Si bien todos sabemos que en algún momento vamos a dejar este mundo físicamente, lo cual es indiscutible y muy real, también sabemos por haberlo escuchado o leído, que tenemos un “alma”, que es la representación “espiritual” ante un “Ser Divino” llamado “Dios”. Para muchísimos seres humanos, aunque tenga distintos nombres, se sabe que es el mismo y al cual se lo venera al modo de cada uno, con la fe propia del creyente.
Solo hace falta observar la naturaleza en toda su dimensión para saber que estamos ante un Hacedor Espiritual. La luz solar, el agua en todas sus formas, el viento, el frío y el calor ya nos dicen todo.
Se han escrito varios libros referidos a la “casi muerte” y que dan clara evidencia de que después de ésta vida hay otra que, si bien es un misterio, no deja de ser una esperanza de estar mejor por el simple hecho de que “nadie regresó para quejarse”, como decía una anciana con una sonrisa dibujada en su rostro.
El Dr. Raymond Moody, médico psiquiatra y licenciado en Filosofía, fue uno de los que se dedicó a estudiar casos de pacientes que sufrieron la experiencia cercana a la muerte, de ahí uno de sus libros se tituló: “Vida después de la vida”, con posterior edición ampliada y relacionada a las “Sagradas Escrituras”, lo que aumentó el interés de los lectores.
En sus libros, el Dr. Moody relata experiencias vividas por distintas personas que, en su momento de “casi muerte”, explican el instante que “abandonan el cuerpo”, a través de una especie de “túnel o agujero oscuro” –que sería el cuerpo- y algunos hasta vieron a familiares ya fallecidos que los recibían felices.
Ahora bien, “no recordaban cómo era su regreso al cuerpo” que los dejaba pensando unos minutos, quedando maravillados y entusiasmados, entendiendo que ello significaba algo muy bueno y purificador. Algunos incluso decían que no alcanzaban las palabras para explicar lo visto en esos pocos minutos.
Dicen los sabios que “tener miedo a la muerte es no haberse preparado suficientemente durante los años vividos para aceptarla con naturalidad, a sabiendas que es algo inevitable”.
El “alma” o “ánima” es algo inmaterial y se lo conceptúa como “espiritual”, estando en forma imperceptible dentro de cada ser humano, el cual supone que posteriormente a la vida terrenal logra un nuevo destino que, según los estudiosos del tema, se trata de una “nueva vida”, ya sin las experiencias sufridas en nuestro planeta Tierra.
Por eso muchas sociedades del mundo han cambiado su concepto con respecto al “cuerpo de la persona fallecida” y han aceptado la “cremación”, en el caso de disponer del cadáver o de no ser así –como los casos de quienes han caído a las aguas y no pudieron ser rescatados o se extraviaron en zonas inhóspitas y no fueron ubicadas, etc,- dejar que el tiempo se encargue de sus restos, demostrando de esa manera la madurez y comprensión en cuanto a la diferencia entre el ser corporal y el espiritual.
Exigir algo imposible o que no justifica el movimiento y esfuerzo humano, así como la inversión económica, por los riegos que ello implica, es simplemente estar fuera del conocimiento racional y de la lógica.
La ignorancia tiene perdón cuando se trata de temas de concepto elevado y que son exclusivas de instituciones u organismos que son celosos de sus códigos y cuyos integrantes saben a ciencia cierta que son parte del objetivo.
Nunca faltan las expresiones curiosas como: “Me dolió el alma cuando supe lo sucedido”, “te rompo el alma cuando te agarre” o “que su alma lo lleve el diablo”, etc.
Ernesto Doedderer
Posadas (Misiones)