Me observo y puedo percibir el momento exacto en el que surge un pensamiento y luego la emoción que lo envuelve. Sólo sucede en el silencio.
En el silencio y la quietud que genera en el entorno todo comienza a estar en paz, cesan los pensamientos, se aquietan las emociones, las luchas internas dan paso a esa paz que nos pertenece por naturaleza. Sólo en el silencio puedo escuchar su sonido, tan sutil que interpenetra todo y así me convierto en una vasija vacía de contenido, donde solamente me traspasa el todo y siendo su observadora: veo y presiento.
Presiento la vida, presiento la muerte, presiento lo que vendrá pero sólo cuando el silencio pasa a través mío. Llegan a mí imágenes de acontecimientos, algunos pasados, algunos por venir. Llegan a mí caras de personas que luego me cruzo y confirmo lo que ya vi.
Sólo en el silencio puedo permitirme el ver todo y no tomar nada, tan sólo con tomar algo todo se esfuma, desaparece y así comprendo el desapego de todo.
Nada nos pertenece, todo nos es dado para experimentar la vida, la muerte, la plenitud, la alegría, la tristeza y todo absolutamente todo pasa, menos el silencio, que es el que siempre nos acompaña en el proceso de despertar y percibir lo que siempre está, pero permanece invisible a los juicios, a los opuestos, a los ruidos y estridencias…. es ¡tan sutil!
¡Mi silencio amado! he aprendido a no temerte y sólo observar lo que me traes porque en ti descubro la luz de mi conciencia, que es lo único que me guía en este camino de regreso a la morada en donde todo ES.
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Patricia Couceiro- Consteladora
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