José León Toro Mejías, venezolano nacido hace 46 años en Biscicuy (estado de Portuguesa), llegó en marzo pasado a Misiones y, después de un breve paso por Montecarlo, se instaló en Posadas y ahora en Garupá, desde donde coordina una red de contención y asesoramiento a sus compatriotas que pretenden salir de su país en busca de un horizonte más auspicioso.
En su condición de profesor de Ciencias Sociales (trabajó en la Universidad y en varios institutos educativos de su país) e incluso como activista político en su juventud, aparece como una voz autorizada para desmenuzar la realidad venezolana –cada vez más hermética- a raíz de los últimos acontecimientos.
Si bien lleva varios meses afuera y “no sentimos el cambio en carne propia”, toda su familia está allá, incluyendo sus hijas mayores (en Misiones lo acompaña la familia de su esposa), y su comunicación con Venezuela es diaria. “Además de que por mi trabajo universitario allá, estoy vinculado a mucha gente que maneja muchísima información y estamos compartiendo análisis permanentemente”.
La miseria es el negocio del socialismo del siglo XXI”.
Por eso, accedió a brindar para ENFOQUE varias pinceladas de un panorama gris y en constante movimiento que calificó como “una situación cruel para el que se queda” en Venezuela, porque “la posibilidad de vivir con dignidad se redujo tremendamente. No es solo no conseguir alimentos, no tener transporte para moverse, no poder confiar en los organismos de seguridad al punto de preferir evitarlos. No es solo eso, sino que para ser beneficiario lo poco que llega efectivamente por dádivas del Gobierno (incluso, en algunos casos, para acceder al sistema educativo) es indispensable contar con un “carnet de la patria”, un dispositivo electrónico que sustituye al documento de identidad oficial y que te caratula como chavista. Si quieres el carnet, te lo dan sin problema, pero al precio de quedar marcado como chavista y aún más: de sostener al régimen y enajenar tu voluntad, porque tiene tres numeraciones y se dice que cada una corresponde a una identidad diferente, para manipular resultados electorales”.
En ese contexto, entiende que “el Gobierno ha entendido que para él es un negocio que la gente se vaya, porque los que se van son justamente los que le han ofrecido resistencia y poco a poco han ido sacando a los suyos también. ¿Quiénes se quedan entonces? Algunos que se rehúsan a dejar su país a pesar de todo y los que están en la política, los que manejan el negocio. También están los que legítimamente ampararon al gobierno chavista y se mantienen en esa posición. Cada vez son más los arrepentidos, pero sin la posibilidad de salir”.
“Grieta” en la oposición
No hace mucho, este mismo suplemento publicaba una entrevista de un medio internacional con el líder opositor Henrique Capriles, donde éste advertía que la oposición venezolana, al dividirse, estaba “haciendo el juego” político al gobierno de Nicolás Maduro.
Al respecto, Toro Mejías coincide en que “la oposición venezolana no estuvo a la altura de las apetencias del pueblo y los ensayos que hicieron de unir esfuerzos para enfrentar al Gobierno fueron insuficientes por varias causas. Evidentemente los infiltraron, compraron a algunos, los convirtieron en una especie de espías. Al momento de las grandes movilizaciones de 2016-2017, estaba de presidente de la Asamblea Legislativa Ramos Allup, un hombre de la ‘vieja guardia’ que llegó a su techo de popularidad por la forma en que se enfrentaba al Gobierno, pero luego nos enteramos de que debió sacar a sus hijos del país. Al principio la lectura fue que tuvo que hacerlo porque estaban amenazados, pero posteriormente empezó a circular que estaban vinculados a la trama (de corrupción de) Odebrecht, y eso deterioró la imagen de Ramos Allup. Un caso similar fue el de Julio Borges, porque, mientras la oposición se luchaba en la calle, ellos concurrieron a una reunión en República Dominicana para negociar con el Gobierno, cuando éste solo quería ganar tiempo, reunificar sus piezas: así, los opositores le fueron funcionales. El mismo Capriles también estuvo mencionado en el caso Odebrecht. Todo eso la gente de a pie lo está viendo como una traición y lo que tú dejas de creer del individuo que pudiera representarte, engorda al Gobierno. La pérdida de credibilidad de cada líder opositor deja al Gobierno jugando solo”.
