Si tenés un proyecto, el punto de partida es siempre el plan. ¿Tenés un plan para aquello que deseás lograr? Todo lo que existe y hoy vemos empezó con un plan en la mente de alguien que se llevó a cabo. Y cada cosa fue diseñada con un determinado propósito, es decir, un para qué.
Tener un propósito en la vida es vivir para aquello para lo que uno fue creado; es el plan original para tu vida, tu verdadera vocación. Conocer y cumplir el propósito, te hará feliz. Ahora bien, ¿cuándo nos es dado ese propósito? Cuando estamos en la panza de mamá. Hoy se sabe que ya a los cinco meses en el vientre de su madre el bebé, aun antes de nacer, puede oír y recordar.
Cuenta un violonchelista del Teatro Colón que en una ocasión ensayaba con la orquesta una obra pero, como era tan difícil, a la mayoría de los músicos les costaba tocarla pero él lo hacía con facilidad. Cuando se lo comentó a su mamá, ella le dijo: “Eso no es una sorpresa porque yo escuchaba esa pieza cuando estaba embarazada de vos”.
Una persona descubre su grandeza cuando se conecta con su propósito.
Los dos mayores descubrimientos que podemos realizar son los de el propósito y el potencial. Conocer el “para qué” nos conduce a tener la certeza sobre el “con qué”. Es decir, saber que contamos con la capacidad y la fortaleza necesarias para lograr todo aquello que está relacionado con nuestro propósito.
El propósito no cambia con el tiempo pero, como ya mencionamos, precisa un plan para ser llevado a cabo. ¿En qué consiste el plan? En los pasos que tenemos que dar para llegar a la meta. Le preguntaron al director de cine Francis Ford Cóppola cuál era su objetivo con respecto a su última película. Esta fue su respuesta: “Quiero que la vean en todo el mundo durante los próximos 20 años”. ¡Eso sí que es tener un plan para cumplir el propósito!
Deberíamos contar con un plan para cada área de nuestra vida: laboral, afectiva, familiar, de la salud, etc. El plan nos permite saber en detalle cómo vamos a alcanzar un determinado objetivo sin necesidad de estresarnos ni agotarnos. Todo sueño cumplido tiene un período de preparación en el que uno elabora los pasos que lo acerquen a la meta.
¿Te gustaría tener una salud óptima?
¿Te gustaría progresar en tu trabajo?
¿Te gustaría disfrutar relaciones interpersonales satisfactorias?
¿Te gustaría viajar?
¿Te gustaría seguir estudiando?
Seguramente habrás respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas, entonces agregaré una más: ¿Cuál es tu plan? Muchos piensan que destinar horas a armar un plan es una pérdida de tiempo pero todo aquello que vale la pena y perdura con los años siempre ha sido cuidadosamente planificado. Y muchos otros sueñan pero nunca arman un plan.
Soñar es maravilloso pero, si no tenemos los pasos para que eso se convierta en realidad, nos quedaremos solo con el deseo o la ilusión.
¡A planificar, que viene lo mejor!
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.