El estado es parte del problema y de la solución, hubiera sido imposible de sacar a millones de personas de la pobreza sin disputarle el poder a la derecha. Cuando se ganan las elecciones se gana el gobierno, pero no el poder, porque el poder está en otro lado. Gramsci explicaba que cuando la derecha está en el gobierno utiliza el aparato del estado, pero cuando no lo está sigue teniendo poder, porque sigue teniendo los bancos, los medios de comunicación, la diplomacia, la jerarquía de algunas iglesias.
Hay que analizar cuál es el estado que hemos heredado, el sistema representativo. Es más fácil que llegue un blanco que un negro, un hombre que una mujer, un profesional que un campesino; eso hay que revertirlo. Ejemplos tenemos, la revocatoria de mandato, el sorteo de parte de las magistraturas de representación…
¿Como romper doscientos años de influencia de la democracia representativa si no le inyectamos elementos de la democracia participativa?
Segundo problema: el ejército y la policía se les ha encargado una misión cargada de honor, se le ha dado la idea que a ellos le corresponden salvar a la patria. El problema es, ¿quién define esa patria que defienden los militares? ¿La define el pueblo o unas elites? Tenemos la obligación de recuperar la patria, pero no de la patria que han definido desde la colonia, sino en una nueva patria donde quepamos todos, donde el pueblo se identifique.
Otro problema de las democracias, es el lawfare, cuando se utiliza al poder judicial contra los opositores. Es ahí donde el estado de derecho y la credibilidad se degeneran.
El pueblo en las calles es esencial para que las decisiones políticas se cumplan. La única solución a las contradicciones que tenemos en la sociedad es la misma que tenemos en el cerebro para pensar, donde no hay ninguna neurona que valga más que otras, que sea la jefa, sino que funciona por un intercambio constante de información; hay más de 80 billones de sinapsis intercambiando información, la solución está ahí.
Hay que tener una pierna en las instituciones y una oreja en la sociedad civil, hay que escuchar al pueblo. El partido se tiene que convertir en el propio crítico del congreso y en el propio crítico de los actos de gobierno, porque si no las críticas serán utilizadas por la derecha…
Cada comportamiento que hagamos con los demás, con nuestras parejas, amigos, en el trabajo, con cualquier persona, tiene que anticipar el mundo que queremos. Eso nos corresponsabiliza, no le entregamos la obligación ni a un partido, ni a un liderazgo sino que nos corresponde a nosotros; y si cada uno de nosotros nos comportamos en cada ámbito de la vida con decencia, pensando que ese comportamiento anticipa el mundo que queremos, estaremos trayendo a la esperanza.
Pablo Martín Gallero
Puerto Rico (Misiones)