Pero el problema, sobre todo, es “que no han comulgado las ideas de Capriles-Ramos Allup- Borges, por un lado, y por el otro, Leopoldo López-María Corina Machado y otros; entonces, hay dos corrientes que no se ponen de acuerdo: unos creen que se debió luchar más en la calle e intentar menos pactos con el Gobierno, y los otros piensan que la manera más democrática era la negociación. Pero ¿cómo negociar con el que te tiene secuestrado? Parece más bien un síndrome de Estocolmo, por ello es que el pueblo los ha abandonado como líderes”, lamenta Toro Mejías.
Allá donde hay una flor de la sociedad venezolana, detrás viene una espina del Gobierno”.
¿Y, hoy por hoy, cuál sería entonces la salida?
Como yo lo veo ahora desde afuera, la única manera de que el gobierno de Maduro caiga es que se logre un consenso internacional, sacando el apoyo de China y Rusia: vos le sacás esas dos columnas, y el régimen se cae solo. La gallina de los huevos de oro en Venezuela, PDVSA, quebró y el único músculo económico que le permite subsistir es el mercado negro del oro y el petróleo con Rusia, eludiendo las sanciones comerciales aplicadas por Estados Unidos y Canadá, la Unión Europea y la negativa de apoyo de América, salvo Nicaragua, Bolivia y Cuba.
Otra opción es que hay un constante y sostenido intento de levantamiento militar, pero del que el propio Gobierno se ha apropiado. Debe haber en este momento unos 2.000 militares presos. Dos semanas antes del episodio del dron (el presunto atentado contra Maduro en un acto público) hubo una sustracción de armas del Fuerte Tiuna en Caracas, el más importante y estratégico del país. Ese descontento por ahora no sale a la luz, pero ni bien se escuche el primer disparo, la masa se va a lanzar, como ocurrió en el “Caracazo” (N.d.R.: las protestas y disturbios ocurridas el 27 y 28 de febrero de 1989 contra las medidas económicas del entonces presidente Carlos Andrés Pérez).
Los militares tienen la fuerza mecánica para dar un golpe, pero están en una situación muy comprometida porque están estrictamente vigilados. El generalato es una de las tres patas que sostienen a Maduro (la mayoría de ellos está en la función pública) junto con la delincuencia (los grupos armados con absoluta inmunidad que participaron en la represión de las movilizaciones sociales cuando sobrepasaron a la fuerza pública) y la propia miseria económica del país, porque la gente tiene que pensar: ¿salgo a manifestar o mejor hago la cola en el supermercado para llevar a mi casa una mandioca o una harina?
¿Ante el sostén de China y Rusia, qué papel cumple o podría cumplir Estados Unidos?
Dentro del juego geopolítico, EEUU bajó la guardia en América Latina y allá donde baja la guardia, penetra China, que es una potencia económica emergente, nueva, poderosa, que amenaza el liderazgo estadounidense desde todo punto de vista. Sería muy ingenuo pensar, por la posición geográfica que ocupa Venezuela y por lo vulnerable que es el Gobierno económicamente, que China le va a soltar la mano fácilmente, porque no le cuesta nada estar ahí, donde tiene el control y eso le garantiza una presencia en el continente, cerca de Estados Unidos.
Eso le juega en contra a EEUU, pero no creo que ellos intenten una maniobra directa. ¿De qué pudiésemos estar hablando? De algún tipo de intervención a través de la ONU. ¿Qué tiene que ocurrir para que la ONU intervenga? Tienen que estar de acuerdo los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, dos de los cuales son China y Rusia. Hoy por hoy no hay margen de maniobra, salvo que haga algo como ocurrió en Irak o en Libia: que EEUU se lanzó a la aventura solo. Pero fíjate lo que pasó en Siria: los rusos los frenaron por completo y se desató una guerra civil que destruyó al país. El costo sería bestial.
¿Y el Mercosur?
Es un ente totalmente administrativo y desde ese punto lo único que puede hacer es adoptar medidas económicas contra Venezuela. Más allá de eso, lo que puede hacer -y está haciendo- es asistir al ciudadano venezolano desde el punto de vista humanitario, pero solo cuando sale, porque mientras esté adentro no se puede hacer nada. Así se perdieron, por ejemplo, toneladas de medicinas que envió Cáritas y otras mercaderías que no dejaron ingresar al país.
Digamos que entonces mucha salida no hay a corto plazo, porque difícilmente China y Rusia suelten la mano a Maduro y la otra alternativa sería un golpe de estado de militares que hoy están muy controlados por el Gobierno…
Tiene que haber una reacción popular, pero también puede ser que la gente se termine acostumbrando por la misma necesidad de mantenerse vivos, porque hoy es un acto kamikaze rebelarse contra el Gobierno allí adentro. Y somos latinos, no kamikazes: lo primero que hacemos es tratar de preservar nuestras vidas.
