La economía tuvo el mayor protagonismo de la semana, no sólo por las medidas anunciadas por el ministro Nicolás Dujovne o las intervenciones públicas del presidente Mauricio Macri. Sino por las consecuencias que las mismas tendrán en los argentinos en general y los misioneros en particular.
El dato del cual se debe partir, es el que desde hace varios meses atrás se viene explicando en este mismo espacio: la falta de dólares que tiene Argentina, el déficit fiscal incontrolable, el engendro de las Lebac y el altísimo endeudamiento multimillonario en dólares, entre otros aspectos que arrastraron al país al camino del default.
Cada vez queda más claro que haber recurrido al Fondo Monetario Internacional (FMI) no fue “preventivo”, sino un intento de salvataje cuyo primer desembolso no sirvió para contener al dólar y a los mercados. En una economía dolarizada como la de Argentina, sin medidas de fondo, se repitieron las corridas y sus consecuencias.
A punto de cumplir tres años de mandato y con las elecciones generales cada vez más cerca, Macri decidió terminar con la progresividad de sus ajustes, mostrando que aun no se recibió como “piloto de tormentas” ni tiene un equipo con la experiencia suficiente para no terminar en un “tsunami económico”.
Por algo hasta el propio Macri dijo el viernes en Mendoza, donde recibió la bronca de los vitivinicultores por las neo-retenciones: “Tuvimos tres días de tranquilidad, pero todavía no hemos pasado la tormenta”. El “alerta meteorológica” financiero no cesó para los argentinos.
En este mismo espacio, hace un mes, se expuso también que los EEUU mira con atención lo que ocurre en Argentina. A mediados de semana, los medios porteños comenzaron a hablar de una ayuda financiera extraordinaria del Tesoro norteamericano que, tibiamente, algunos funcionarios negaron que exista una gestión al respecto. ¿Nos salvará Donald Trump del abismo?
Manoteo en todos los puntos cardinales por el déficit
Lo primero que aplicó el Gobierno es a la transferencia de obligaciones de pago a las provincias y municipios, después de haber eliminado el Fondo de la Soja. Entre otras las correspondientes a los millonarios subsidios al transporte de pasajeros y por tarifa social eléctrica para quienes consumen menos de 300 kv.
Pero la presión de los Gobernadores se hizo sentir el mismo día del anuncio porque ninguno estaba dispuesto a hacerse cargo de un paquete impuesto sin mejoras en la remisión de recursos. Así, Cambiemos se dio cuenta que debe negociar con los mandatarios opositores el proyecto de Ley de Presupuesto del año que viene y necesita los votos. Por eso el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, reunió a los ministros de Hacienda provinciales para buscar un consenso en el recorte que se viene.
Por efecto, el secretario de Energía, Javier Iguacel anunció que no transferirán el costo de la Tarifa Social eléctrica a las provincias, justo cuando EMSA y la Secretaría de Energía de Misiones se aprestaban a explicar cómo iban a quedar los costos de la luz sin el subsidio para más de 92 mil usuarios, a partir de enero del año que viene.
Y Macri, por su parte, agendó un encuentro con los Gobernadores para el próximo martes. Cabe recordar que en Misiones, Frigerio obtuvo el primer apoyo de la renovación para aprobar el presupuesto 2019.
A su vez, en el Gobierno nacional recurrieron a un tributo que Cambiemos cuestionó duramente en Misiones mientras estuvo vigente hasta que la Nación presionó para quitarlo: el impuesto a las exportaciones.
La actividad productiva misionera que exporta (yerba, té, tabaco, madera, entre otros) perderá un mínimo de 1.200 millones de pesos cada año con el pago de las nuevas neo-retenciones. Si las exportaciones provinciales crecen la suma será mayor.
En la Rosadita aseguraron a PRIMERA EDICIÓN que “Por el bien de la gente, Misiones no quiere que se caiga un gobierno en este momento delicado. La postura que ha tomado es valorizar y recurrir a la política para encontrar herramientas y soluciones a los problemas. En este momento la alta política es indispensable. Misiones no observa desde ningún plano que se tenga que llegar a la enemistad del país contra la provincia”.
