En junio del 2012 la familia de Octavio Walulik recibió una noticia devastadora cuando el joven fue diagnosticado de leucemia mieloide aguda. Por aquel entonces no existían tratamientos en Misiones para la enfermedad que avanzaba de manera agresiva. Pero gracias a sus ganas de vivir y contra todo pronóstico logró sobreponerse para enviar un mensaje de esperanza a todos aquellos que padecen este mal.
PRIMERA EDICIÓN compartió una charla con Octavio y su mamá, quienes recordaron cómo fueron aquellos momentos de lucha. “Tengo 18 años y hace seis me diagnosticaron leucemia. Hoy estoy acá a cinco años de mi trasplante de médula, muy fuerte y con muchas ganas de seguir adelante. La verdad es que me siento muy bien y estoy acompañado por gente que me apoya y siempre me motiva a hacer lo que me gusta”.
Su madre, Angélica Báez, conocida por todos los vecinos como “Manu”, explicó que en 2012 “recibí la noticia que ninguna mamá espera al enterarme que padecía esta enfermedad. Fue una lucha larga contra algo a lo que no ves una explicación. Pero gracias a las fuerzas que uno encuentra en la fe, sumado al acompañamiento de la familia y la gente, logramos seguir adelante”.
Respecto al tratamiento al que tuvo que someterse su pequeño hijo, añadió que “fue muy difícil porque en la provincia no contábamos con un centro especializado para el tratamiento de la leucemia, al menos hace seis años cuando se conocía un poco menos sobre esta enfermedad que tiene varias clasificaciones. Existía tratamiento para las que no son tan agresivas, como la leucemia linfoblástica. En cambio, la de Octavio era un mieloide aguda que avanzaba rápidamente y teníamos que ganarle al tiempo. Así que tuvimos que trasladarnos hasta el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez en Capital Federal”.
En menos de un año, Octavio pasó por varias sesiones de quimioterapias. “Fue necesario acostumbrarnos a estar todo el tiempo con él y además ponernos al día con los términos médicos. Fueron seis quimioterapias que implicaban un proceso de estar cinco días, durante 24 horas, con distintas medicaciones. Luego venía un receso de 15 días a 21 días para de nuevo volver a iniciar el ciclo de tratamiento. Sumado a eso, pasó por 10 sesiones de radioterapia”, recordó Manu.
Fue en diciembre 2012 cuando las esperanzas florecieron ante el diagnóstico de que la médula estaba en remisión. “Octavio estaba bien, hasta regresamos a la provincia para continuar con su tratamientos con pastillas. Sin embargo, luego llegó una recaída”, lamentó.
“En aquel entonces volvió todo y había que empezar desde cero. Todo lo que no pasé en ese primer año lo viví en cuatro meses que estuve en el hospital sin salir, que fue desde septiembre a enero del 2013. Fui a parar tres veces en terapia intensiva pero logré salir adelante con la ayuda de todos, siempre con la mente positiva y pensando en que iba a salir bien”, enfatizó Octavio.
Una nueva esperanza
Tras un período de agresivos tratamientos, el 20 de marzo 2014 llega al fin el momento del trasplante autólogo de médula ósea.
“Estuve internado en el Hospital Británico porque en el Gutiérrez no podían hacer ese tipo de trasplantes, que ahora recién lo hacen. En dos días me sacaron las células de la sangre por un sistema de aféresis, es similar a una diálisis, para realizar un tratamiento a la muestra. Estuve una semana en quimioterapia luego tuve un descanso antes de realizar el trasplante de la médula que me sacaron. Finalmente la intervención funcionó muy bien”, sintetizó.
En ese primer año luego del trasplante Octavio contó que “teníamos viajar cada quince días a Buenos Aires, porque son más largos los controles. Me sentía muy bien a pesar de que acarreaba otras consecuencias. Hoy tengo problemas en los huesos por la osteoporosis y también en el depósito de hierro en mi cuerpo a causa de las transfusiones de sangre. Sin embargo, estoy mejorando gracias a todos los tratamientos”.
Tras años de lucha contra la leucemia “volví a Misiones en el 2014 y estuve meses en mi casa, no podía salir mucho ya que mis defensas estaban bajas. Al año siguiente pude empezar el colegio en el CEP 38 donde tuve la oportunidad de comenzar y terminar la secundaria, aunque iba con mi barbijo. Ahora estudio para Técnico en Medios Audiovisuales y Fotografía, en la Facultad de Artes de Oberá. Después de esta carrera quería seguir algo más porque todavía tengo mucho tiempo por delante”, finalizó.