Durante las próximas horas el país (aunque más no sea Capital Federal) estará bajo la atenta mirada de gran parte del concierto de naciones.
Paradójicamente Argentina, un estado en el que arrecia la pobreza que mantiene atrapada a un tercio de la población, un país que no puede siquiera armar un superclásico de fútbol sin que haya violencia, y una Nación en la que solamente suben los precios y la magnitud de la crisis, acoge ahora a la cumbre de las potencias globales.
Paradójicamente también una de las zonas más blindadas por la seguridad nacional, Puerto Madero, fue escenario ayer de uno de los cientos de asaltos que se producen a diario en Capital Federal. Lo curioso fue que tuvo como víctima a una experto canadiense que llegó para participar de la cumbre. “Después de 31 cumbres G7, doce del G20 y una de los BRICS desde 1988, mi suerte y la seguridad del anfitrión finalmente se agotaron. No llores por mí, llora por Argentina”, escribió John Kirton en su cuenta de Twitter para dar cuenta de la situación que había vivido apenas llegó al país.
Es curioso que la comunidad internacional preste tanto apoyo a un Gobierno que en tres años de administración tiene absolutamente nada positivo que mostrar en términos económicos y financieros.
Sólo se entiende comprendiendo que Argentina es para Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea (UE) la última oportunidad para seguir apostando a los sistemas contrarios al populismo de izquierda.
Quizás ahora que los gobiernos conservadores hacen pie en Sudamérica se deje que Argentina corra a su suerte, ya sin la decidida asistencia de estados y organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional.
Pero en definitiva que todos se den cita en el país no deja de ser una señal de apoyo al Gobierno nacional. Algo percibe la comunidad internacional que los argentinos no.