Hace dos semanas se llevó adelante la audiencia pública “no vinculante” para establecer un nuevo valor del boleto de transporte público en Posadas, Garupá y Candelaria, donde el representante del Grupo Z pidió como “tarifa técnica” la descabellada cifra de 57 pesos.
Según el empleado del voraz grupo empresarial, ese debería ser el valor para equiparar el incremento de los costos por la fuerte inflación que tuvo este año: combustible, paritarias, repuestos, nuevas unidades; además de la quita de subsidios nacionales que se aplicará recién desde enero de 2019.
El cálculo surge de una ecuación polinómica que se determina entre el Gobierno y las empresas con datos que aportan las empresas, sobre kilómetros recorridos, cantidad de unidades y boletos vendidos, entre otros.
Lo que resulta verdaderamente llamativo es que sean las propias empresas de transporte, mediante declaraciones juradas, las que aporten los datos sobre sus costos y sus ingresos, sin ningún tipo de control de la Provincia o los Municipios.
La tarea de control queda en manos de la empresa privada Servicios Urbanos S.A. que administra la SUBE Misionera y que, para colmo, en sus inicios empresariales estuvo vinculada al Grupo Z.
Con esos números el Gobierno establece una tarifa, una parte se cubre con subsidios y otra con el costo del boleto. El Estado nunca pudo poner la nariz dentro de los números de las empresas y ese fue un cuestionamiento permanente, la falta de control estatal.
Los opositores y los usuarios apuntan sus sospechas sobre la cantidad de boletos que declaran las empresas, y no es para menos porque ese dato puede cambiar toda la ecuación y abaratar el costo del pasaje.
Si las empresas declaran pocos pasajes vendidos, necesitan un boleto más caro para cubrir sus costos; pero si declaran más pasajes vendidos, cubrirían los costos y ganancias con un boleto más económico.
Lo increíble es que la Provincia y los Municipios nunca tuvieron control sobre la cantidad de boletos vendidos. Solo una vez se pretendió ejercer control, por presión de la Nación, pero el exgobernador Maurice Closs dejó pasar el tiempo y nunca puso en funcionamiento el organismo que iba a cumplir esa tarea.
Fue el 12 de febrero de 2015 cuando se inauguró el Centro de Control y Monitoreo del Transporte Público, dependiente del subsecretario de transporte Hermes Almirón. Participaron Closs y el exministro de Transporte de la Nación, Florencio Randazzo, quien venía presionando desde hace tiempo a Misiones para que homologue la SUBE Misionera con la SUBE Nacional.
Randazzo tenía sus razones. Es que la Nación enviaba cientos de millones de pesos todos los años en concepto de subsidios a las empresas misioneras pero no tenía control de cuántos boletos vendían, las distancias ni la cantidad de unidades en movimiento. Todo era por declaración de las propias empresas. Al parecer, el exministro nacional no creía mucho en la transparencia de esos números por eso venía exigiendo que se homologue al SUBE Nacional.
En ese mismo acto, al inaugurar el Centro de Control, Randazzo enfatizó: “No vamos a seguir poniendo más plata si no tenemos una tarjeta (SUBE) única”. Almirón y Closs tragaron saliva con cara de preocupación. El funcionario nacional exhortaba a la Provincia a que apure la compatibilización de la tarjeta misionera con la nacional, de lo contrario dejaría de enviar subsidios.
Muchos esperaban que, con el funcionamiento del Centro de Control y Monitoreo, se transparenten los números y al cabo de poco tiempo los usuarios puedan contar con la SUBE Nacional, que por cierto otorga muchos más beneficios que la tarjeta Misionera. El acto fue decorativo porque ese organismo nunca funcionó y nunca controló nada. Hasta ahora.
Closs dejó pasar el tiempo, se terminó su gobierno al igual que el del kirchnerismo, y con la llegada de Cambiemos a la Presidencia de la Nación todo se dilató. Al punto que el nuevo plazo exigido por la Nación para poner la SUBE Nacional en funcionamiento es el 31 de diciembre de 2018.
Todo hace pensar que, otra vez, no se cumplirá con ese objetivo y el Grupo Z seguirá declarando sus números sin control del Estado provincial ni municipal.
Inauguración sin resultados
La oficina del Centro de Control se ubicó en calle Alvear entre Ayacucho y San Lorenzo, pegada a la Subsecretaría de Obras Públicas de la Provincia.
Luego de recorrer el pequeño edificio, el director del Centro de Control, Rogelio Salvado, funcionario de la Subsecretaría de Transporte de la Provincia, le explicó a Randazzo el funcionamiento del monitoreo, a través del cual se podría conocer -supuestamente- en tiempo real la ubicación, la velocidad, el recorrido y las distancias realizadas por los colectivos que prestan el servicio.
El ministro esperó que Almirón termine su breve comentario, le apuntó su mirada y le dijo: “¿Cómo van a hacer con la tarjeta nacional?”.
Almirón, visiblemente nervioso, respondió que estaba dialogando con funcionarios subalternos de Randazzo para que compatibilicen los dos sistemas: “Tenemos el mismo proveedor del sistema” dijo y “lo vamos a mandar para que se junten y vean los detalles técnicos para unificar”, agregó el misionero.
