Paula Aguilar, una joven madre de 26 años que está a cargo de su hermana discapacitada de 13 años, pide ayuda al Estado para poder mejorar la calidad de vida de Martina Rocío, a quien tiene bajo su cuidado desde que falleció su mamá, en 2014.
Paula vive junto a sus dos hijas de 8 y 11 años, su esposo y su hermana en una precaria vivienda de madera en el barrio de Cien Hectáreas de Oberá. Las chapas de su casa están viejas y el agua se escurre por los agujeros y se inundan cada vez que llueve.
“Mi hermana sufre de epilepsia, parálisis en parte de su cuerpo, no habla, usa pañales y esta situación la pone en peligro porque se enferma. Nosotros somos grandes y sanos pero ella no, hace rato que estoy pidiendo en la Municipalidad que me consigan una vivienda o me ayuden a arreglar mi casa y construir una pieza de material para ella porque, como sólo tenemos dos habitaciones (en realidad es una dividida por un ropero) mi hermana comparte la habitación con mis dos hijas”, contó a PRIMERA EDICIÓN.
“No queremos depender de otros”
Según contó, después del gran temporal que azotó la provincia hace algunas semanas “la gente de la Municipalidad nos trajo una carpa para que pongamos sobre el techo y nos arreglemos así hasta que puedan empezar la refacción cuando mejorara el tiempo. Pero pasaron los días y no se hizo nada; vino otra tormenta y nos volvimos a inundar, mi hermana no puede seguir viviendo en estas condiciones, la tormenta pasada se mojó hasta su colchón. Incluso hicimos una nota con la asistente social de la Municipalidad, ellos siempre están atentos y nos ayudan mucho pero no logro que solucionen el tema habitacional, por lo menos que le construyan una pieza adecuada”.
Desde hace un año, Martina cobra una pensión y se hace controles médicos en Posadas. “Ella está medicada, toma 20 pastillas por día y le damos aceite de cannabis. Gracias a Dios, ahora anda bien de salud pero tenemos mucho cuidado porque convulsiona, cualquier catarro que agarra ya convulsiona, la humedad la afecta mucho”, precisó Paula. La joven presta servicios de limpieza en casas de familia y su esposo es albañil, “no queremos depender de nadie, pero necesitamos que nos ayuden para darle una mejor calidad de vida a Rocío”, admitió.