El 2 de junio, en coincidencia con el Día del Bombero Voluntario, Carlos Domingo Smiak se alejó de la jefatura del Cuartel de Bomberos Voluntarios de San Vicente. Lo hizo con el cargo Comandante Mayor, el más alto de la jerarquía, luego de permanecer 30 años al frente de esta noble institución y de 34 como bombero. Estuvo en las filas desde el principio, en los momentos más difíciles, desde que se creó el cuerpo en la Capital Nacional de la Madera.
Ser bombero no había sido su vocación pero el trabajo permanente y el paso de los años, lo llevaron a que tome a la profesión como una pasión. “Para ser bombero tenés que tener el apoyo total de la familia, la esposa, los hijos. De lo contrario no podés cumplir bien con el trabajo. En ese puesto no se gana nada, sí hay que trabajar y no tenés fines de semanas ni feriados. En cualquier rato libre te vas para el cuartel porque ahí siempre hay algo para hacer”, dijo Smiak, quien ahora podrá dedicarse a la carpintería, oficio que abrazó “desde siempre” y que “me dio de comer”.
Sus amigos y vecinos lo invitaron para que se sumara a las filas entre 1983 y 1984. El 11 de enero de 1984 se formó la Comisión Directiva e inscribieron a los primeros aspirantes a ser parte del cuerpo en San Vicente. “A mí me invitaron algunos vecinos como “Cholo” Pellizzer, Luis Kleñuk y Veriato Olsson. Primero no quería aceptar porque sabía que cuando me metía en algo no podía salir más, pero me insistieron. En 1983 habían venido los de Defensa Civil de la provincia para armar el cuerpo de voluntarios. Me vieron a mí, a Eduardo Bresiski (actual jefe en uso de licencia), a Pablo Kauchuka, a Yonni Martínez, entre otros. Martínez tenía algo de experiencia igual que Kauchuka y Eduardo Muchewicz que recién había llegado de Buenos Aires, pero él prefirió quedarse en la Comisión Directiva”, manifestó.
Con esos nombres y hombres conformaron el primer cuerpo de Bomberos Voluntarios. Smiak contó que “desde el principio fue una lucha. Nadie sabía nada de lo que teníamos que hacer y los que tenían experiencia trataban de enseñarnos y, nosotros, de aprender. Nunca tuve idea de eso. Todos me conocían como un voluntarioso para hacer las cosas y cuando me metía en algo lo hacía, y llegaba hasta el final. Pero en esto no era fácil. No teníamos nada. Comenzamos a hacer capacitaciones y fuimos al quinto encuentro de capacitación de bomberos voluntarios en Montecarlo.
Éramos poquitos. En Misiones había en ese entonces creo que seis escuadrones. Así comenzamos a trabajar con más ganas que herramientas y conocimientos”.
Algo que caracterizó a los Voluntarios de San Vicente fue la perseverancia. “Siempre teníamos que pelear con todos para conseguir cosas para el cuartel. No era fácil porque no había de donde sacar fondos. Las primeras unidades las armamos de a pedazos, juntando parte por parte. La primera unidad es la Dodge doble tracción que todavía esta funcionando en el destacamento de San Alfonso. La segunda unidad es el camión Canadá. Para armar esa, don Ari Heich nos donó las partes de la estructura del camión y el resto fuimos rescatando. Hasta recogimos partes enterradas en los potreros. Anduvimos en la búsqueda por San Vicente, por Dos de Mayo, Aristóbulo del Valle y 25 de Mayo, donde nos decían allá vimos un Canadá parado, íbamos a buscar algunas partes. Algunos nos daban y otros nos vendían”, contó el iniciador de la obra, que se convirtió en una de las instituciones modelo de la provincia y que lo tuvo como protagonista principal.
El primer jefe fue Yonni Martínez que después regresó a Leandro N. Alem, y lo reemplazó Pablo Kauchuka, que “tenía su carácter, no era fácil tratarlo. Hasta que le pedimos que se tome una licencia y le explicamos cómo entendíamos nosotros que debía ser la cuestión, y el entendió. Ahí fue cuando asumí como Jefe del Escuadrón y estuve hasta el 2 de junio pasado cuando dejé mi cargo.
Me retiré como Comandante Mayor y pasé a reserva. De todos modos, siempre estoy con los muchachos en el cuartel dándole mi apoyo. Para mí no es fácil alejarme de una vez y para siempre, cuando me pasé 34 años trabajando allí, prácticamente todos los días. Y para los muchachos tampoco. Siempre que no aparezco reclaman mi presencia”, señaló, con nostalgia.
