Y no se trata de que el autor de ese inventario ya avisó que quemó los originales. Tampoco de que los empresarios implicados e investigados van manifestando la intención de colaborar y arrepentirse. Nada de eso tendrá importancia desde ahora.
Es la sorpresiva decisión del exjuez federal Norberto Oyarbide lo que inclina la balanza y hace que los cuadernos y los empresarios pasen a un segundo plano. Se trata nada menos que de uno de los sujetos con más peso específico en lo judicial y lo político en los últimos años de un convulsionado país.
Un exfuncionario que se desempeñó al calor de varios gobiernos, de varios presidentes, diputados, senadores, empresarios, jueces, fiscales y artistas.
En definitiva, un hombre que sabe mucho y que, ante el peligro inminente de recibir penas de prisión sin concesiones por haber ostentado un alto cargo judicial, decidió arrepentirse y contar todo lo que sabe.
Las razones por las cuales hablará ahora un exjuez que se mantuvo en silencio por mucho tiempo en lo político y lo judicial y que optó sin embargo por mostrar un alto perfil farandulesco son muchas y seguramente pesan más en la mente de Oyarbide. Lo que está claro es que algo ocurrió entre la tarde del miércoles y la mañana de ayer para que pasara de decir poco y nada a intentar decirlo todo. Temor por su vida es lo que alega cuando se lo cuestiona.
Habrá que ver el tenor y la profundidad de las confesiones de Oyarbide y hasta dónde quiera saber el juez Claudio Bonadio. Lo cierto es que la Caja de Pandora que está por abrirse debe tener más que preocupado al poder detrás del poder en Argentina. Y que los cuadernos, esos que parecían oscurecer a la política nacional palidecen ahora ante las confesiones del exjuez.