El inusual caso de dos hombres “condenados” a muerte por la comunidad guaraní por el crimen de una adolescente en Ruiz de Montoya finalmente tuvo otro final en la Justicia provincial. Es que la dupla fue sobreseída y la causa archivada como “suicidio”, después de que la investigación no arrojara pruebas sobre un homicidio doloso.
La resolución liberó de responsabilidades a quien fuera pareja de la menor, de 23 años, y al padre de la misma, de 50, ambos -como ella- integrantes de la comunidad nativa. Tal como PRIMERA EDICIÓN publicó meses atrás, los dos habían recuperado la libertad tras recibir una falta de mérito, antesala del sobreseimiento definitivo.
La causa se cerró y quedó archivada bajo la carátula de “suicidio”, después de que se descartara un homicidio, tal como se sospechaba en un principio. Determinante para ese corolario fue, en un principio, la inexistencia de elementos de prueba en contra de los dos sospechosos. Y aquel camino terminó de confirmarse con la segunda autopsia realizada al cuerpo, que confirmó que la menor murió por asfixia pero sin la participación de terceros. La primera necropsia apenas había informado sobre la causa de la muerte, “asfixia por ahorcamiento”, sin más precisiones.
Así las cosas, ante el cierre de la investigación, el magistrado Roberto Sena, al frente del Juzgado de Instrucción 1 de Puerto Rico, y el fiscal Jorge Francisco Fernández comunicaron sobre tal resolución a los representantes mbya guaraní. Por lo pronto, tras la liberación, no volvió a saberse del paradero tanto del novio como del padre de la pequeña.
Sentencia en la “Aty Guasú”
La llamativa historia se inició alrededor de las 9.30 del lunes 16 de octubre de 2017, cuando el cuerpo de la pequeña apareció colgado de un árbol a un costado del camino terrado que conduce a la comunidad mbya guaraní “Yhovi”, en Ruiz de Montoya.
Los uniformados llevaron adelante una minuciosa investigación puertas adentro de la comunidad. Recabaron testimonios de distintos miembros y también de quien era pareja de la adolescente. Allí nacieron las primeras sospechas, ante una serie de contradicciones del muchacho a la hora de cotejar el cúmulo de declaraciones. Entonces, por orden del magistrado Osvaldo Rubén Lunge, en ese momento al frente del Juzgado de Puerto Rico, se exhumó el cuerpo y se lo sometió a aquella primera autopsia.
La comunidad guaraní se vio conmovida por el hecho y resolvió actuar según rezan sus principios. Mientras la Justicia del hombre blanco iniciaba la instrucción, los caciques llamaron a una “Aty Guasú” o “Reunión Grande” para juzgar al que consideraron como principal sospechoso.
Esa asamblea, de la que participaron los 21 caciques de las comunidades de la zona, tuvo lugar el miércoles 25 de octubre de 2017 en la aldea Tupambaé. Fue presidida por el cacique general de la Nación Mbya Guaraní, aunque de la deliberación participaron los 21 presentes.
Las fuentes contaron que la “Aty Guasú” se desarrolló de manera similar a la de un juicio. Testimoniaron testigos, se mostraron pruebas y, finalmente, llegó el momento del imputado. El joven de 22 años prefirió el silencio y, tal como explicaría cualquier operador judicial, “se abstuvo de declarar”.
Tras largas horas de ardua discusión, los caciques llegaron a un veredicto y declararon al joven culpable de la muerte de su pareja. La condena fue de “pena de muerte bajo ejecución inmediata”, al decir de la ley guaraní. Sin embargo, a sabiendas de que aquello va en contra de la ley nacional, resolvieron entregarlo a la Justicia provincial.
Ese trámite se llevó a cabo dos días después en el despacho del juez Lunge. El joven de 22 años quedó allí oficialmente detenido en averiguación del hecho, caratulado primeramente como “homicidio calificado o femicidio”.
Al poco tiempo, los miembros de la comunidad volvieron a golpear las puertas de la Justicia misionera, esta vez para entregar al padre de la adolescente, quien también fue enjuiciado y sentenciado a muerte en una nueva “Aty Guasú”.
Los dos hombres quedaron detenidos. La Justicia agotó entonces cada una de las instancias y finalmente confirmó que ninguno de los dos guardaba relación con el episodio -que resultó ser, al final, un hecho íntimo- más allá de las sospechas de sus paisanos. Por eso, el dúo fue sobreseído y quedó “limpio” por el caso, que más allá de todo volvió a reflejar la riqueza cultural ancestral que perdura en la provincia, inclusive en lo respectivo a la ley penal.