El experto en desarrollo local Georges Bonan fue uno de los protagonistas este jueves de la segunda jornada del congreso “Vivir la Ciudad”, que se desarrolla hasta el viernes en esta ciudad.
En una conferencia sobre “El turismo patrimonial como factor de desarrollo sustentable de la ciudad”, el especialista francés, nacido en Túnez y radicado desde hace una década en Chile, remarcó la creciente influencia de la actividad turística en las economías locales y planteó que “hay que prepararse para una demanda creciente y cada vez más diversificada”.
En ese sentido, explicó que “cada vez más viajeros apuntan al turismo patrimonial, un ‘turismo inteligente’ de volver a casa no sólo con fotos sino con nuevos conocimientos, descubrimientos y aprendizajes: hay menos interés por el patrimonio material inmueble y más por el mueble y el inmaterial”, entendidos como “la forma de vida de la población local: su cultura, su música, sus mitos, su gastronomía, sus juegos…”.
Después del boom del modelo de sol y playa, ahora el turismo se está volcando de nuevo al afán de descubrir y conocer”.
Sin embargo, alertó que hoy, en la mayoría de los casos, “el turismo no genera desarrollo sostenible, porque el crecimiento del sector es exógeno, con inversiones extranjeras que crean infraestructuras ajenas a la comunidad local y eso provoca la pérdida del patrimonio intangible. A su vez, esa pérdida de identidad colectiva da lugar a un ‘encierro’ en sí mismas de las poblaciones locales, a ‘identidades refugio’ que llevan al rechazo al otro, por lo que se produce una descohesión total entre turismo y comunidad: en definitiva, los impactos económicos son positivos, pero los sociales son muy negativos”.
En ese terreno, puso como ejemplos algunas experiencias en el Norte de África -de donde es oriundo-, pero similar situación se puede observar también en zonas de Centroamérica y el Caribe.
El crecimiento de la demanda puede llevar a masificación y a la saturación de destinos cuya población termina rechazando el turismo”.
Ante todo ello, Bonan trazó sintéticamente un “plan de acción” para encaminarse hacia un turismo patrimonial que genere desarrollo sostenible para la ciudad.
En primer lugar, abogó por “construir verdaderas experiencias turísticas”, convirtiendo los “recursos turísticos” en “atractivos turísticos”: seleccionar los recursos que pueden interesar al visitante y que la comunidad local está dispuesta a compartir, y abrirlos al público, pero siempre tratando de incorporarles “experiencias turísticas”: combinarlos con servicios que generen emoción para el visitante y, al mismo tiempo, apropiación e identidad (además de empleo) para el ciudadano local.
En segundo término, insistió en la trascendencia de apostar al patrimonio intangible como atractivo turístico del lugar, lo que permite “tejer un puente entre turista y ciudadano”. De lo contrario, en el ámbito del patrimonio material “hay demasiada competencia en el mundo y, además, ya todo es más o menos conocido, aunque sea en fotos”.
“El verdadero patrimonio de la ciudad, el que la diferencia del resto, es la población local, su forma de vida”, sentenció.
Los souvenirs representan el 25% del gasto turístico total a nivel mundial, quienes no tienen algo propio que vender están perdiendo”.
La tercera “pata” de este proceso en busca de un turismo patrimonial que contribuya a la sustentabilidad de ciudades y regiones, según Georges Bonan, sería la creación de “clústeres turísticos”, entendiendo como tales una red asociativa y solidaria entre todas las ramas de actividad vinculadas al turismo: alojamientos, restaurantes, transportes, actividades, artesanías (comercio) y agencias de turismo.
Todos esos actores -advirtió el especialista- deben trabajar en conjunto para mejorar las experiencias de los visitantes y evitar que una falencia o una situación negativa repercuta sobre el resto de la cadena.
Pero no sólo eso: dentro del mismo rubro (ya sea el hotelero, el gastronómico, el comercial, etcétera) debe aparecer la figura de la “coopetencia”, es decir, competir pero a partir de la cooperación.
También recomendó apostar a “emprendimientos glocales, como cafés temáticos” (mencionó al respecto la buena impresión de la Peña Misionero y Guaraní, que conjuga en un mismo lugar música, cultura y gastronomía), a la innovación social y explotar todas las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías a la hora de idear “servicios que aporten experiencias de vida”.