¿Qué sí puede ocurrir? Que la inteligencia de los países que tienen la necesidad de salir de este régimen puedan fomentar una sublevación, apoyar a grupos armados, generar otros… Es decir, el mismo camino que se hizo en Siria. En ese caso, Rusia y China no podrían sostener una contraposición tan dura por el tema de la distancia, fundamentalmente.
Ahí es donde el juego geopolítico se pone interesante: ¿Qué ganan Rusia y China? ¿Qué ganan Estados Unidos y el resto del mundo? Petróleo (primera reserva del mundo certificada), gas (octava reserva del mundo) y minerales están bajo control de chinos y rusos; los chinos han prestado dinero contra el petróleo que se produzca en el país, mientras que Rusia no compra petróleo porque ya lo tiene, así que lo que hace es aprovecharse de él, hace negocios con la extracción. Pero, además de eso, ganan posición cerca de los enemigos tácticos (EEUU) y además un lugar donde descargar la mercadería que se pretende instalar en el continente. En síntesis, lo que fue Cuba en la Guerra Fría, pero -para colmo- con mucha más riqueza.
Y una vez que concluya el régimen, sea a corto o largo plazo, tampoco va a ser fácil la normalización y la reconstrucción…
Si maduramos como sociedad, podría ser hasta una cosa positiva, porque Japón cambió de perspectiva después de la Guerra Mundial, Alemania y Finlandia también, España lo hizo después del franquismo… Todos aprendieron de sus errores, pero nosotros seguimos odiando a los que nos saquearon en tiempos de la colonia, 500 años después: somos poco resilientes desde el punto de vista político y económico.
Según la sociología, para transformar un país hace falta entre 20 y 30 años. Si el Gobierno cayese mañana, van a volver los que se fueron; pero reconstruir todo el tejido productivo, las comunicaciones, el transporte, etcétera, va a llevar mucho tiempo, salvo que se recurra a ayuda internacional. Pero eso también va a tocar la fibra emocional, porque todo préstamo externo ha tenido consecuencias en América Latina.
El proceso de normalización demandará no menos de 20 años y las heridas abiertas van a tardar en cerrar mucho más.
El petróleo en Noruega fue la bendición que permitió el despegue económico, pero para Venezuela desde el comienzo fue una maldición. Nos pusieron un bistec en el plato pero no nos enseñaron a usar los cubiertos, nos dijeron ‘qué importa cómo comas si tienes mucho dinero’. En los años 70 éramos la Venezuela saudita, el mundo producía cosas para consumo exclusivo de Venezuela. Pero la forma de administrarnos que tenemos los latinos ha hecho que Venezuela en este momento sea un estado fallido”.
Orígenes chavistas
A 19 años de la llegada del chavismo al poder, Toro Mejías confiesa que estuvo “acompañando el proceso” en el comienzo: “Yo era un chico universitario en los últimos años de mi carrera y fui muy visible en la política, incluso me consultaron algunas cosas en referencia a la relación con las empresas privadas, porque yo ya trabajaba en una de ellas además de estudiar”.
“Chávez era un hombre normal, con ideas de izquierda como teníamos casi todos los de esa generación. Lo que ocurrió con él, además de su afinidad con Castro, es que se le presentó una fuerte oposición que lo debilitó y tuvo que pactar con los poderes más oscuros para sostenerse. Pudo haber comenzado con las mejores intenciones, pero en el camino se transformó absolutamente. Sus propios compañeros lo admitieron al decir que si usaban sus energías en construir el país, los tumbaban al día siguiente, por lo que tenían que dedicar todos los recursos a defenderse”.
Maduro, el sobreviviente
En el exterior se vio con sorpresa que Hugo Chávez eligiera a Nicolás Maduro como su sucesor y no a Diosdado Cabello. ¿Cómo se vivió allá?
Para empezar, hay mucha oscuridad en torno a la muerte de Chávez y no se sabe todavía en qué condiciones estaba para tomar la decisión de nombrar sucesor. En principio parecía que Cabello era el indicado, aunque luego ha demostrado que puede ser más feroz que el propio Maduro; pero Maduro era el producto de Cuba. Según comentan allegados al Gobierno, en ese momento ya había dos columnas que se nutrían del poder en Venezuela: el político y el narcotráfico, entonces había que definir cuál era el mejor perfil para ambos casos.
