Es Director de Discapacidad de su Leandro N. Alem natal. Desde su espacio trata de romper las barreras físicas y mentales que impiden una mejor convivencia. Está a punto de recibirse de Productor de Medios de Comunicación y junto a su madre lleva a cabo un programa de radio que gira en torno al tema.
Pocas veces ocurre que a un funcionario le asignen un cargo en el que se desempeñe con acabado conocimiento del área. Afortunadamente esta decisión tocó en suerte a Mario Ricardo Lucero.
Desde hace casi tres años, en una oficina que se ubica en el segundo piso del edificio comunal, el joven se ocupa de concientizar, trabajando a partir de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, y haciendo promoción a través de los medios de comunicación. Su mano derecha al momento de movilizarse y de llevar a cabo las acciones es su mamá, María del Carmen García (55), una docente que se ingenia para repartir el tiempo entre sus ocupaciones y las de su hijo. Juntos, llevan a cabo un programa de radio -ella conduce y él lo produce- que refiere específicamente a la problemática con el fin de lograr que la comunidad empiece a escuchar sobre la existencia de los derechos y, a partir de ahí, aprender a defenderse.
Esta Dirección nació después de un proyecto “que armamos con mamá para empezar a trabajar el tema porque falta bastante en ese sentido. La idea del espacio es empezar a hablar sobre los derechos, las obligaciones y hacerlos conocer y respetar”, sostuvo Lucero, que asumió el cargo el 29 de febrero de 2016.
Espíritu inquieto
Como siempre le interesaron los medios, quizás por las innumerables entrevistas que concedió desde pequeño, cursa, a distancia, la carrera de producción de medios de comunicación en la Universidad de Nacional de Córdoba y está a un “pasito” de terminarla. “Hago distintos trabajos y los voy presentando de acuerdo a las fechas que se fijan. Únicamente tengo que ir a hacer el final presencial”, contó. Se trata de una tecnicatura de la Facultad de Ciencias de Comunicación y, “si Dios quiere, en breve tendré el titulo en mano”. Antes incursionó en el derecho, pero siempre a distancia por las complicaciones que implica el traslado. “Y no pude continuar por distintas cuestiones. Cursé derecho porque creo que cada uno va buscando un camino de acuerdo a las necesidades. Como aquí hace falta conocer mucho sobre derecho y específicamente en derecho sobre discapacidad -tampoco hay abogados específicamente formados en esa rama-, fui viendo la posibilidad de ir para ese lado. ¿Quién dice que en algún momento siga esa carrera? Es posible. Me gusta y es buscar una alternativa. Si una alternativa es estudiar legislación para tratar de buscar una vuelta a tantas necesidades que existen, será el camino”, aseveró.
Atenta a las declaraciones de su hijo, María del Carmen García acotó que “no nos achicamos, por eso andamos”. Fue con ella con quien el joven elaboró el proyecto “para pedir una oficina de Discapacidad” cuando en el municipio sólo funcionaba el Consejo de Discapacidad, que es consultivo. Y el jefe comunal, Diego Sartori, elevó al rango de dirección y nombró director a Lucero, quien ya se desempeñaba en otras áreas (en prensa, en el CIC) desde hacía seis años. Entiende que “como nací con la discapacidad, veo y voy superando las distintas circunstancias que tienen que ver con las falencias que todavía encontramos en el municipio, en lo que tiene que ver con la accesibilidad, empezando desde lo físico, pasando por el buen trato de la persona con discapacidad, hasta los servicios que uno pueda necesitar”.
Coincide con que en Leandro N. Alem “hay miles de cosas que hay que ir adecuando. La idea es ir haciéndolas de a poco, y que las personas con discapacidad y las familias empiecen a salir a reclamar esas cuestiones. Se puede hacer un esfuerzo a partir que todos nos demos cuenta que hace falta tener esas adaptaciones. Puedo decir falta esto, falta esto, pero soy solo yo. Amén que hacen falta todas estas modificaciones, hace falta el acompañamiento real y específico del colectivo de discapacidad, que somos los que verdaderamente necesitamos todos estos cambios. Debemos darnos cuenta que si adaptamos una ciudad a una persona con discapacidad, nos sirve a todos”.
Insiste con que es un tema que hay que instalar pero que la comunidad también tiene que “empujar” para que ellos suceda. Y “cada uno se tiene que hacer cargo de lo que le corresponde porque los derechos están. Tenemos muchas herramientas y dicen muchas cosas lindas, pero a la hora de aplicarlas se notan muchos espacios que no están cubiertos o no se están cumpliendo”.
Asimismo, trabaja en un relevamiento para saber cuáles son las necesidades en los distintos barrios. “Como soy personal único en el área, estoy trabajando con otra como Juventud, que tiene un mayor equipo para poder cubrir todos los flancos. Estamos viendo cuales son las necesidades que van surgiendo en cada barrio y ver cómo, a partir del conocimiento de estas cuestiones, poder implementar algún tipo de respuesta”.
Falta mucho
Aprovechando que Lucero comenzó una carrera a distancia, a la par, María del Carmen está terminando Relaciones Públicas en la misma universidad de la provincia mediterránea. La partida de su hijo más chico -Juan Gabriel (15) falleció hace diez años como consecuencia de una leucemia- fue un gran cimbronazo para la familia. Había que reponerse e “insistir en el rumbo que queríamos”, argumenta la mujer, quien también es maestra elemental de piano.
