El mundo guarda un laberinto de almas conectadas, donde cada uno vive una realidad entremezclada por el devenir de situaciones producto de decisiones personales, cuyos resultados traerán una felicidad pasajera o una angustia que parecerá perpetua.
Aunque cada individuo piense que su realidad es única -en parte sí-, todas las personas están conectadas a través de ciertos patrones que muestran que las historias suelen repetirse por distintos rincones de este mundo, donde muchas veces se vuelve más estrecho de lo que parece.
Entonces, nacen preguntas: ¿quién, no recuerda una infancia feliz cuando lo atormenta el presente?, ¿qué persona no rió espontáneamente mientras miraba pasar por la vereda a un grupo de jóvenes, contándose bromas y recordó por un momento aquellas situaciones vividas en su adolescencia, mientras se encontraba en ese momento junto a su esposa, sus hijos y un puñado de preocupaciones que lo aquejaban?
Por cada paso que damos experimentamos situaciones que creemos únicas, pero que en realidad se repiten una y otra vez , con otros protagonistas en diferentes lugares.
Entre esos miles de individuos, todas esas historias no serán igual una con otras, pero desde el asombro nacerán aquellas que tendrán similitudes, en periodos que abarcan desde la niñez hasta el amor. Creo que no hay un ser en el mundo que haya sufrido por amor y sobrevivido al desierto de la soledad, mientras que vanamente una esperanza se apoderaba de sus deseos, pero cada engaño tarde o temprano tendrá la venganza del desamor en sus manos y podrá renacer aquella ilusión, que alguna vez creyó perdida en los brazos de un alguien distinto.
Por supuesto que cada individuo reaccionará de manera diferente a una conquista o rechazo, todo dependerá de su personalidad para enfrentar algún estado emocional que lo condicione. A su vez, desde ese punto, se ramificarán otras realidades con el que se volverá a enfrentar y estas tendrán que tener otras respuestas y así sucesivamente.
Pero esa reacción abrirá un abanico de más preguntas en cada individuo. La primera que puede aparecer será: si un grupo de personas pasa de alguna forma por las mismas situaciones de adversidad, ¿por qué algunos encuentran la felicidad y otros siguen padeciendo aquella situación?
La respuesta puede ser tan simple como compleja de contestar, comenzando con la primera de ellas: la solución dependerá del carácter, la fuerza de voluntad, la experiencia y todo aquello que los hace diferentes al resto. Aún así, aquellas personas que perseveran y no consiguen su bienestar siempre podrán recurrir a alguien, a quien le puedan decir: “no puedo”.
En fin, todos estos individuos deben tener derecho a ser felices o por lo menos buscar su bienestar y tarde o temprano vendrá, tal vez de visita o para quedarse un largo tiempo.
Mientras que el otro grupo de personas que no encuentran respuesta a sus aflicciones, sintiendo que se ahogan en el mar de la desesperanza y la angustia, pueden tener la opción de imitar a los primeros, aquellos que lograron salir adelante.
En este gran universo de personas, todos vivimos situaciones que tienen características similares a otras que ya sucedieron y que seguirán pasando. De alguna manera estas realidades unen el espíritu del hombre a través de las circunstancias.
No importa nuestra condición social, el nivel de estudios, la religión o la personalidad, todos viviremos un gran amor, todos recordaremos un gran momento y sufriremos la soledad, la muerte de un ser querido, la ruptura de un amor y el miedo a cambiar. Nadie puede escapar de eso, pero podemos hacer lo posible para buscar el bienestar mutuo y duradero.
Por
Raúl Saucedo (Periodista de PRIMERA EDICIÓN)
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