Días pasados visité a una amiga y pregunté por Piti, me dice su madre: – Tú ¿no sabes?
¡Cuánto cambió!, ¡mira se dedica a la jardinería!, ¡vení, mirá! Esas son sus plantas «cáñamo índico»
Las adora, las riega, las cuida y le quita las hojitas, las guarda como si fueran joyas. Es tan amable conmigo.
¡Yo! También cambié, era una anticuada, tú sabes los hijos hoy quieren que los padres sean modernos con herramientas mentales actuales para poder comprender la complejidad de los cambios que se producen a tal velocidad en el mundo.
Claro: así como toda música está compuesta por una cantidad limitada de notas, que los compositores se encargan de ordenar. ¡Dije! Para darme ánimo y comprender y enfrentar a la terrorífica planta «cáñamo índico» y esto se convierte en cuento que nunca se acaba, pero lo paradójico es que cuando de charla se trata disparamos como ametralladora, desparramando nuestro pensamiento a quienes quieran escuchar ¡y también a quien no!
Sólo algunas aproximaciones que quizás pidan ayuda para quienes padecen esos males. Y asombra y sorprende teniendo en cuenta el crecimiento en la actualidad en los jardines de su propia casa.
¡Ojalá que estas líneas se lean!
¿Por qué? Los sentimientos son inocentes como las armas blancas.
Colabora
Aurora Bitón
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