Las abuelas son muy distintas a las de antes. Hoy tienen otros intereses, son coquetas, seductoras y muy energéticas. Muchas tienen un trabajo, practican deportes, salen de shopping, viajan con amigas, tienen una pareja y una vida social muy activa. Ellas pueden hacer todo lo que sueñan, pero no se privan de pasar tiempo con sus nietos y disfrutar de la familia.
Porque para ellas ser abuelas es una segunda oportunidad que les da la vida para ver crecer, para mimar y para cuidar de un niño. Eso sí, con la diferencia de que pueden consentirlo y dejar en manos de los padres las decisiones sobre la crianza. Porque se trata de “un amor mucho más libre, un amor sin límites”, describe la docente María Eugenia Oria, abuela de Hipólito de 2 años.
Para ella “ser abuela es un amor distinto porque sabés cuáles errores cometiste con tu hijo. Y además aprovechás más el tiempo. Yo juego y lo mimo minuto a minuto, disfruto más. No pretendo ser la abuela perfecta pero le entrego lo mejor de mí, lo que sale de mi corazón”.
¿Podríamos definir ese amor de abuela? Sinceramente es difícil aunque Verónica Zapata Icart explica que se trata de un “amor doble”. Sí, un amor multiplicado porque “es el amor que se le tiene al hijo pero potenciado hacia el hijo de ese hijo, lo siento así. Lo aprendí de mi abuela que fue una amiga para mí y pretendo serlo para mi nieta”.
Verónica, de profesión abogada y abuela de Francesca de 3 años, cree que establecer tiempos para cada actividad puede ser de gran ayuda. Un rato para ver tele juntas, otro para contarle un cuento, pintar, o salir de paseo: ir al cine, de compras o a los juegos “realizamos todas las actividades que tenemos las abuelas con niños de su edad. Y más adelante, cuando sea más grande viajaremos juntas”. Porque establecer un orden de prioridades ayuda inclusive a fortalecer ese lazo afectivo tan necesario para el desarrollo del niño.
“Ser abuela te pone más sensible”, detalla Fátima Román, abogada y abuela de Olivia de 6 años y Matilda de 2 meses. Porque cuando se le pregunta por sus nietas ella se emociona. Sus ojos se llenan de lágrimas y de ternura: “Son el amor más grande. Estoy enamorada”.
La profesional además de trabajar en su negocio familiar práctica diversos deportes como: zumba, pilates y caminatas, ya que considera a la actividad física como una prioridad para gozar de buena salud. Sin descuidar su tiempo con la familia, de hecho desde que es abuela incorporó diferentes hábitos a su rutina “desde juguetes a ropita para las nenas y los libros. Y siempre que salgo miro cosas para ellas. Le dedicamos mucho tiempo, tanto mi esposo como yo”.
Lo mismo ocurre con Andrea Carolina Rivadavia Correa, quien se desempeña como Directora Administrativa en la Universidad de Misiones y es abuela de cuatro niños: Valentino de 10, Ramiro y Benjamín de 6 y Josefina de 3 años. Porque quienes tengan la suerte de viajar en su coche notarán que ella es una abuela todoterreno, siempre lleva un pendrive con música “de acuerdo a la edad de cada nieto, ropas, zapatos, juguetes y los dulces”.
Porque como abuela “te tenés que ir aggiornando a las cosas del día”. Para los niños no hay nada más divertido que aprender de la gran sabiduría de una abuela. Compartir historias y canciones, serán los recuerdos más valiosos que albergará en su corazón. Y ellas, al abrazarlos reviven su infancia y experimentan la alegría de los primeros años.
Escrita por: Susana Breska Sisterna
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Producción Fotográfica: Miguel Ángel Colman