En mi opinión encierra una enorme irresponsabilidad porque contribuye con un factor de desequilibrio peligrosísimo en materia de seguridad, como lo es armar a las personas y darles la posibilidad de “defenderse” a los tiros de cualquier presunta amenaza o atacar a terceros si las condiciones lo irritan y permiten.
De alguna manera, es volver a la ley del Far West, el de las películas de John Wayne, Gary Cooper, Alan Ladd, Lee Van Cleef, Glenn Ford, Lee Marvin, Clint Eastwood o los “western spaghetti” en que el orden era impuesto con horca y balas, donde el más heroico era el más rápido en una justicia donde el “malo” solo valía muerto. Para más esta última es una “filosofía” que se está imponiendo en muchos ámbitos sociales en un salto histórico hacia atrás.
Según nuestras Constitución y leyes, es el Estado el que tiene el monopolio de la fuerza y son sus fuerzas armadas, de seguridad y policiales las que pueden portar y utilizar las armas (siempre en condiciones de excepción). De otra manera, sería igualar al ciudadano común al de la delincuencia y abrir una caja de Pandora que mientras por un lado abona a la mayor violencia por parte del delincuente; por otro permitiría cientos de víctimas inocentes de quienes se “confunde” con un criminal. Sobran ejemplos de estas muertes absurdas de inocentes.
María Teresa Núñez
Posadas (Misiones)