La declaración ciudadana del Día Internacional de la Democracia, fue instituida el 8 de noviembre de 2007 por la Asamblea General de las Naciones Unidas a fin de incentivar a los gobiernos a reforzar en sus programas la promoción de la democracia, la cooperación y todos aquellos planes que aseguren el ejercicio de los derechos humanos.
La democracia es entendida como una doctrina política y un modelo de convivencia social que privilegia los derechos humanos.
Ahora bien, tenemos una sociedad cada día más compleja, en la que los cambios se producen a una gran velocidad. Esto nos exige revisar las respuestas que ofrecemos que, a veces, no llegan a tiempo tornándose ineficientes y poniendo en riesgo los principios en que se sustenta la democracia.
La globalización, la diversidad de agentes sociales participantes, el crecimiento de los flujos migratorios, los avatares del desarrollo económico, entre otros, configuran una realidad que requiere de políticas públicas que contemplen nuevos modelos de abordaje para las problemáticas comunitarias.
Estos nuevos modelos han de centrarse en la participación ciudadana como herramienta de inclusión y respuesta a los procesos de fragmentación que nuestras sociedades están atravesando, lo que torna fundamental democratizar las instituciones existentes y configurar nuevas dinámicas de intervención estatal que sean capaces de responder de manera integral y efectiva las demandas de esta nueva era.
La mediación comunitaria permite disponer de un recurso que aporta los elementos teóricos, metodológicos y técnicos para la provisión y prestación de sistemas sostenibles de resolución de conflictos solventados en el compromiso, aporte y responsabilización de los propios actores.
Estos métodos prevén la participación ciudadana transformando la confrontación y el conflicto en diálogo y construcción de soluciones.
Los elementos propios que caracterizan a la mediación comunitaria, tales como el reconocimiento del contexto, la participación comunitaria, la actuación en red y su carácter pedagógico, promueven y fortalecen a la ciudadanía, siendo un instrumento prioritario de justicia, participación, protagonismo y pacificación social que se manifiesta como consecuencia de un proceso democrático que exige cada vez más contenido.
Este empoderamiento que fortalece al ciudadano que participa de una mediación como sujeto activo en un proceso de justicia, impacta de manera más que positiva en la convivencia.
Potenciar las dinámicas integradoras, cohesionadoras que permitan expresar y ejercer las propias ideas, respetando e incorporando las ajenas fortalece la convivencia y la democracia.
Ampliar y reforzar los mecanismos de participación, no sólo mejorará los niveles de legitimidad y adhesión ciudadana al sistema democrático al sentirse parte activa e integrante de éste, sino que permitirá incorporar elementos de racionalidad, buen gobierno, compromiso y efectividad.
El diálogo debe ser el vehículo y no el destino en sí mismo, su meta debe ser la transformación de los ciudadanos mediante la mirada y comprensión del otro para así lograr una sociedad que nos albergue a todos en paz.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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