Consideró que en los años que su hijo está a cargo de la Dirección, se produjeron cambios “pero falta un montón”. Es por eso que desde el programa de radio -que iniciaron junio de 2017 por FM Alternativa (103.9)-, que va los domingos de 9.30 a 11, “incentivamos y llamamos la atención, pedimos, reclamamos. La gente se comenzó a animar, a hablar, a presentar sus dificultades, que es lo que nos hace falta. Podemos decir muchas cosas pero si no tenemos el apoyo de aquellos que están en la misma, es muy difícil llevarlo adelante. Estamos de estar presentes en la comunidad y seguiremos remando para que salga adelante”.
Libro sobre las peripecias
Cuando María del Carmen se aleje de la docencia piensa escribir un libro con las experiencias vividas en estos años. Entre las anécdotas mencionó que cuando no contaban con un vehículo propio y se trasladaban en remís, siempre llamaban a tiempo y advertían que debían trasladar una silla de ruedas. Sin embargo, cuando llegaba el móvil, el chofer cuestionaba la decisión y preguntaba “si iba a llevar la silla, como si estuviera sentado en ella porque a mi hijo le gusta. O llegaba y decía: no me dijeron nada de la silla. Voy a mandar otra unidad. Y nos sentábamos en el cordón hasta que se dignaran a mandar otro móvil”. Les pasó de ir a lugares donde había sanitarios para discapacitados y cuando pedían para entrar, se daban cuenta que el espacio funcionaba como depósito. Otro de los momento complicados es cuando deben viajar a Posadas, donde el tránsito es una misión “imposible, porque los automovilistas estacionan en cualquier lugar”. En Leandro N. Alem se plantea casi a diario que los lugares que se establecieron para el estacionamiento son ocupados por personas que no tienen dificultades cuando “tengo que acercar el auto a la vereda para ayudar a subirlo. Es un ratito, un minuto, se enojan. Vivir esas cosas te entristecen como las frases hirientes que te dicen o cosas que te remarcan como si uno fuera la molestia. Te miran mal, te atropellan cuando saben que la silla de ruedas es la extensión del cuerpo de mi hijo. Muchas veces somos nosotros los que optamos por retirarnos”.
La última vez que Lucero fue a rendir viajaron en avión pero la gran dificultad del aeropuerto de Posadas “es que lo suben gracias a la voluntad de los empleados. En ocasiones nos sentimos discriminados porque en el avión lo ven gordito y preguntan cuando va a adelgazar así te bajamos más tranquilos. En Córdoba, sin embargo, existen mangas y se desciende rápidamente. Nos cuesta muchísimo. Nos cansa. Pero son dificultades que vamos superando”.
Es por eso que Lucero manifiesta que “cuando vamos a Córdoba tomamos un poco de aire porque las condiciones son mejores y la lucha es más fuerte. Hay otra infraestructura y mayor concientización. Mientras la gente de la comunidad no entienda que es necesario hacer estos cambios, no van a aparecer las construcciones ni los baños acordes. Lo que hay que cambiar es la mentalidad”.
Confió que “decimos que cuando vamos a Córdoba vivimos, porque si no hay veredas, hay calles. Acá no hay veredas, no hay calles, falta conciencia. Una vez salí de rendir y la gente se acercó y me ayudó. Y eso también falta aquí. Nos pasó una o dos veces que alguien preguntó si precisaba ayuda y nos quedamos mirando. Enseguida supimos que quienes lo intentan, definitivamente, no son de esta zona”.
Música y letras
“Toco lo que me dejen tocar”, dijo, consultado sobre su preferencia musical. “Ejecuto la guitarra y canto. Cuando vamos a Córdoba es un poquito más fácil, hay más oportunidades, hay muchas alternativas de inclusión en distintas actividades más allá de los tratamientos médicos. El hermano Fernando (32) es locutor, licenciado en comunicación y músico y hace presentaciones. En la última visita hicimos un tema juntos”.
Además, “escribo mucho sobre discapacidad porque es mi descarga. Mi cable a tierra desde los 18 años. Es poesía. Lo hago porque me sale de forma natural o cuando surge alguna cuestión y la tengo que descargar de alguna forma. Es mi manera de descargar broncas y cuestiones. Sucede lo mismo que con la música”. El proyecto del libro está próximo a concretarse pero faltan los fondos para costear los gastos de impresión. “Tengo todo listo, la tapa diseñada” pero “mis escritos son bastante fuertes”, alegó el joven, que prefirió no adelantar el nombre que recibirá la obra.
Lucero nació sietemesino y padece una discapacidad motriz que quedó como secuela de una parálisis cerebral de nacimiento por falta de oxigenación en el cerebro. Desde pequeño asistía a sesiones kinesiología y fonoaudiología. “Tenía poco más de un año cuando la fonoaudióloga me decía que le hiciéramos escuchar música buena porque el tarareaba canciones. Aveces se reprime un poco por la situación pero tiene muchas posibilidades y tiene que expresarse señaló la madre. Y él agrega que “sin ella no estaría aquí, ni terminando mi carrera, ni haciendo proyectos”.
El mensaje de Lucero es que “se puede y que entre todos podemos salir adelante y encontrarnos con una comunidad accesible, que es lo que buscamos. Con mamá intentamos hacer un buen equipo, tenemos nuestros días y nuestros momentos”.
Invitó a los que quieran acercarse a la actividad y a la oficina “con buena onda, buenas ideas y fuerza, para luchar por nuestros derechos. Si no los defendemos nosotros, que somos quienes necesitamos, no esperemos que otros los entiendan y los defiendan. No sucede. Tiene que salir de nosotros”.