo conformadas durante los tres años de existencia de la Dirección General de Métodos Participativos, se llegó a un 75% de acuerdos, que en un 87% se han respetado en forma irrestricta. Un 74% de los involucrados ha quedado conforme con el proceso.
Entre los grandes logros, Quintana mencionó un caso que llegó a presentarse a nivel nacional en Salta, provincia “líder” en el trabajo de mediación comunitaria en el país. Se trata de la resolución “entre múltiples sectores reunidos en torno de una mesa de diálogo” para el traslado pacifico de los 500 feriantes que estaban instalados hace dos años sobre la avenida Chacabuco, ocupando un predio privado frente a la parroquia Santa Rita.
“Otra facilitación que nos llevó varios meses fue un problema con los puesteros de la chacra 32-33, por el humo y la basura que generaban, y que terminaron comprometiéndose a no hacer asados ahí y hacerse cargo de la limpieza del lugar”, recordó el funcionario.