A la gente hay que quererla como es: al padre, al hermano, a la madre, al novio o marido… tal cual como son ya son perfectos, igual que nosotros, todos somos perfectos y estamos en proceso de mejorar evolucionar y aprender.
Entonces si te veo tal y cual sos y te respeto, me respeto.
No puedo pretender que el otro cambie de acuerdo a lo que yo necesito de él, tampoco puedo cambiar y modificarme de acuerdo a lo que el otro necesita de mí porque estaría perdiendo mi identidad, me estaría amoldando a otros patrones de crecimiento y desoyendo el mío.
Me estaría traicionando y por ende le pediría al otro que se traicione para que cumpla con mis deseos o necesidades y así, cada uno pierde su lugar, ocupa el de otro y todos como sistema quedamos desbalanceados y ocupando otros lugares.
Imagínense lo que cuesta cambiar, sólo piensen lo que nos cuesta un cambio externo. Un cambio en la vida, una mudanza, un cambio de carrera, un cambio de trabajo. Recuerden lo que nos cuesta un cambio externo, imagínense eso mismo pero dentro, donde tenemos nuestras partes oscuras de las cuales ni sabemos y que además generalmente hacen resistencia a lo nuevo, al ¡cambio!
Realmente esto se convierte en el viaje del héroe, pero claro -por ser tan difícil de ver-, creemos que el viaje del héroe es afuera y además ni siquiera nuestro. Esto se convierte en una cruzada de conquistar y querer cambiar al otro, a la pareja, a la madre, al amigo, al vecino.
Afuera, sentimos que todo está afuera y que además ese algo es inalcanzable porque siempre se va corriendo y modificando a medida que voy avanzando, nunca llego al horizonte. Nunca el otro es como yo necesito. Afuera nunca las condiciones están dadas y ¿si entendimos mal y estamos mirando y haciendo al revés?
Quizás cuando me permito verte y amarte tal y cual sos, y lo hago genuinamente más allá de las diferencias, lo que estoy haciendo en realidad es poner la luz en vos, potencio tu luz, a pesar de tu sombra. No quiere decir que sea complaciente, no quiere decir que no la vea. No estoy hablando de resignarse o negar, estoy hablando de elegir ver la luz y cuando uno ama, la parte positiva comienza a crecer y tomar fuerza, tanto para uno como para el otro.
Esta es la llave que nos libera. Ese amor y esa luz para poder darla primero tiene que pasar por uno. Esto es justamente lo que nos transforma: el “DAR”.
En definitiva, lo que a todos nos falta es poder darle una buena mirada al proceso del otro, entendiendo me entiendo, amando me amo, incluyendo me incluyo, aceptando me acepto, respetando me respeto y me respetan, me aman, me incluyen, me entienden. Y así sigue este ida y vuelta. Estamos todos tan cerca unos de otros que no nos vemos.
Sí, te veo, te veo tal y cual sos.
Colabora
Patricia Couceiro
Máster Consteladora
[email protected]
En Facebook:
Patricia Monica Couceiro
3764 829015