Lo primero que hizo el sistema en Venezuela fue generar odio: o estás con nosotros o sos un escuálido (una persona de posibilidades muy diezmadas), y uno siempre se aleja del perdedor y se asocia con el ganador. La estrategia es que si yo hago que la gente se separe, es más fácil luchar contra ellos uno a uno”.
Desde el “pajarico” al inicio de su gestión hasta hoy, siempre parece que está contra las cuerdas, pero nunca termina de caer…
Uno muchas veces se pregunta cómo se mantiene este hombre en el poder, con la mayoría del pueblo en contra (N.d.R.: según una encuesta publicada esta semana en Infobae, el 83,3% de la población quiere que Maduro abandone el poder), con parte de los militares en contra, con todos los países en contra menos Rusia y China, con fuertes sanciones económicas, hasta con parte del chavismo en contra… Y evidentemente, ése es su negocio: si solo me apoyan dos países, me quedo con esos dos y juego al gato y al ratón con el resto; si la gente se quiere ir, que se vaya, me quedo con los que se dejan manejar, con los que puedo controlar y paralelamente trato de desvirtuar a los emigrantes trabajadores, con carrera, etcétera, exportando delincuentes a Brasil, Ecuador, Perú… Todo eso, sumado a organizaciones criminales como las vinculadas al narcotráfico, es lo que ha mantenido a Maduro en el poder y eso no va a cambiar.
También está obligado a entenderse con Diosdado Cabello: su relación está resquebrajada, pero son indispensables uno para el otro, porque si Maduro se quita a Cabello, perdería buena parte de la “pata” militar; y si Cabello se quita a Maduro, sería desmontar toda la estructura de inteligencia montada por Cuba y que es la que mantiene controlada de forma efectiva a la sociedad. En síntesis, un pacto entre delincuentes.
El papel de las redes sociales
¿Cómo son las comunicaciones? ¿Cómo se mantienen en contacto, sobre todo de allá hacia acá?
Nosotros nos comunicamos por redes sociales, en el momento que ellos pueden. Allí Twitter está muy monitoreado, hay gente presa por mandar un tuit contra el presidente. La plataforma para sostener los medios de comunicación en Venezuela está colapsando, no por cantidad de tráfico de datos, sino porque hace mucho tiempo que no se invierte en el sistema y ya está agotado. Y a ellos no les conviene invertir porque desde el momento en que se apaguen las redes sociales el Gobierno tendría total y absoluto control sobre la gente.
La paradoja es que muchas veces desde afuera manejamos mucha más información que adentro, porque los medios de comunicación no existen allá.
En este contexto, ¿cómo procedemos nosotros? Me dicen por ejemplo ‘en tal hospital murieron x niños’, entonces yo busco en las redes sociales a alguien que vive en esa ciudad para que me valide la información. No tengo prensa, no tengo periodistas que puedan estar en el lugar, entonces necesito a un ciudadano común, así vamos tejiendo redes para compensar lo que has perdido.
Pero hay que tener mucho cuidado, porque en las redes pasan muchas cosas, y los hechos conviven con las sospechas, las mentiras, las campañas sucias… En Venezuela hay un sistema de inteligencia y contrainteligencia casi militar: la relación del gobierno con su pueblo no es una relación entre civiles, entre representantes y representados, sino que el gobierno lo ve como enemigo que tengo que mantener controlado para que no amenace mi estabilidad.
¿Qué pasó con el dron?
“Por averiguaciones con la inteligencia militar de allá, sostenemos que fue un escenario creado por el propio Gobierno, acompañado de una operación de contrainteligencia en las redes sociales que no te permite identificar los verdaderos orígenes. De hecho, el edificio donde impactó el dron fue repintado pocos días después, para anular posibles elementos que podrían dar curso a la investigación, entonces es muy complicado todo. ¿Para qué me sirvió el dron si ya no tengo escena del crimen, alteraron todo, no puedo hablar con los testigos, el Tribunal Supremo no me dio los derechos constitucionales que salvaguardan a los diputados detenidos, cómo puedo yo creer en lo que me estás pintando? El Gobierno se apoderó de los rumores de posible golpe de estado militar para profundizar su modelo. El juego es un poco aprovechar las situaciones que se dan o bien generarlas. En el caso del dron, es por eso que Estados Unidos no le creyó, Colombia no le creyó, etcétera”.
Por Paco Del Pino