La mujer cuenta con atributos que favorecen la conexión y las comunicaciones entre las personas. Una de ellas es la empatía que le permite conectarse inclusive con quienes piensan diferente.
Pero no quiero ser lírica. Cuando la mujer entra en ámbitos donde existen enfrentamientos, aprender rápidamente a ubicarse y ascender, y se vuelve más bien aguerrida. En algunas circunstancias, para triunfar, la mujer se sobre adapta a un esquema masculino de poder. Por eso, la mujer podrá poner en práctica su capacidad para lograr la unión y evitar los enfrentamientos, siempre cuando no esté influida por un proyecto de poder, de ambición o que la someta a la critica.
En la actualidad, vivimos en un clima en el que no hay políticas comunes, sino frentes de batalla.
Me parece que es un camino realmente peligroso. La democracia es el lujo de matices y en los enfrentamientos, como en la guerra, los matices no existen. Cuando un rol juega en los ámbitos públicos, la mujer lleva la ventaja de ser más comunicativa y de ponerse a la escucha del otro.
Siempre nos acusan de hablar demasiado, pero miramos a la otra persona, escuchamos y captamos detalles de su estado de ánimo.
Las mujeres podemos usar esta facilidad femenina de comunicarnos para establecer lazos inclusive con quienes se presentan como enemigos, y creo que eso podría ser un buen camino, una salida, hacia una convivencia pacífica, más pacífica.
Las mujeres debemos desvincularnos del intento de divisiones en bandos opuestos. Por lo tanto, puede tomar decisiones menos crispadas y puede buscar o negociar soluciones que tenga en cuenta el bien común, que nunca se logra dentro de la metáfora guerrera de que alguien gana o alguien pierde, sino que, más bien, busca el encuentro.
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