Cada vez es mayor el número de personas que utilizan camas solares para lograr un bronceado rápido y perfecto. Durante años se relacionó el bronceado con el concepto de salud belleza. Sin embargo el bronceado no es manifestación de salud de la piel sino una reacción de defensa ante la agresión de los rayos UV. Recordemos que el color bronceado desaparece en forma gradual, no así el daño producido y se va acumulando.
Los riesgos cancerígenos por la utilización de camas o lámparas solares es de gran preocupación sobre todo si se comienza antes de los 35 años. La exposición frecuente a la radiación ultravioleta tanto en forma natural como artificial produce un envejecimiento cutáneo precoz con aparición de arrugas y manchas en la piel, al mismo tiempo que disminuye la elasticidad de la dermis.
La exposición a la radiación de la cama solar puede ser más riesgosa que la exposición al sol. Las lámparas que se utilizan generan una radiación ultravioleta en el rango de UVA y cierta cantidad de UVB. Los UVA atraviesan la atmósfera, nubes, los vidrios de las ventanas, penetran profundamente y por lo tanto dañan al tejido elástico.
Como los rayos recibidos en cama solar son el doble que el recibido durante el baño de sol hay que tener mucho cuidado, ser responsables y conscientes a la hora de broncearse.
Los que deben extremar la precaución ante la exposición solar y quienes no deberían utilizar camas solares son quienes tienen pieles muy claras, niños y adolescentes, y quienes se broncean con facilidad.
Recordá siempre que los efectos nocivos de los rayos UV no aparecen enseguida sino que se hacen visibles años después que la persona estuvo bajo su acción siendo estos progresivos y acumulativos con el tiempo.
Si practicás actividad física al aire libre ten especial cuidado con protector y crema hidratante, además de ingerir mucha agua.
Colabora
Elena Cacerez Echevarría
Esteticista.
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