Se formó un grupo excelente
Los 30 años al frente del Escuadrón le sirvieron para retirarse tranquilo porque sabe de la calidad de personas que quedaron al frente. “Se formó un excelente grupo de hombres que tomaron siempre muy enserio la tarea de bombero. Es que no es fácil, tenés que dedicarte al 100% y dar todo por los demás. Allí tiene que haber un acompañamiento primero de la esposa y luego de la familia. Cuando uno toma enserio sigue y si uno cree que es para pasar el rato, deja enseguida. Cada año se inscriben más de 30 cadetes y aspirantes y sólo llegan a bombero tres o cuatro integrantes. Pero los que llegan son de fierro”, admitió orgulloso.
En algunas oportunidades tuvo ganas de dejar, de renunciar, pero sus camaradas no lo permitieron. En tres oportunidades “pensé en dejar todo e ir a mi casa a hacer mis cosas. Pero como siempre estábamos hablando y compartiendo, me hablaban y me hacían recapacitar sobre la decisión. No era fácil dejar atrás el esfuerzo que uno iba haciendo. Además, siempre fui parte de la comisión Directiva. Con los miembros siempre fue un trabajo correcto y tiramos siempre para el mismo lado”.
“No me voy a desligar”
Ya retirado Carlos Smiak pasó a ocupar la vicepresidencia de la Asociación Civil. “No me voy a desligar fácil de los bomberos. Pero siempre rescato el trabajo en conjunto que hicimos con las comisiones directivas que pasaron por la institución durante estos 34 años. Esa es una parte clave del éxito de los Bomberos Voluntarios de San Vicente. Siempre se trató hacer las cosas con el consenso de ambas partes, nunca hubo una decisión unilateral. Cuando llevaba mis ideas como Jefe del Escuadrón ellos me escuchaban, evaluábamos entre todos y la llevábamos a cabo. Nadie imponía nada”.
La sociedad sanvicentina ve con orgullo a los integrantes del cuerpo por el trabajo, la dedicación y la transparencia en las tareas que desarrollan. La comunidad “nos apoya porque ve el resultado del trabajo de cada uno de nosotros. No siempre fue así. Al comienzo fue muy difícil. Pero a medida que fue pasando el tiempo y se vieron los resultados, la gente fue cambiando su mirada sobre con nosotros. Tratamos de no molestar mucho a la gente. Por eso no hicimos mucha rifa. Pero cada vez que necesitamos fuimos a pedir a los empresarios, comerciantes, a la gente común, y ellos respondieron. Íbamos con un pedido concreto para algo específico y nos dijeron sí”, manifestó.
Al principio no fue fácil. “Como era una cosa nueva, había mucha desconfianza”, dijo. Y a raíz de ello, trajo a colación una anécdota para graficar el tema. Fueron a vender a un empresario una rifa que costaba algo así como un peso, nada caro, y era para juntar fondos para comprar botas de goma para los bomberos. El hombre prácticamente los echó. Pasaron dos semanas y se le quemó el secadero. “Fuimos con lo que teníamos, logramos apagar el fuego y salvamos buena parte de su capital, a pesar que era lejos del pueblo y se nos hizo difícil llegar con el camión regador municipal. Después de eso vino el empresario y nos donó dinero para comprar las botas y siguió colaborando”, confió Smiak.
Cuando relata sobre sus 34 años como bombero voluntario, se siente orgulloso de haber formado parte de la institución y de haber sido partícipe de la formación de quienes continuan en actividad. “Hay un cuadro importante de gente joven que a pesar que hace mucho está como bombero, creo, tengo esperanzas que va a hacer las cosas bien. Eso es algo que me permitió que me retire tranquilo. Los 30 años como jefe me sirvieron para conocer y saber quién es cada uno de ellos. Con todos tuve muchas horas de charlas, de compartir cosas y estoy seguro que van a hacer las cosas bien”, insistió.
“Ahora voy a dedicarme más a mi familia y a otras cosas que siempre hacía. No tenía fines de semana y muchas veces mis hijos me decían que dejara, que me dedicara a mis cosas, que era hora de descansar. Creo que éste es el momento ideal para irme. Estoy jubilado y voy a hacer algunas cosas en la carpintería, mi profesión desde siempre. Otra de las cosas que siempre hice fue trabajar con la iglesia. Pero también voy a estar para cualquier cosa que me pidan desde el cuartel. Ahora que estoy retirado pasé a ocupar la vicepresidencia de la asociación civil. Así que no me voy a ir así nomás”.