Hasta hace pocas horas, Macri y su ministro de la Producción, Dante Sica, hablaron de un “impuesto malísimo” por las neo retenciones. Pero no pueden explicar -más que por el desesperante momento de las finanzas- que lo hayan implementado y por los próximos dos años… cuanto menos.
Boletazo en puerta
Al manoteo hay que sumar los 790 millones de pesos que dejarán de venir para subsidiar al transporte urbano, de corta y media distancia, sin fecha de corte precisa y que ni la Provincia ni los municipios están dispuestos a absorber. Por lo tanto, si se llega a este extremo, los usuarios serán quienes deberán pagar el boleto más caro de la historia.
En despachos oficiales se habla de un cálculo de base de 30 a 40 pesos por boleto. Los empresarios del Grupo Z metropolitano utilizan los medios a su alcance para instalar el mínimo a 52 pesos. Si resulta un precio menor, quedarán victimizados y los gobernantes como “piadosos”.
Con los años que llevan amasando fortunas, los Z ya aprendieron a manejar la comunicación de masas: ahora por WhatsApp hicieron que se lanzara un “alerta” de paro de trabajadores por presunta falta de pago mientras compraron un “pulpo” del transporte en Buenos Aires. Los pasajeros no desconocen la buena relación de la conducción de la UTA con los empresarios y sospecharon de un intento de lock out para presionar por el ansiado tercer boletazo que piden desde julio.
Llama poderosamente la atención que dirigentes muy mediáticos del radicalismo y el PRO ni siquiera hayan atinado a ensayar una defensa de las medidas. Especialmente el diputado nacional Luis Pastori, conocedor de los números y las finanzas, a quien le molestan las tapas de los diarios mostrando la cruda realidad.
La inflación descontrolada
Con la disparada del dólar, no sólo los proveedores de empresas remarcaron las listas de precios, rememorando las épocas donde se vendía un producto que a las pocas horas reponerlo salía mucho más caro. Las redes sociales se inundaron de ejemplos donde el almacenero del barrio remarcaba los productos “porque subió el dólar”.
“Tormenta”, “emergencia” fueron algunos de los términos con los que Macri llamó a la crisis del país. Ahora incorporó la asociación de la inflación al “cáncer”, en una jugada comunicacional poco feliz, que habla de la gravedad del momento al que nos llevó él mismo.
En pocos días, la nafta súper en Misiones trepó a 39,99 pesos (tanto en expendedoras de Posadas como del interior) y la premium hasta 46 pesos (en estaciones de Puerto Rico y San Vicente). Y con ese incremento los productos alimenticios o de limpieza acompañaron el ritmo.
Al Gobierno de Cambiemos no se le ocurrió mejor idea que “intensificar” los Precios Cuidados poniendo a Defensa del Consumidor de las provincias a ayudar a controlar (aunque todavía no les avisaron de la reforma del plan oficial). En el mejor de los casos, seguramente en las grandes ciudades se podrán adquirir pero en el interior alejado de la Ciudad de Buenos Aires, el almacén que le fía a las familias apenas puede cuidar su continuidad.
Un paper surgido de despachos oficiales nacionales, dejó trascender dos datos que alarman: Argentina terminaría con el 42% de inflación y una caída de la economía del 2,4%. El Relevamiento de Estimaciones del Mercado (REM) que elabora el Banco Central de la República (BCRA) indicó esta semana que los expertos consultados creen ahora que “Para 2018 la inflación nivel general proyectada subió a 40,3%”. Los participantes del REM proyectan una caída del Producto Interno Bruto (PIB) para 2018 de 1,9% (en un mes varió negativamente 1,6%).
Inflación sumada a la recesión por más de dos años (como estimó la agencia estadounidense Moody’s) será un peligroso cóctel productor de pobreza en el país.