Quizá el lector coincida conmigo cuando digo que vivimos en una sociedad culposa. Nuestra educación judeo-cristiana nos mueve a sentirnos culpables por las cosas.
La culpa nos pesa, podemos sentir cómo las hombreras de la mochila de la culpa, se hunden en nuestra humanidad cuando la llenamos con los reproches que nos hacemos a nosotros mismos, sobre los errores que hemos cometido.
También en ocasiones, y por diversas causas, solemos señalar a otros con nuestro dedo índice, diciendo que son culpables de acontecimientos, sin que esa sea toda la verdad y lo hacemos en muchas ocasiones para evitar las consecuencias de hacernos cargo de un error.
El Coaching sugiere otra manera de accionar, esta otra manera puede regresar a nuestras manos la capacidad de solucionar cualquier problema, ya sea que tenga que ver con nosotros en forma directa o indirecta. Lo explicamos a continuación.
Podemos decidir sentirnos culpables, lo cual puede generar consecuencias desastrosas, por el costo emocional que pagamos al quedar varados en la culpa o por el contrario podemos sentirnos responsables, nosotros entendemos la responsabilidad, como “la habilidad de responder ante las circunstancias”.
Cuando, como consecuencia de nuestras acciones o las de otros, aparece un resultado no deseado, podemos buscar culpables o decidir hacernos responsables. Si optamos por esto último, lo que sucederá es que tendremos la autorización tácita, de cambiar aquello que creemos necesario cambiar, por el contrario, si optamos por no hacernos cargo de lo acontecido y elegimos echar la culpa a otro, perdemos toda capacidad de ser partícipes de la solución de dicho problema.
Muchos de nosotros hemos vivido vidas difíciles, transitado nuestra infancia y adolescencia en familias disfuncionales y podríamos hacer responsables de nuestros resultados, a familiares, amigos, empleadores y todas aquellas personas que forman parte de nuestra red cercana.
Sin embargo al llegar a adultos podemos hacernos responsables de nuestros propios desaciertos y dejar de buscar culpables que nos sirvan de excusas para no alcanzar nuestro propósito, nuestras metas y nuestra felicidad. Nadie podría haberlo explicado mejor que el Filósofo Jean Paul Sartre cuando dijo: “Cada hombre es lo que hace, con lo que hicieron de él”.
Siempre tuve sobrepeso. En una sociedad que sublima la estética, ser Coach ontológico y dar seminarios de desarrollo personal podría presentar una dificultad, sin embargo, decidí que yo no sería quien tomara la decisión, elegí poner al arbitrio de las personas y que ellas elijan. Mi compromiso se centraría en ser lo mejor que pudiera ser, es mi disciplina.
¿Y saben qué? descubrí que la grasa en mi cuerpo no necesariamente determina mi fracaso o el éxito sino que la actitud lo es todo.
Por último quiero compartir una frase que me ha ayudado en tiempos de duda e inseguridad:
Se responsable de tu propia vida, No busques culpables en vos ni en otros. Elegí ser responsable para poder cambiar aquello que necesitas cambiar.
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Jorge Kordi
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