Es increíble lo bien que se recuperó, llevó su tiempo, pasó por muchos momentos críticos, pero ahora con el cuidado de Armando Lutz y su familia, Papo es feliz.
“Ya no tiene el instinto de atacar a otros animales, creo que la castración fue lo mejor. Incluso cuando salimos a pasear, porque lo sacamos todos los días él sabe el horario y si me paso media hora en buscarlo para salir ya comienza a ladrar y se pone inquieto, ve a otros perros, pero no les presta atención”, contó Lutz a PRIMERA EDICIÓN.
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Lutz es rescatista y se encarga de darle tránsito a Papo en su taller y de cuidarlo. De la atención médica se encargan los veterinarios de SOS, que son quienes le salvaron la vida.