La respuesta de Randazzo fue tajante, aunque en el marco del encuentro quedó disimulada: “Mirá que no vamos a seguir poniendo plata si no tenemos una tarjeta única y una base de datos única… Tiene que haber una sola”, le espetó.
Y para asegurarse de que al funcionario misionero le quede claro, Randazzo añadió, palabras más palabras menos, lo siguiente: “El sistema tiene que funcionar en todo el país, tiene que servir para que un misionero vaya a Buenos Aires y pueda usar el transporte con su tarjeta y para que un porteño venga a Misiones a visitar a su familia y también lo pueda hacer”.
Para algunos fue un detalle menor, pero otros entendieron las razones del cruce de palabras. El titular del “Grupo Z”, que estaba a pocos pasos del lugar, giró la cabeza y se corrió unos metros hacia atrás.
En aquel tiempo Randazzo tomó la decisión de unificar y controlar todo desde su Ministerio pero en Misiones no pudo hacerlo y muchos creen que la influencia del Grupo Z en el gobierno provincial frenó la embestida.
El argumento siempre fue que la provincia tiene su propio mecanismo de control, el “Sube misionero”, que estuvo vinculado al Grupo Z y que no garantiza transparencia para los usuarios.
Los funcionarios provinciales consultados por PRIMERA EDICIÓN aseguraron que ese organismo nunca funcionó.
Lo mismo dijeron los funcionarios municipales. Miguel Acuña, concejal de Trabajo y Progreso indicó: “Que yo sepa nunca funcionó. No sé ni siquiera quienes serían ahora los que están adelante de eso. No hay una información real sobre eso. Desconozco. No podría confirmar si funcionó o no porque no se sabe si eso se llegó a conformar alguna vez. Hay veces que se hacen anuncios de este tipo y con el tiempo queda todo en la nada. Desde que estoy nunca se habló de ese tema”.
Por su parte, Iván Lambert, director de Tránsito de la Municipalidad de Posadas, señaló: “Tengo entendido que no funciona, pero eso depende de Transporte de la provincia. No es nuestro, no es municipal. Por lo que he hablado en alguna oportunidad con gente de Transporte de la provincia, no está en marcha. Esto sabemos en base a conversaciones informales porque en realidad no depende de nosotros”.
El control que nunca fue
Según Almirón, el Centro podría controlar el cumplimiento de horarios y recorridos del transporte urbano de pasajeros en todas las unidades del Sistema Integrado de Transporte.
En las unidades de transporte se instalaría un sistema de posicionamiento global (GPS), y desde el Centro de Control, las computadoras y una pantalla de visualización, mostraría el funcionamiento del transporte.
Los usuarios podrían consultar el tiempo de arribo de los micros por medio de la aplicación en página web y en una APP sobre Smartphone.
También se anunció que la terminal de transferencia contaría con cuatro monitores con los datos de los servicios de transporte, incluyendo demoras e inconvenientes en el tránsito.
Pocos días después de la inauguración, Almirón manifestó en una entrevista con un medio provincial: “están dadas todas las condiciones y ya está en plena vigencia el sistema de control y monitoreo”.
Prometió que se incorporarían diez paradas inteligentes que dispondrían de información para el usuario sobre recorridos y horarios de los colectivos.
Nunca se cumplió ninguna de esas promesas y varios años después, el Grupo Z sigue controlado por una empresa privada, que fue parte del Grupo y que declara los números a la provincia.
Beneficios de la sube nacional
La Sube nacional y la Sube misionera tienen numerosas diferencias, que radican principalmente en beneficios para los usuarios que utilizan el sistema nacional, por eso los usuarios exigen desde hace años que se instrumente la Sube Nacional y se elimine el negocio de la SUBE misionera, que termina siendo más costosa y brinda menos servicios.
* La tarjeta a nivel nacional la administra el Estado y se vende en cualquier quiosco, es más económica que la misionera.
* Una sola tarjeta puede pagar el pasaje de varios pasajeros, cosa que con la local, aunque se puede, las empresas no aceptan hacerlo.
* Los puntos de recarga son más accesibles, inclusive se puede hacer por Internet y se respetan beneficios para jubilados y discapacitados, entre otros.
* La tarjeta SUBE de la Nación, además pretende ir cambiando y mutando a bonificar y subsidiar al pasajero, a los diferentes usuarios según sus ingresos, no a las empresas.
* En cuanto a la transparencia de los costos y balances, la Sube misionera se administra con una empresa privada, que en el caso de la SUBE misionera está creada con capitales del monopolio Zbikozky, que solamente informa los datos a la Subsecretaría de Transporte de Misiones para que este organismo (comandado por Rolando Kegler) transfiera los datos a la Nación. Quiere decir que el Estado en ningún momento audita los datos que recibe del privado.
* La SUBE nacional se puede utilizar en trenes, subtes y colectivos de todo el país, aunque se haya comprado en Misiones. La SUBE misionera solo puede usarse acá.
* Con la SUBE Nacional, los usuarios que más viajes realizan consiguen descuentos en los próximos pasajes, cosa que no ocurre en la local.