Posee un emprendimiento de fábrica de muñecas y ya se inscribió para seguir la carrera de comunicación social.
El casamiento, siendo muy joven, y la inmediata llegada de los hijos -siete en total-, hizo que Nélida Rosaura “Rosana” Quintana (60) se quedara con la ilusión de terminar el secundario. A medida que los niños crecían, la necesidad de ayudarlos con los deberes le permitió continuar “enganchada” con la actividad escolar y que la idea de seguir estudiando continuara latente.
Cuando Arlayne, su hija menor, cumplió 18, dijo: “Acá está mi oportunidad. Voy a cumplir mi sueño”. Tomó coraje y se anotó en el CEP 59, que es nocturno, para adultos, y funciona en la Escuela 185. Allí cursó durante tres años y el 10 de diciembre, a pocos de días de celebrar los 61 -los cumple el 15 de diciembre- entregará la bandera de ceremonias del establecimiento a quien la reemplace en ese rol.
“Me fue muy bien. Para mí fue lo más hermoso que me pasó después de mis hijos”, manifestó la mujer, con una mezcla de emoción y orgullo, después de preparar el discurso que leerá en su despedida.
El impulso que la llevó a concluir los estudios fue cuando “los chicos estaban creciendo y yo quería ayudarlos con las tareas. Le costaban, por ejemplo, las multiplicaciones. Y si bien tenía la primaria completa, el aprendizaje que recibíamos por aquel entonces no era como el de ahora. Antes era a cintarazos. Y así no se aprendía mucho. Acompañando a mis hijos mantuve vigente el asunto del aprendizaje. Me gusta matemática, lengua, pero ellos hicieron que me mantenga un poco viva en ese aspecto. En mi interior sabía que tenía que terminar el secundario”.
Cuando inició el cursado, también fue el momento oportuno para el comienzo de las bromas. “Me empezaron a cargar y me decían: ‘terminé, te gané’, como que mis hijos me iban lanzando un desafío. Entonces me anoté. Pensé que se iban a burlar. Pero dije a pesar de todo, yo me anoto y que sea lo que Dios quiera. Realmente admiro a mis compañeros porque me tuvieron respeto durante los tres años, que fueron intensivos. Es que el primer año engloba primero y segundo; el segundo, tercero y cuarto, y el último es bravísimo porque se cursa pura y exclusivamente quinto. Pero me sacaba 9 y 10 en todo. Es una satisfacción muy grande y el 10 entregaré mi bandera, todavía no se a quien”.
Fueron demasiadas experiencias en tan pocos años, pero la protagonista se adaptó sin problemas y se muestra sumamente feliz.
Sin tiempo que perder, Quintana ya se anotó para cursar la carrera de comunicación social en un instituto privado de Oberá.
“Soy cristiana evangélica y cuando escucho las radios que pertenecen a la religión percibo que en algunas hay mucha falta de preparación por parte de los comunicadores que en ellas se emplean”, confió la mujer, correntina de Alvear, que vivió en Posadas y que hace 32 años que reside en la Capital del Monte. Hasta la Zona Centro llegó para acompañar a su esposo, Luis Cantero, que es pastor y fue designado para atender una iglesia del municipio.
Recordó que cuando con la profesora visitaron una emisora de radio para difundir las actividades de la Feria de Ciencias del colegio, “el periodista que nos hizo la nota me llamó después para ofrecerme trabajo. Agradecí el gesto y le dije que primero me gustaría estudiar”, relató emocionada.
Promover la donación de sangre
“Mitos y verdades sobre la donación de sangre y de médula ósea”, se denominó el trabajo que Quintana presentó junto a su compañera Vanesa Duarte. El proyecto se destacó a nivel municipal, provincial y llegó hasta la instancia nacional desarrollada en la capital cordobesa, desde donde la dupla regresó hace una semana, orgullosa de su logro.
“Tuvimos que presentar un proyecto de Feria de Ciencias. En el establecimiento, que funciona hace unos diez años, nunca se había elaborado uno, según había confiado la directora”. Este año la profesora de proyecto sociocomunitario y de historia, Betiana Ovelar, “nos preguntó si nos animábamos. Aceptamos, pusimos onda en todo y el tema que tratamos fue uno muy interesante”.
Quintana contó que “no sé si es por la edad, pero para mí cobró una importancia tremenda este proyecto y en él pusimos alma y vida. Para el primero de septiembre programamos una donación de sangre en el predio de la escuela. Fuimos a los medios obereños a promocionar el evento y lo difundimos en toda la ciudad a través de folletería”. Y los resultados estuvieron a la vista.
Antes de este encuentro ya habían ganado la instancia municipal y estaban a punto de participar de la Feria provincial. En ese lapso, con el nerviosismo propio de la situación, “hicimos la campaña y los referentes del Banco de Sangre de Posadas nos dijeron que ellos movilizarían todo el equipo necesario solo en el caso que hubiera más de treinta personas. Entonces el 1 de septiembre se acercaron a donar sangre más de cien vecinos de la ciudad. Por esa iniciativa recibimos felicitaciones y ellos mismos nos animaron que este proyecto se institucionalice en el CEP y que el año venidero los alumnos que permanecen sigan con la actividad. Para ellos fue muy importante la convocatoria que logramos”.
Para poder preparar el tema de la manera más clara posible, “pedimos a Rocío Valenzuela, que es la coordinadora de promoción del Banco de Sangre, que nos brinde una charla al respecto. Fue en marzo. Le hicimos todas las preguntas y elaboramos una especie de encuesta para hacer a las comunidad sobre los mitos. Una de las preguntas era porqué no donaba sangre y respondían: porque tengo tatuajes, porque tuve hepatitis, muchas cosas que en realidad forman parte de los mitos. El que tiene tatuajes puede donar cuando hayan pasado seis meses de habérselo efectuado. Lo mismo sucede con el diabético, que puede donar en caso de no ser insulinodependiente. Creo que todos aprendimos mucho del tema”, recordó.
El 1 fue un día festivo para la comunidad escolar porque “la profesora nos enseñó que no tiene que ser una jornada triste. Pusimos música, preparamos un espacio para que los niños jugaran, fue hermoso. Participaron todos los alumnos del curso”.
Como la ciudadanía piensa que debe ir a donar sangre en ayunas, “preparamos una mesa grande con frutas, té, galletitas, que nos fueron enviadas desde la Municipalidad, a fin que desayunaran al terminar de donar. Tampoco faltó el agua, gracias a que una de las empresas nos envió cuatro bidones con el líquido”.
El director de Vinculación, Desarrollo Económico y Estratégico de la Municipalidad de Oberá, Emilio Juritsch, “mandó un mensaje preguntando qué es lo que necesitábamos y nos mandó las cosas para el desayuno, por lo que estamos más que agradecidos”.